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Un regreso en oración a la Palabra de Dios

Sin embargo, luego de casi una semana el Señor me convenció que necesitaba orar para que ¡yo misma retornara a su Palabra! Por más de treinta y cinco años había estudiado, enseñado y leído muchas veces la Biblia. Pero desde que llegué a ser líder del ministerio de oración de mi iglesia, gradualmente había reducido mi enfoque sobre las Escrituras y comencé a leer más libros sobre oración. Sin darme cuenta, pasaba solo unos cinco minutos diarios leyendo la Palabra, pero horas leyendo otras cosas.
Inmediatamente me arrepentí de esto y dediqué la mitad de mi tiempo para leer la Palabra de Dios y no permitir más que la mitad del tiempo para todas las otras lecturas. Sin embargo, el Señor aparentemente tenía en mente una respuesta diferente.


Un día sentí que Él me pedía: «¿Podrías pasar treinta días sin leer nada más que mi Palabra?» Ante esto, ¡tuve pánico! No podía imaginarme pasar treinta días sin mis libros devocionales favoritos, comentarios y libros sobre oración.



¿Cómo iban a ser mis devocionales de la mañana sin la inspiración de mis libros favoritos?
¿Qué pasaría si necesitaba consultar algo sobre el ministerio de la oración? Para poder responder a este desafío, necesitaba guardar todos mis libros en una caja, así no me sentía tentada a espiarlos. Mientras cerraba la caja, una enorme ola de la paz de Dios sopló sobre mí. Sabía que Él estaba agradado.
Comencé a leer el Nuevo Testamento, pero rápidamente encontré que mi mente divagaba porque era muy familiar para mí. Así que le pedí ayuda al Señor. Me sentí inclinada a hacer dos cosas: primero, orar antes de leer para que el Espíritu Santo pudiera enseñarme lo que quería que aprendiera; en segundo lugar al finalizar cada párrafo o sección detenerme y pedir al Espíritu Santo que me guiara en una oración de respuesta y no continuar hasta que Él lo hiciera. Al saborear su Palabra de esta manera, me asombré ante las verdades que el Señor me reveló, y me deleité por el enriquecimiento de mi vida de oración. No fue sorprendente, cuando al pasar los treinta días, mis otros libros no tenían el mismo atractivo que antes, y continué con las Escrituras.
Recientemente, el grupo de oración que lidero usó algunas de las Escrituras que había coleccionado como enfoque de oración. Nos turnamos para leer las declaraciones de Dios sobre su Palabra y luego las respuestas que le agradan, y nos deteníamos por unos breves momentos entre los pasajes para dejar que se depositen dentro de nuestros corazones. El tiempo de oración que siguió estuvo lleno de la presencia del Señor, nuestro sincero arrepentimiento por descuidar la Palabra, y muchos descubrimientos poderosos del interior del corazón de Dios que nos permitieron unirnos en una oración efectiva. Transmito aquí las declaraciones y respuestas con la esperanza de que todos aquellos que oramos nos comprometeremos en un retorno poderoso y en oración a su Palabra.


Enorme poder espiritual se libera cuando declaramos las verdades de la Palabra de Dios. No solamente penetra nuestros corazones, sino que también debilita la influencia del enemigo.





Nuestras respuestas
Un profundo y duradero amor por la Palabra de Dios se manifiesta en nuestra respuesta. Oremos para que el Señor nos permita a nosotros, nuestras familias, amigos, iglesias y cristianos en todo lugar responder a su Palabra, llenos de poder por su gracia, con:
Aceptación. Ayúdanos a recibir la Escritura no como palabra de hombres, sino como la Palabra de Dios, que dejemos que ella obre en nosotros lo que te agrada a ti (1 Tesalonicenses 2:13).
Fe. Aumenta nuestra fe en Jesús porque tu Palabra está escrita para que podamos creer que Jesús es el Cristo y tengamos vida en su nombre (Juan 20:31).
Obediencia. Ayúdanos a no ser meros oidores de tu Palabra, y así engañarnos a nosotros mismos, sino a hacer lo que dice (Santiago 1:22).
Temor del Señor. Danos un espíritu contrito y humillado que tiemble ante tu Palabra (Isaías 66:2).
Adoración. Haz que nos postremos y te adoremos porque has exaltado sobre todas las cosas tu nombre y tu Palabra (Salmos 138:2).
Meditación. Ayúdanos a guardar tu Palabra en nuestros corazones para que no pequemos contra ti, meditando en tus preceptos y considerando tus caminos (Salmos 119: 11,15).
Gozo. Haz tu Palabra nuestro gozo y el deleite de nuestros corazones (Jeremías 15:16).
Esperanza. Danos esperanza en tu Palabra cuando nuestra alma desfallece por tu salvación. (Salmos 119:81).
Confianza. Ayúdanos a confiar en ti, cuya palabra alabamos, para no estar temerosos (Salmos 56:3-4).
Fructificación. Ayúdanos a oír y entender tu Palabra para que podamos producir a ciento, a sesenta y a treinta por uno» (Mateo 13:23).
Tenacidad. Has que retengamos firmemente el fiel mensaje de tu Palabra, para que podamos animar a otros por medio de una doctrina sana y convencer a los que contradicen (Tito 1:9).
Coraje. Llénanos con el Espíritu Santo y permítenos hablar con denuedo la Palabra de Dios (Hechos 4:31).
Diligencia. Guíanos a usar bien la Palabra de verdad, para que podamos presentarnos a Dios aprobados (2 Timoteo 2:15).
Anhelo. Crea en nosotros solicitud para examinar las Escrituras cada día a fin de encontrar la verdad (Hechos 17:11).
Intercesión. Muéstranos cómo interceder por aquellos que no obedecen tu ley. Permite que corrientes de lágrimas fluyan desde nuestros ojos por ellos (Salmos 119:136).
Guerra Espiritual. Ayúdanos a tomar tu Palabra, la espada del Espíritu y resistir al enemigo, cuando declaramos «… escrito está» (Efesios 6:17; Mateo 4:4-10).
Pureza. Guíanos por tu Palabra a mantener nuestro camino puro (Salmo 119:9).
Enseñanza y aliento. Que la Palabra de Cristo more en nosotros abundantemente para que podamos enseñar y amonestarnos unos a otros con sabiduría (Colosenses 3:16). Así también que podamos tener gran paciencia y una enseñanza correcta (2 Timoteo 4:2) .
Instrucción familiar. Enséñame cómo transmitir tu Palabra a mis hijos, al incluirla naturalmente en nuestras conversaciones (Deuteronomio 6:6-7).
Soportar. Señor, ayúdame a soportar pacientemente la persecución por causa de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesús (Apocalipsis 1:9).
Cantar. Que mi lengua cante tu Palabra (Salmos 119:172).


PAT CONWAY es colaboradora en publicacionesy líder del ministerio de oración de la Iglesia Capilla Evangélica Presbiteriana de Farmington Hills, Michigan.