La investigación que respalda los beneficios terapéuticos de la oración ha estado dando vueltas por mucho tiempo. Si los médicos necesitan convencerse de que la oración tiene valor medicinal, pueden consultar sus periódicos de medicina. Los datos científicos fueron obtenidos de cientos de pruebas clínicas llevadas a cabo en respetadas universidades y hospitales que ya han sido publicadas.
En julio de 1988, el periódico de medicina Southern Medical Journal publicó un estudio del Dr. Randolph C. Byrd, «Efectos Terapéuticos Positivos de Oración Intercesora en una Unidad de Cuidados Coronarios». Quizá ninguna otra prueba clínica sobre la oración haya sido rodeada de tanta atención.
El Dr. Byrd, un cardiólogo residente, tomó a 393 pacientes de la Unidad de Cuidados Coronarios del Hospital General de San Francisco y puso sus nombres en una computadora. Luego, la computadora al azar, dividió a los pacientes en dos grupos. Un grupo, el «grupo de oración,» recibió oración en un grupo hogareño de cristianos. Los pacientes en el «grupo de control» no recibieron oración. Este estudio «doblemente a ciegas,» llamado así ya que ni los pacientes ni los médicos tienen conocimiento de la prueba, se realizó con el rigor de las mismas directivas farmacéuticas empleadas para evaluar la eficacia.
El resultado reveló que la oración fue un importante agente terapéutico. Ni un solo paciente del grupo de oración requirió un conducto para aire o ventilador artificiales, mientras que doce del grupo de control sí. En adición a esto, los pacientes del grupo de oración eran cinco veces menos propensos a requerir de antibióticos y tres veces menos a desarrollar complicaciones que el grupo de control.
El estudio del Dr. Byrd «levantó algunas cejas» dentro de la comunidad médica. Estudios similares fueron conducidos desde que el estudio del Dr. Byrd renovó el interés en el tema. El más reciente de ellos fue realizado por el cardiólogo Dr. Mitch Krucoff de la Universidad Duke. Él lanzó un estudio piloto con 150 pacientes con angioplastia. Los resultados preliminares indicaron que los pacientes que recibieron oración además de los tratamientos médicos convencionales experimentaron una recuperación que fue del 50% al 100% mejor que aquellos pacientes que no la recibieron. En septiembre de 1977, el prestigioso periódico de medicina New England Journal of Medicine publicó un estudio comparando dos grupos de pacientes que habían sido recomendados por cirugía de by-pass. Un grupo rehusó a operarse y optó por la oración. La tasa de supervivencia a los dos años de los pacientes que se sometieron a la cirugía fue del 86%, mientras que la tasa para aquellos que escogieron orar fue de un asombroso 87%.
Mientras las compañías farmacéuticas tienen representantes de ventas a tiempo completo y libros de cinco pulgadas de grosor para mantener a los médicos al tanto de la prescripción de drogas disponibles, ¿hay alguien que le diga a los médicos acerca de valiosa terapia de la oración? La respuesta, como por costumbre, es no, pero los tiempos están cambiando.
Muchas escuelas de medicina han agregado a sus currículum el estudio de la oración y otros tópicos que examinan la relación entre cuerpo, mente y espíritu. Esta tendencia de la investigación se debe, en parte, a la demanda del público. Solamente el 5% de los médicos dicen ahora que deberían orar con sus pacientes. Pero encuestas a nivel nacional indican consistentemente que cerca del 80% de los pacientes quieren que sus médicos consideren sus necesidades espirituales.
La oración tiene valor terapéutico. Científicos y escépticos pueden continuar justificando sus posturas, si no están dispuestos a aceptar la existencia de un Creador y que Dios de amor. No obstante, para aquellos que creen en el Todopoderoso, hay un gran potencial para que encuentren su sanidad en la oración.
No soy un gran simpatizante de la idea de que hay una fórmula específica para forzar a Dios a entrar en acción. Pero yo sé que las Escrituras especifican lo que debemos hacer cuando alguien está enfermo:
«¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5:14-16).
La oración representa una poderosa fuerza terapéutica. La Biblia dice eso mientras que la ciencia está ocupada confirmando esa verdad. Dios siempre ha sido el poder sanador que obra a través de la oración. Personalmente, he presenciado remisiones espontáneas como también lentas, pero por sobre todo contundentes mejoras como resultado de la oración. También he observado cómo la oración puede conducir a una persona a un estado de paz absoluta, como preparación para la otra vida. No solamente apruebo el uso de la oración en el hospital donde trabajo, sino que me emociono al prescribirla a todos nuestros pacientes. La oración es efectiva, no es tóxica y es gratis. No conozco ninguna otra terapia con tantos aspectos positivos, y además está libre de los negativos efectos secundarios.
Tomado de “La esperanza de vivir sin cancer”, por Francisco Contreras”, Casa Creación
Francisco Contreras es Doctor en Medicina y Director General del Hospital Oasis de Esperanza en Baja California, México, donde cada año activamente supervisa la atención de más de seiscientos pacientes con cáncer.