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TRAS EL ESCENARIO DE LA HISTORIA

Casi todo el mundo pensó que era muy importante qué equipo sería el que obtendría la victoria, pero el 17 de Octubre, a las 5:04 de la tarde, se produjo un cambio asombroso y perfectamente visible. De repente a las 5:05 de la tarde algo cambio el orden de las prioridades.

No cabe duda de que un terremoto es un suceso que da mucho miedo, como también lo es un huracan, como el que pasó recientemente por la costa este de los Estados Unidos. El motivo por el que estos desastres naturales nos aterrorizan es porque son algo que se produce sin el menor control y no hay nada que podamos hacer al respecto. Suceden cuando quieren, hacen lo que quieren y no hay nada que nosotros podamos hacer para evitarlo. Fueron muchas las personas que aprendieron esta lección cuando tuvo lugar este último terremoto. Despertó un gran temor entre la gente y con frecuencia el temor hace que cambiemos de opinión con respecto a lo que es importante en la vida.

Esa es también con frecuencia la actitud que produce el libro del Apocalipsis, que es el libro de la Biblia que más nos atemoriza porque contiene revelaciones terribles acerca de plagas, de terremotos, de guerras y de invasiones que causarán un gran temor, por parte de extrañas criaturas sobre la faz de la tierra. Hemos de preguntarnos todos si seremos capaces de sobrevivir a los juicios que se mencionan en él. El Dr. Earl Palmer, pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Berkeley, ha dicho en su maravillosa exposición de este libro: «El Apocalipsis es un libro muy difícil de entender, pero es imposible olvidarlo. ¡Y de eso no hay la menor duda!

No es casualidad que este sea el último libro de la Biblia. En el se han recogido temas procedentes de los demás libros de la Biblia, reflejados en sus páginas. Alguien ha dicho muy acertadamente que el libro del Génesis y del Apocalipsis son como dos sujetalibros que impiden que se caiga la Biblia. En el Génesis tenemos el principio del pecado humano y en el Apocalipsis tenemos el recuento del mismo. En el Génesis nos encontramos con el principio de la civilización y de la historia, en el Apocalipsis nos enteramos del fin de ambas. En Génesis se nos habla acerca del principio de los juicios de Dios sobre la humanidad y en el Apocalipsis el fin de ellos, por lo que estos dos libros están perfectamente bien juntos.

Muchos de los grandes temas de las Escrituras encuentran su enfoque final en el libro del Apocalipsis y es, por lo tanto, un libro que es de mucha importancia leer y entender. Se le ha comparado con uno de los principales aeropuertos, en el que aterrizan los aviones. Vaya usted al aeropuerto de San Francisco y observe a las personas que descendienden de los aviones. Seguramente verá usted a grandes grupos de personas con las caras muy morenas, con cálidas sonrisas y que llevan una guirnalda de flores alrededor de sus cuellos. ¡Sabrá en seguida de dónde vienen, vienen de Hawaii! Fíjese en otro grupo y observará que llevan gabardinas sobre su brazo y paraguas en sus manos, mientras se refleja la seriedad en sus rostros. ¡Evidentemente proceden de Seattle, en el estado de Washington! Otra multitud posiblemente lleve en su rostro una expresión sombría y aburrida, el rostro cubierto de humo y de tizne. ¡No cabe duda de que vienen de Los Angeles! De igual modo, al leer este libro reconocerá usted los grandes e importantes temas de la Biblia y sabrá de qué libro del Antiguo Testamento proceden.

Dejemos que el libro se presente en los tres versículos con los que comienza y que sirven a modo de prólogo o de prefacio:

«La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y que dio a conocer, enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, quien ha dado testimonio de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo, de todo lo que ha visto. Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca. Hay dos palabras en este párrafo que nos hablan acerca de la naturaleza de este libro. La primera de ellas «la revelación es la palabra griega apocalipsis, que significa «desvelar, es decir eliminar lo que oculta. Los apocalipsis tienen que ver con los misterios y su significado. De modo que en todo este libro nos encontraremos con muchos misterios que han sido revelados. Se desvela el misterio del mal, el motivo por el que persiste en el mundo y su fin posterior. Eso es algo que se nos revela en este libro. Se descubre el misterio de la santidad, que queda clara. Nos dice de qué modo podemos vivir una vida santa y justa en medio de un mundo quebrantado y malvado. Eso queda revelado, al mismo tiempo que se exponen otros misterios. Por eso es por lo que el libro empieza con ese término.

Un poco más adelante, leemos en el mismo párrafo «bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía. Este libro no es solamente un descubrimiento, es al mismo tiempo una predicción. Trata acerca de personas y de acontecimientos que aún están por venir, tal y como nos dice el prólogo: «porque el tiempo está cerca. Nos enteraremos de qué personalidades todavía tienen que aparecer en el escenario de la historia en los últimos días y que grandes acontecimientos, que tendrán lugar al ir la historia dirigiéndose hacia su consumación final. Este libro dejará todo eso muy claro.

En este libro se declara el proceso mediante el cual todo ésto llega hasta nosotros. La segunda frase del prefacio afirma: «y que dio a conocer (es decir, Jesús) enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan. Hay un significado oculto en las palabras «dio a conocer. De hecho es una palabra griega que se debe de traducir como «significa o si deseamos ser más exactos «significaba, es decir, que fueron dadas a conocer por medio de señales y de símbolos, estas cosas las reveló a su siervo Juan por medio de «símbolos y esa es una de las primeras cosas que necesitamos saber acerca de este libro, que es principalmente un libro de símbolos. Los símbolos son importantes porque son maneras de entender las cosas que no podemos pintura en un cuadro. Se puede dar a conocer por medio de símbolos algo que resulta demasiado recóndito o difícil de entender. En una ocasión oí a un niño intentando explicarle a otro niño más pequeño que él cómo era una radio. Le dijo: «sabes que un telégrafo es un cable largo que se extiende entre dos ciudades. Es como tener un perro grande con el rabo en Los Angeles y la cabeza en San Francisco. Si le pisas el rabo en Los Angeles ladrará en San Francisco. ¡Pues una radio es lo mismo, solo que no tienes un perro! ¡Esa es una manera maravillosa de explicar con claridad lo que es difícil de entender, valiéndonos de símbolos! El libro del Apocalipsis es así. En el existen extrañas bestias y espantosos escorpiones y otras muchas extrañas criaturas que aparecen en él, pero son símbolos de algo real y literal. Por lo que necesitaremos ir con cuidado a la hora de interpretarlo.

Nos guiaremos por el hecho de que casi todos los símbolos del Apocalipsis aparecen con anterioridad en la Biblia. Por eso es por lo que es una equivocación leer el libro del Apocalipsis antes de haberse leído la Biblia entera. Si se empieza leyendo el Apocalipsis, la persona que lo haga no tardará en sentirse terriblemente confusa, pero si se lee la Biblia entera, al llegar al Apocalipsis entenderá de inmediato muchos de los símbolos que se mencionan. Así que deje que ese hecho le sirva de guia al leer este libro a solas.

El autor no es Juan, el apóstol, como muchos se imaginan, aunque no cabe duda de que Juan participa, haciendo posible que este libro llegue hasta nosotros. ¡El autor es el propio Dios! Fíjese en las palabras «la revelación de Jesucristo, que Dios le dio. Este libro comenzó entre la deidad (o naturaleza divina) y Dios, el Padre, es su autor. El reveló el libro a su Hijo. Todo comenzó en la mente del Padre y fue a continuación revelado a Jesús, su Hijo. Recuerde que en Mateo 24:36 Jesús dijo que a pesar de que entendía muchos de los acontecimientos que habrían de suceder durante los últimos días, no sabía el momento en que realmente acontecerían. Dijo que el Padre era el que lo sabía. Ahora como es lógico, resucitado y glorificado, sabe todas estas cosas, pero en aquellos momentos no lo sabía porque aún no le había sido revelado cuándo habrían de suceder estas cosas. Pero en esos momentos se le ha dado a Jesús la revelación y él se la transmite al ángel, que a su vez da a conocer a Juan, el apóstol, lo que Dios tiene en mente, por medio de símbolos y posteriormente la información llega hasta nosotros. Eso quiere decir que este es un libro único en la Biblia. No hay ningún otro libro que se haya escrito de esta manera. Procede de la mente de Dios el Padre, por medio de Dios el Hijo, transmitido a un ángel de Dios y llega de ese modo a un apóstol de Dios, Juan, que escribe este libro.

Fíjese además en la bendición que promete, que es algo que no quiero perderme. «Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía y guardan las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca. La palabra «bienaventurados posiblemente tenga su origen en una palabra hebrea, que no es la palabra habitual para bendición. El término habitual es Barak, que significa inclinarse, pero la palabra Ester, que quiere decir guiar, es posiblemente la palabra en la que está pensando Juan y eso es lo que nos están prometiendo. Si prestamos atención al libro de Apocalipsis y lo guardamos, si lo conservamos en nuestro corazón, seremos guiados en medio del embrollo de ideas y de filosofías conflictivas que abundan en el mundo actual podremos encontrar el camino correcto entre los senderos confusos que existen a nuestro alrededor. Esa es la bendición especial que nos confiere el libro del Apocalipsis.

En la próxima sección, comenzando con el versículo 4 hasta el 8, se nos presenta a las Dramatis Personae, es decir, a la gente o las personalidades que aparecen en el libro. Para empezar, como es natural, tenemos a Juan como dice el versículo 4: Juan, a las siete iglesias que están en Asia. Es lo único que se nos dice acerca del autor hasta el momento, solo se nos menciona su nombre. Sabemos, basándonos en comparaciones realizadas con otros pasajes de las Escrituras y con las tradiciones de la iglesia primitiva que es muy posible que se trate de Juan el apóstol, el hermano de Jacobo, hijo de Zebedeo. Sin embargo, hay algunas dudas al respecto. Algunos han considerado la posibilidad de que se tratase de otro Juan (Juan, el llamado el presbítero), pero hay tanta evidencia que une estos escritos con el Evangelio de Juan y las tres epistolas de Juan en nuestras Biblias que nos resulta difícil concebir que proceda de otra mano que no sea la del apóstol. Este libro lo escribió hacia el final de su vida y posiblemente pasaba de los ochenta años de edad cuando recibió esta visión. La fecha que normalmente se considera como aquella en la que fue escrito es alrededor de los años 94 a 96 A.D. Ha llegado hasta nosotros, como nos dice, como una carta escrita a una serie de iglesia, un total de siete, que se encontraban en la provincia romana de Asia. Mas adelante se mencionan los nombres de estas iglesias a las que les dedicaremos tiempo en esta serie. En la actualidad la provincia de Asia es Turquía.

«Gracia a vosotros y paz de parte del que es y que era y que ha de venir…

Eso describe a Dios el Padre, al Eterno. Su nombre en hebreo, Yahweh, significa Yo Soy y esta afirmación es un analisis del verbo. «Yo soy el que es, el que era y el que ha de venir por lo tanto es el que existe eternamente.

«y de parte de los siete Espíritus que están delante de su trono…

Esta es la primera de una serie de siete que se mencionan en el libro del Apocalipsis. Siete es el número clave de este libro. Siempre que nos encontramos el número siete en este libro es el símbolo de lo que está completo, de la perfección y de la plenitud. Es el Espíritu de Dios en la plenitud de su ser. Esto lo confirma un versículo en la profecía de Isaías. En el capítulo 11, versículo 2, el profeta habla acerca del Espíritu que reposará sobre el Mesías y dice:

«Sobre él reposará el Espíritu de Jehová (el número uno); espíritu de sabiduría (número dos) e inteligencia (número tres) espíritu de consejo (cuatro) y de fortaleza (cinco); espíritu de conocimiento (seis) y de temor de Jehová (siete).

De modo que los siete espíritus son el Espíritu Santo en toda su plenitud. El es quien nos da este libro, el Espíritu de Dios en toda la plenitud de su ser y de Jesucristo, que es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra.

Nuestro Señor Jesús es la figura central del libro, como veremos con frecuencia al estudiarlo, pero aquí nos lo presentan por primera vez, con tres facetas diferentes. Es el «testigo fiel, es decir, lo que dice es verdad y se puede contar con ello. Lo que dice es la más básica realidad. Creo que no hay nada que signifique más para mi al leer la Biblia que entender que aquí tenemos la revelación de las cosas tal y como son. El mundo en que vivimos es un mundo confuso. Nos vemos bombardeados por filosofías conflictivas, con ideas que son ampliamente diferentes, con muchos sistemas de valores que son antagónicos unos con otros, y con frecuencia nos tenemos que preguntar a nosotros mismos: «¿Quién tiene la razón? Pues bien, aquí tenemos la palabra del testigo Fiel, de aquel que dice la verdad.

Aquí se le llama «el primogénito de entre los muertos lo cual es una referencia a su resurrección. El es el primero en levantarse en gloria después de haber estado una vez muerto. Todos los demás, que fueron resucitados de entre los muertos en la Biblia, fueron personas que regresaron a la misma vida terrenal que habían disfrutado con anterioridad, pero no fue ese el caso de Jesús. Cuando fue resucitado, también fue glorificado, y es esa vida glorificada la que él concede a aquellos que creen en él porque él es el dador de la vida.

En tercer lugar, nos lo presentan como «el soberano de los reyes de la tierra. ¿No es eso algo que nos estimula? Todos los poderosos dirigentes que tenemos en nuestros días afirman ser soberanos y capaces de hacer su voluntad, pero aquí tenemos al que es «el soberano de los reyes de la tierra. El es quien fija los límites dentro de los cuales tienen que vivir los otros. Por lo que, él es el gran creador de la ley, el rey sobre todos los otros reyes. Así que aquí nos lo presentan como el que dice la verdad, el dador de la vida, el creador de la ley y el texto continua diciéndonos lo que hace en el versículo 5:

«Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados con su sangre, y nos constituyó en un reino, sacerdotes para Dios su Padre, a él sea la gloria y el dominio para siempre jamás. Amén. Esta es la primera doxología del libro. Es un himno de alabanza, que reconoce la grandeza de nuestro Señor. Fijémonos en la triple division. Para empezar, él nos ama y es algo que está en presente, no en pasado. Es verdad que nos amó, que amó a todo el mundo «porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito. Pero Jesús nos ama ahora y es precisamente el punto que Juan quiere dejar claro. Todo lo concerniente a la vida del creyente debiera basarse en el amor del Señor Jesús. Es la cosa más sorprendente, porque aquellos que sabemos en nuestros corazones que con frecuencia nos falta fe, que somos insensatos, que cometemos pecados y somos egoistas, pero a pesar de eso él nos sigue amando. ¡Qué gran diferencia cuando empezamos a creerlo!

Hace años, cuando yo viajaba con el Dr. H.A. Ironside, nos encontrabamos en el estado de Virginia, y allí conocimos a un hombre que era Rector de la Iglesia Episcopal, que nos contó la historia de su conversión. No he leido nunca esa historia en ninguna parte, pero no me he olvidado jamás de ese relato tan asombroso. Dijo que había estudiado en la Universidad de Cambridge cuando invitaron a D.L. Moody a que hablase a los estudiantes de la universidad. Este rector era entonces uno de un grupo de estudiantes que estaban muy enfadados por el hecho de que hubieran invitado a hablar a un predicador americano pueblerino como Moody, que destruía la lengua inglesa del rey al hablar. ¡Se decía acerca de él que era el único hombre que era capaz de pronunciar Jerusalén como una sola sílaba! Cuando aquellos jóvenes se enteraron de que iba a ir a hablar al que se consideraba como el centro de la cultura del mundo, se propusieron perturbar las reuniones burlándose y riéndose de él. Cuando empezó la reunión, los jóvenes se habían sentado en las primeras filas, dispuestos a insultarle y a echar a perder la reunión. Pero antes de que hablase Moody, Ira B. Sankey, su gran cantante de gospel, se puso en pie y cantó. Su voz consiguió que se hiciese el silencio entre la multitud y tan pronto como terminó de cantar, sin una sola palabra de presentación, D.L. Moody se colocó tras el podio, apuntó con el dedo a los jóvenes sentados en la primera fila y les dijo: «jóvenes, no crean ustedes que Dios no les ama, porque lo hace. Ellos se quedaron tan asombrados por su comienzo poco gramatical y su acento que escucharon a Moody en silencio. Poco después volvio al tema y les dijo una vez mas: «jóvenes, no crean que Dios no les quiere porque sí lo hace. Este hombre nos contó que Moody estuvo hablando del amor como si hubiera sido una carrera perdida y nos dijo: «empecé a verme a mi mismo de una manera muy diferente y al final de aquella reunión le entregué mi corazón a Cristo.

Eso es lo que Juan intenta enfatizar aquí. Dedica su libro «al que nos ama y al que además «nos libró de nuestros pecados con su sangre. El es quien rompe las cadenas de los malos hábitos en nuestra vida, el que nos libra de las dependencias que hemos permitido que nos acosen y que nos limitan. Estoy seguro de que algunos de los que están aquí presentes habrán tenido que luchar en contra de la dependencia a la droga o al alcohol y saben bien de qué modo tan horrible pueden apoderarse de sus vidas . ¡Pero aquí tenemos a Uno que nos libera de nuestros pecados! Todos nosotros somos personas que dependemos del pecado y todos nos hemos visto atados por las cadenas del mal, en un sentido u otro, ya sea por actitudes egoístas, por el mal genio, por nuestras pasiones lascivas, o por nuestra manera de hablar con ira acerca de nosotros mismos, etc. etc. Somos tan víctimas del mal como cualquier persona que es adicta al alcohol o a la droga, pero aquí tenemos a Uno que nos ha hecho libres sacrificando su propia vida.

«El quebranta el poder del pecado cancelado,

y libra al prisionero; su sangre puede limpiar al peor de todos;

¡Su sangre a mi me liberó!

Pero es más que eso, «nos hizo sacerdotes para Dios su Padre. La labor del sacerdote consistía en librar de la sensación de alejamiento que sentían las personas que se relacionaban con Dios. Los pecadores se sienten alejados de Dios, pero gracias a la labor de los sacerdotes se podían acercar a El. En el Antiguo Testamento los sacerdotes explicaban el significado de los sacrificios y de ese modo hacían posible que el pueblose acercase a Dios. Esa es la labor de los creyentes actuales. Debemos de ayudar a las personas en su agonía, en su sufrimiento, en su mundo de oscuridad y a los que están perdidos, para que puedan darse cuenta de que Dios está ansioso por acercarles a su persona y eliminar de sus vidas esa sensación de alejamiento. Y precisamente es por eso por lo que Jesús nos ha convertido en «un reino de sacerdotes. ¿Se considera usted alguna vez a sí mismo como un sacerdote? Eso es lo que Dios le ha mandado a usted a hacer en este mundo y a mi también.

De modo que se nos presenta al Señor no solo como el que es y lo que hace, sino también como el que hará lo que sucederá en el futuro. «He aquí que viene con las nubes. Ese es el punto vital de toda la historia. Es «ese acontecimiento lejano y divino, hacia el cual se dirige toda la creación. Uno de estos días aparecerá a través de los cielos, del mismo modo que se fue de la tierra, y volverá nuevamente en gloria. Su venida tendrá un impacto universal. Para empezar,

«todo ojo le verá….

El mismo Jesús nos lo dice. Si ha leído usted el capítulo 24 de Mateo, sabe usted que él mismo describe este acontecimiento.

«Entonces se manifestará la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y en ese tiempo harán duelo todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre la nubes del cielo con poder y gran gloria.

Nadie se lo perderá y ni siquiera necesitaremos una televisión para poder verle venir porque aparecerá por todas partes, como esa Unidad de la deidad, que puede ser visible para todo el mundo alrededor de toda la faz de la tierra al mismo tiempo. De modo que cuando él venga será visible para todos. Pablo llama a este acontecimiento «el resplandor de su venida (2ª Tesalonicenses 2:8) literalmente «el destello de la parousia. Y entonces hasta los judíos le reconocerán. Juan nos dice:

«aun los que le traspasaron.

Esta es una referencia al capítulo 12 de Zacarías, en el cual se nos dice que cuando él venga hasta los que le traspasaron le mirarán y harán lamentación con gran dolor y le preguntarán: «¿Qué heridas son esas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en la casa de mis amigos.

Hace algunos años me reuní con un grupo de rabinos en Los Angeles, y estuvimos discutiendo acerca de las diferencias entre el Cristianismo y el Judaismo. Uno de ellos me dijo: «¿sabe usted una cosa? Cuando vuelva el Mesías los judíos le dirán «bienvenido, pero ustedes los cristianos le dirán «bienvenido una vez más. A lo que yo le dije: «¿y qué dirá el Mesías? Me dijo, «creo que dirá sin comentarios,. Uno de los grandes rompecabezas de la historia ha sido el motivo por el cual los judíos le han dado la espalda con tal determinación a la evidencia de que Jesús es su Mesías prometido. Es la «ceguera en parte que dice Pablo que le sucederá a la nación por causa de la continuada incredulidad, pero no será para siempre. Llegará el día en que Israel reconocerá a su Mesías. La profecía lo predice y aquí el mismo Jesús lo confirma con sus palabras «aun los que le traspasaron le verán en ese día. El tercer resultado es:

«todas las tribus de la tierra harán lamentación por él. Estoy convencido de que esta es una referencia a aquel gran acontecimiento que se describe en el segundo capítulo de Filipenses en el que se nos dice: «para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre que Jesucristo es el Señor. Los hombres se darán cuenta, por fin, al aparecer el Señor mismo, del lugar que han ocupado en relación con él y se lamentarán porque serán conscientes de la manera tan horrorosa como le han tratado a él y a la obra que ha realizado a favor del hombre en la cruz.

En el versículo 8 nos encontramos ahora con algo que es realmente impresionante. Es como si Dios hubiera cogido una pluma y con su propia mano hubiera firmado su nombre.

«Yo soy el Alfa y la Omega dice el Señor Dios, «el que es, y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. En ningún otro libro de la Biblia tenemos este maravilloso imprimatur de Dios, que ha firmado el libro con su propio nombre y se ha identificado ante nosotros. Al leer este libro estamos leyendo, en realidad, un ejemplar ¡autografiado por su propio autor!

Finalmente, en los versículos del 9 al 20, con los que terminaremos, nos encontramos con la historia del encuentro con Jesús.

«Yo Juan, vuestro hermano y coparticipe en la tribulación y en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pergamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea., Di la vuelta para ver la voz que hablaba conmigo. Y habiéndome vuelto, vi siete candelabros de oro y en medio de los candelabros a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una vestidura que le llegaba hasta los pies y tenía el pecho ceñido con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve, y sus ojos eran como llama de fuego. Sus pies eran semejantes al bronce bruñido, ardiente como en un horno. Su voz era como el estruendo de muchas aguas. Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de la boca salía una espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le ví, caí como muerto a sus pies. Y puso sobre mi su mano derecha y me dijo: No temas. Yo soy el primero y el último, el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Así que, escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas. En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete iglesias.

Apenas si ha comenzado el libro del Apocalipsis cuando la verdad comienza a sernos presentada por medio de símbolos. No es ese el aspecto que tendrá Jesús cuando le veamos en gloria. No será de esa manera cuando aparezca. Esos son símbolos que nos hablan acerca de lo que está llevando a cabo en ese momento, no acerca de su aspecto sino de cómo es, de su personalidad, o de algunos aspecto de la misma que desea enfatizar.

Juan nos dice que todo esto le sucedió un domingo por la mañana, cuando se encontraba en la isla de Patmos, una pequeña isla de solo 4 millas de ancha y 6 millas de largo, cerca de la costa de Turquía en el Mar Hegeo. Allí mantenía el Imperio Romano algunas minas y canteras y, al parecer, Juan había sido desterrado a esta isla por causa de su testimonio y por predicar acerca de Jesús. Era prisionero en Patmos, pero un domingo por la mañana, (eso es lo que quería decir «el Día del Señor para los cristianos primitivos, comenzaron a reunirse de inmediato no en el sábado, como hacían los judíos, sino el domingo, el primer día de la semana, el día de la resurrección) y Juan se encontraba «en Espíritu. Lo que quiere decir eso es que estaba adorando. No significa que estuviese en un estado de éxtasis. Quiere decir que estaba honrando a Dios y pensando en él, dando tributo a su majestad, a su grandeza y a su poder, adorando a Dios. Recordemos lo que Jesús le dijo a la mujer junto al pozo en Juan 4: «pero la hora viene y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad y Juan estaba «en el Espíritu en ese día del Señor cuando oyó la voz a sus espaldas como una voz de trompeta y la voz le dijo «escribe en un pergamino lo que ves y mándaselo a las siete iglesias. Juan hizo exactamente lo que usted y yo habríamos hecho, se dio la vuelta para ver quién le hablaba con aquella voz tan poderosa y a quien vio fue al Señor que estaba allí entre siete candeleros de oro, con siete estrellas en su mano. Ahí tenemos esa segunda serie de sietes en este libro. Iba ataviado con las vestimentas de un sumo sacerdote, lo cual revela que él es el Gran Sumo Sacerdote.

Esta visión nos ha sido dada con el fin de que seamos conscientes de que nuestro Sumo Sacerdote sigue realizando su ministerio entre sus iglesias. Su ministerio se caracteriza por lo que se nos revela aquí. Llevaba puesto, para comenzar, una vestidura larga, que le llegaba hasta los pies, con un cinto de oro alrededor de su pecho. Dios habla acerca de la deidad en las Escrituras. Por lo cual, indica que Jesús es un sacerdote, que es él mismo Dios. Su cabeza y su cabello eran blancos. Estos símbolos se utilizan en el libro de Daniel y nos hablan acerca de la sabiduría y la pureza y aquí tenemos a Uno que se caracteriza por estas virtudes. Sus ojos eran como llama de fuego, a los que nada se les podía escapar. Sus pies eran como de bronce bruñido, ardiente como en un horno y su voz como el estruendo de muchas aguas. Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. El fuego nos habla acerca del juicio y su rostro estaba iluminado por un brillo incandescente, que simboliza la intensidad de la verdad.

Me pregunto si Juan no volvería, en su recuerdo, a aquella escena que tuvo lugar al norte de Israel cuando él y su hermano Jacobo, juntamente con Pedro, fueron llevados por Jesús a la cima del monte y mientras estaban orando, de repente, Jesús se transfiguró delante de ellos. Sus vestiduras brillaron con una blanqueza que nada en la tierra puede igualar y su rostro brilló como el sol. No cabe duda de que aquella escena debió pasar por la mente de Juan al ver allí a Jesús. Pedro nos dice en su segunda epístola que aquella experiencia que tuvieron en el monte fue como una visión anticipada de la venida de Jesús. Tal vez eso expliqué por qué al final del evangelio de Juan se nos dice que los otros discípulos le preguntaron a Jesús «Señor ¿y qué de este? refiriéndose a Juan. Jesús les contestó de una manera un tanto extraña diciéndoles: «Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué tiene eso que ver contigo? Entonces se corrió la voz entre los discípulos de que Juan no moriría nunca porque Jesús había sugerido que se quedaría hasta que Jesús regresase. Pero la explicación la encontramos aquí, en el libro del Apocalipsis.Juan permaneció, de hecho, con vida hasta que vio la venida de Jesús en esta visión que le fue dada. Aunque murió a los 90 años y pico, y fue enterrado en Efeso según nos dice la tradición, vio efectivamente la venida del Señor.

La voz que oyó fue como el sonido de las olas cuando se estrellan contra las rocas, el sonido de muchas aguas, una poderosa voz que ruge. La espada de dos filos es evidentemente el símbolo de la palabra de Dios. Los símbolos nos dicen en este libro lo que Dios va a hacer. El es el Gran Sumo Sacerdote que realiza su ministerio entre los suyos, en una escena de desolación y de juicio, pero con todo y con eso él sigue controlando los acontecimientos y en medio de ellos está revelando la verdad de la palabra de Dios.

Pero en el libro de Apocalipsis Jesús aparece también en otras capacidades. El es el Cordero en el capítulo 5, ahí aparece además como el león. Es el que cabalga sobre un gran caballo blanco, en el capítulo 19. Es el Esposo, que viene a recoger a la esposa en el capítulo 21, de modo que se usan diversos símbolos como descripciones de los diversos ministerios de nuestro Señor que realiza su obra entre su pueblo.

En los versículos 17 y 18 nos enteramos de cuál es la reacción de Juan ante esta visión asombrosa.. «Cuando le ví, caí como muerto a sus pies. Y puso sobre mi su mano derecha y me dijo: No temas. Yo soy el primero y el último, el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Así que escribe las cosas que has visto, y las que han de ser después de estas. Esta es la labor que le ha sido encomendada a Juan, la de escribir este libro y su reacción es una con la que nos hallamos con frecuencia cuando un hombre se encuentra con el Dios glorioso. El «cayó a sus pies como muerto, quedándose atónito por lo impresionante de la personalidad de Dios. A Isaías le sucede exactamente lo mismo cuando ve al Señor en lo alto, con su séquito llenando el templo. A Job le pasa cuando le es revelada la sabiduría y el prodigio de Dios. En toda la Biblia vemos que cuando Dios aparece solo hay un lugar en el que podemos estar, sobre nuestras rostros como si estuviesemos muertos.

Pero la reacción de Jesús es típica y muy característica de él. Fíjese que hace tres cosas. ¡Primero, le toca! Puso su mano sobre él. Si lee usted los evangelios verá que Jesús está siempre tocando a las personas. Cuando sanó a un leproso le tocó. Cuando le abrió los ojos al ciego puso sus manos sobre los ojos del ciego. De modo que aquí toca a Juan. Y a continuación, le tranquilizó diciéndole: «No temas, le dijo «no tengas ningún miedo, yo no soy tu enemigo, soy tu amigo. Soy el primero y el último (es decir, soy el que pongo límite al tiempo y a la historia. Todo el mundo tiene que vivir dentro de esos límites que yo he determinado). Soy el que está vivo (siempre estoy disponible) estoy vivo para siempre, por los siglos de los siglos. (No habrá nunca un momento en que me necesites y yo no esté presente y a tu disposición.) Y además yo tengo las llaves de la muerte y del Hades (o el Infierno), que es el enemigo de la vida espiritual. (Yo soy el encargado de ambos lugares, de ambas fuerzas) por lo tanto, no tienes por qué temer.

Entonces le encarga a Juan diciendo: «¡Escribe! Y le dijo lo que tenía que escribir, en tres divisiones diferentes. «Escribe lo que has visto y eso abarca lo que estamos estudiando hoy en este capítulo 1. Y escribe «lo que es, eso es lo que sucede en los capítulos 2 y 3 de este libro, las epístolas a las siete iglesias. Y escribe «lo que ha de venir que abarcaría del capítulo 4 al 22, el resto del libro de Apocalipsis. Así que es el mismo Jesús es el que establece las divisiones de este libro y si las seguimos con atención podremos entender lo que está diciendo.

Ahora bien, lo que dice el versículo 20, que realmente pertenece al próximo capítulo, explica los dos símbolos que Juan ha visto: los siete candeleros de oro y las siete estrellas. Jesús dice:

«En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha, y de los siete candeleros de oro; las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias y los siete candeleros son las siete iglesias.

Con esto empezaremos nuestro estudio del domingo que viene. Explicaremos más acerca de estos símbolos cuando lleguemos a ello, pero el punto vital de este primer capítulo consiste en que fijemos nuestra atención en Jesús, que es la figura central del libro, de la misma manera que es la figura central de toda la historia. No es posible vivir ninguna vida de manera realista sin referencia a él. A los cristianos se nos ha llamado a vivir como viendo al que es invisible y esto es algo que debería de afectarnos todos los días. Aquí tenemos al que mañana irá con usted al trabajo, el que va con usted en su coche, el que le cuida mientras usted duerme. Es el que escoge las circunstancias de su vida. El está dispuesto a concederle, en cualquier momento que lo pueda usted necesitar, el valor, la paz, el perdón, la sabiduría. De modo que Juan *****ple con el propósito que le fue encomendado: elevar y concentrar nuestra atención sobre la figura de Jesús, para que le podamos conocer, para que sepamos quién es y para que entendamos lo que está dispuesto a hacer.

Oración

Gracias Señor Jesús por esta revelación. Gracias porque nos revela y predice los grandes acontecimientos que afectarán las vidas de cada uno de los seres humanos del planeta. Te pedimos, Señor, que nos ayudes a entender estas cosas y mas que eso, que nos tomemos muy en serio lo que ha sido escrito, para que sepamos guardar estas revelaciones y permitir que amolden nuestras vidas a lo que nos revelan.Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amen.



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Nº de Catálogo 4189

Apocalipsis 1:1-18

Primer Mensaje

5 de Noviembre, 1989



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