Esto se debe precisamente a la mala salud de ellas.
Otras congregaciones mueren ya ancianas; mientras algunas fallecen jóvenes. Esto como consecuencia de que enfermaron, no fueron curadas y dejaron de existir.
En este capítulo se pretende hacer un examen médico espiritual a muchas congregaciones enfermas, y una autopsia espiritual a las que han fallecido. Para esto me concentraré en los síntomas, las causas y la prevención.
1.Los síntomas de una congregación enferma.
La palabra “síntoma” se define como “Fenómeno propio y característico de una enfermedad.” Estos términos figurativos se refiere al indicio de una condición de carácter patológico.
Ninguna persona se enferma sin que antes sienta y revele ciertos síntomas. Basado en esos síntomas, un médico puede hacer un diagnóstico preliminar del paciente. Las congregaciones enfermas revelan síntomas de su condición y padecimientos.
A. El síntoma de la apatía. Se define “apatía” como: “dejadez, indolencia”. La congregación apática en su adoración, apática en su compromiso eclesial y apática en su misión de ser “sal” y “luz” del mundo, tiene que tener alguna enfermedad.
B. El síntoma de la falta de asistencia al templo. La falta de asistencia a los cultos de adoración y a las actividades de la congregación son algo sintomático. Los creyentes no acuden a las reuniones por la falta de interés personal y espiritual.
Muchos pastores sufren y se van afectados por la ausencia voluntaria de muchos feligreses. El creyente al que le falta agradecimiento hacia el Señor Jesucristo, pierde interés en la participación en la comunidad de la fe.
Otros se ausentan porque le han quitado el tiempo al Señor Jesucristo, para dárselo al trabajo, la familia, las diversiones o la pereza. Tienen tiempo para todo, menos para el Señor Jesucristo y la iglesia.
Tenemos también los que se ausentan en forma de protesta como si estuvieran en huelga. Piensan que al dejar de asistir a los cultos podrán transmitir un mensaje de descontento e inconformidad con la condición presente de la congregación.
C. El síntoma del descontento. Los creyentes disgustados con otros, como un diácono o el pastor, no podrán participar de los cultos. Al templo se asiste para alcanzar paz, consuelo, motivación y gozo.
D. El síntoma de la enemistad. Las congregaciones enfermas tienen entre sus creyentes personas enemistadas que no se hablan. Ellas adoran a Dios, oran, visitan, escuchan el sermón y van al altar juntos, pero no están unidas en el Espíritu.
E. El síntoma del chisme. Se define el “chisme” como “murmuración, noticia o informe con que se mete la cizaña.” El chisme destruye caracteres, mancha a ala iglesia, afrenta al carácter santo de nuestro Señor Jesucristo y es una daga que Satanás entierra por la espalda a la congregación. Los chismosos son creyentes carnales y espirituales anormales, faltos de madurez espiritual y motivados por sus pasiones.
2.Las causas de la enfermedad de la congregación.
Las congregaciones se enferman porque algo o alguien es responsable. Es necesario entonces que busquemos al responsable.
A.Pastores enfermos. Un pastor enfermo en su liderazgo espiritual, que dirige una congregación como una fábrica de obreros, puede contagiarla con su mal y enfermarla. Los ministros emocionalmente inmaduros no deben pastorear el rebaño del Señor. Su liderazgo será dañino.
Otros pastores, al igual que líderes espirituales, enferman a las congregaciones con la proclamación de un misticismo que pone más énfasis en las señales que en la Biblia, en lo emocional que es la fe. El misticismo es una manera errada de vivir la fe cristiana.
B.Pastores asalariados. Todo ministro que ejerce el pastorado, bíblicamente tiene el derecho de recibir un salario (1 Timoteo 5:18). Las congregaciones que no hacen provisión económica para el siervo que las dirige, administra y les sirve, no participan en un pacto financiero con Dios.
En el otro extremo, un pastor sirve a una congregación, no porque trabaja por un salario y por los beneficios que se reciben de un trabajo, sino porque ha tenido un llamamiento aprobado al ministerio. Un examen sencillo que se le puede dar a un líder sobre el particular sería: ¿Estaría dispuesto a ejercer este ministerio aunque no se le pudiera remunerar? Si su respuesta es afirmativa, este líder ha sido llamado por Dios y no es asalariado. Si contesta negativamente, no ha sido llamado a este ministerio particular.
Los pastores que su*****ben ante la avaricia del dinero, jamás podrán ejercer un ministerio sano para una congregación. Tarde o temprano la avaricia será una “llaga” que infectará al “cuerpo” eclesiástico.
C.Pastores “termostatos”. Un termostato es un instrumento que regula la temperatura, el termómetro la registra. Muchos pastores son los termostatos de su congregación. Regulan el tiempo que se le debe dar al Señor Jesucristo y el que el Espíritu Santo quiere usar para fluir dentro de la vida de la iglesia.
Hace algún tiempo fui invitado a predicar por otro pastor, a quien el Espíritu Santo emplea en la interpretación y explicación bíblicas.
Esa noche yo sentía que esa congregación tendría la unción sobrenatural del Espíritu Santo. Emocionado, sentía allí el flujo del Espíritu Santo y visualizaba su derramamiento especial sobre esa comunidad de fe.
De repente, me interrumpió el otro pastor en mi meditación con una nota que me pasó, la cual decía: “Kittim: Para comunicarme con claridad, permíteme informarte que el sermón del domingo por la noche debe durar de 10 a 15 minutos. La razón es que hay muchos hermanos que se levantan a las 4.00 a.m. Gracias”.
Esa nota interrumpió el programa del Espíritu Santo para esa comunidad espiritual. Por la experiencia de predicar de cinco a diez minutos en mi programación radial, esa noche sólo prediqué nueve minutos. Cuando terminé le dije al otro pastor: “Si me pides que predique cinco minutos también lo hago.”
A pesar de que me dio una buena ofrenda, la cual agradecí, hubiera sido preferible predicar a es comunidad de redimidos en una dimensión sobrenatural.
Espero que algún día dicho hermano venga a ocupar el púlpito de nuestra congregación. La nota doblada que le pasaré dirá: “Fulano, puedes predicar 40, 50 o 60 minutos. Si necesitas tiempo para predicar, bien puedes disponer del que quieras. La congregación está acostumbrada a recibir todo lo que el Espíritu Santo le quiera ofrecer. Gracias.”
D.Los tesoreros. Muchos tesoreros son de bendición al líder que tienen en la congregación. Otros se inflan con una falsa autoridad que no les corresponde y se comportan como amos y dueños de las finanzas.
No tienen visión para entender en qué proyectos espirituales se debe invertir para *****plir con la gran comisión de la evangelización. Muchos proyectos que realizados hubieran sido de gran bendición a una congregación se han paralizado por errores del tesorero.
A muchos tesoreros les gusta ocultar la información financiera y, si no es bajo presión, rehúsan presentar los informes de tesorería. Algunos se vuelven látigos de los pastores, fustigándolos y desafiando su autoridad espiritual. Esta clase de tesoreros carnales deben renunciar o la junta de gobierno o síndicos debe pedirles la renuncia inmediata
Se de un tesorero que en ausencia de su pastor saboteó su oficina pastoral. Cuando el pastor regresó notó que de su archivo habían desaparecido notas e informaciones confidenciales. Posteriormente este mismo tesorero trató de sacar al pastor de la congregación. El resultado fue que el pastor, hombre de Dios, se retiró y con él fueron más de dos terceras partes de la congregación.
Otro tesorero se oponía enojado al aumento modesto del salario del pastor. La congregación lo había aprobado, los síndicos estaban de acuerdo, pero el tesorero dcía: “Yo no apruebo, ni tampoco pagaré ese aumento.” Individuos como este enferman a las congregaciones.
E. Creyentes difamadores. Recuerdo en mis primeros días de pastorado a una hermana que, según su radar espiritual, pensaba que yo no era la persona que el Señor Jesucristo quería que pastoreara la congregación. Ella se quejaba de que yo era muy joven (aunque hacía unos diez años o más que había sido ordenado al ministerio y pastoreaba). También señalaba mi temperamento sanguíneo y enojadizo cuando se me molestaba. Decía que yo era predicador y no pastor. Todo lo que hacía, decía y decidía, ella lo reprochaba.
Sin darse cuenta, esa hermana comenzó a producir una atmósfera de tensión y contiendas en ese pueblo de Dios. Aun más, le decía a los hermanos que estaba orando a Dios para que El me sacara.
En medio de esas tormentas, aunque la barca pastoral de mi esposa y yo se llenaba de agua, y parecía anegarse, nunca se hundió, pudiendo llegar a la costa de la voluntad divina.
Otras creyentes se dedican a hacer daño, poniéndose en contra de la obra del Señor Jesucristo, obstaculizando su misión. Se vuelven como Pedro cuando trató de reconvenir al Señor para que no descendiera a Jerusalén donde sería apresado, muerto y resucitado (Mateo 16:21). Pedro le dijo al Señor: “Ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mateo 16:22). A lo que el Señor le respondió: “Quítate de delante de mí, Satanás…” (Mateo 16:23). En griego dice: Upage opiso mou satana” ¡Satanás, ponte detrás de mí!”
Una disección espiritual de los creyentes difamadores revelará celos, envidias, orgullo, presunción, insubordinación, venganza, falta de espiritualidad, competencia, inseguridad…
3. La prevención de la enfermedad de la congregación.
A.La oración. Esta no puede perder su vigencia dentro de la experiencia del pueblo de Dios. La inoculación de la oración las congregaciones podrán resistir las enfermedades que amenazan con invadirla.
B.La unidad. En Hechos 2:1 leemos: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban unánimes juntos.” El avivamiento de Pentecostés fue la respuesta a un despertamiento de oración y unidad (Hechos 1:14) que durante diez días los seguidores de Jesús de Nazaret celebraron en el aposento alto.
En el avivamiento de Pentecostés las naciones que en Babel se desunieron alcanzaron la unidad. Las lenguas de Babel eran de desunión, las de Pentecostés de unión. Por decirlo así fue una restauración lingüística (Hechos 2:8-11).
La unidad de la iglesia significa que como cuerpo, del cual Jesucristo es la cabeza, no puede ni debe funcionar desmembrada. Da pena admitirlo, pero muchas congregaciones se inflingen heridas y producen sus propias amputaciones.
La unidad del cuerpo místico de Cristo en la comunidad de la fe tiene sus aplicaciones:
La unidad entre el pastor y sus líderes (junta de ancianos, diáconos, síndicos, líderes departamentales). La unidad es un elemento aglutinante. Esta unidad del pastor y los dirigentes es más que la representación de verse juntos en la misma visión, compromiso y deseo de servir.
La unidad del pastor y los creyentes. Estos deben tener libertad de comunicación con su pastor. El pastor tiene que salir de su oficina pastoral y bajar de su púlpito hasta los bancos donde están los miembros necesitados.
La unidad de los líderes y la congregación. Muchos líderes a causa de su título y posición se sienten por encima del resto de los santos. Han desarrollado muchas obras religiosas y no desean participar de la congregación con el pueblo santificado.
Los líderes deben servir al pueblo y no están únicamente para ser servidos por el pueblo. Hay que usar las cosas y amar a la gente, no usar la gente y amar las cosas.
Los líderes que sólo buscan su bienestar no son auténticos. Abusan de la confianza del pueblo. Se aprovechan de su posición. En cualquier momento sus torres de Babel se les derrumbarán y sus techos de cristal se les romperán.
C.El amor. Así como el amor produce sanidad en las relaciones matrimoniales, familiares y humanas, también sana las heridas que los problemas inflingen en las congregaciones.
El amor es algo que se ofrece, se comparte, es una entrega de uno a los demás. El amor es altruista; busca el bien de los demás. El amor supera las diferencias personales entre los creyentes, dando así lugar a la experiencia de la comunión o congregación (gr. Koinonía).
D.La fe. La fe como elemento de vitalidad congregacional se ha diluido en muchas comunidades cristianas con un misticismo exagerado, con una fe demasiado activa y un emocionalismo carente del poder del Espíritu Santo.
La fe (gr. Pistis) significa firme persuasión, una convicción que resulta en confianza, confiabilidad, fidelidad y certeza. La fe bíblica tiene como contenido la Palabra revelada por Dios y como objeto a Dios mismo.
Una comunidad que tiene fe refleja la buena salud espiritual sobre los creyentes, pero la fuente de esa fe debe ser la Biblia.
E.El Señor Jesucristo. El imán de la gracia que mantiene a los creyentes en comunión y unidos es Jesucristo. Cuando miramos su perfección dejamos de ver nuestras imperfecciones. Su salud se convierte en la sanidad de la iglesia.
Para concluir tenemos que decir que para cualquier enfermedad congregacional, Jesucristo tiene la medicina.