Los discípulos no se sintieron capaces de enfrentar ese gran problema. No sabían cómo dar una solución adecuada a esa situación, por lo que sugirieron que mejor fuera despedida la multitud.
A la luz de este pasaje bíblico veremos hoy cinco pasos que se deben dar cuando encaramos problemas serios.
1.- CREER QUE EL SEÑOR TIENE LA SOLUCIÓN.
Dios siempre tiene soluciones previstas. Sin embargo quiere saber la impresión de sus discípulos (5) “¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta gente?
Y, como siempre que existe una dificultad, los discípulos empezaron a buscar soluciones humanas.
Felipe.- “Ni 200 denarios alcanzarían…” (¡Qué problema).
* Denario.- Moneda romana de plata que llevaba una inscripción o imagen del Emperador. Era el sueldo diario (Salario).
Andrés dice: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces, pero ¿Eso de qué sirve?”
Así nosotros. Nos desbaratamos buscando una solución, pero ponga atención a esto: “Jesús mismo sabía lo que había de hacer” (6)
Jesús sabe lo que tiene que hacer. Pero nosotros siempre cometemos el error de querer resolver los problemas por él.
2.- TODOS NUESTROS RECURSOS (POCOS O MUCHOS) HAY QUE ENTREGARLOS A DIOS PARA QUE ÉL RESUELVA EL PROBLEMA.
Necesitamos creer que lo poco que tenemos puede ser más que suficiente en las manos de Dios.
En este pasaje, el milagro se realizó en las manos de Jesús. “Tomó, dio gracias, lo partió y lo distribuyó.” ¡Y alcanzó para todos!
Si estos pocos recursos los hubieran partido y distribuido los discípulos, sólo hubiera alcanzado cuando mucho para veinte personas. Pero fue Dios quien lo hizo y todos comieron.
3.- DEBEMOS PENSAR EN OTROS PRIMERO.
Los discípulos pudieron observar que el problema de la alimentación se estaba resolviendo. Sin duda que ellos también tenían hambre, tal vez también pensaron que se podía terminar el alimento. Sin embargo, pensaron primero en otros.
Puede darse el caso de que no nos alcance lo poco que tenemos porque sólo estamos pensando en nosotros. Yo he aprendido que aún en la pobreza, dando es como recibimos.
En los tiempos de Elías hubo una gran hambre y sequía por tres años y medio. Había muchas viudas en Israel que sufrirían esta situación. La Biblia dice que Elías fue enviado a una de ellas para que lo alimentara. Como que no era muy congruente que en ese periodo crítico, tiempo de hambre, se tuviera que mantener a un profeta, lo que quería decir una boca más.
Pero Dios ya había dicho a Elías que se fuera a Sarepta y que allí sería alimentado por una viuda. De manera que él obedeció.
Cuando Elías llega se encuentra con una viuda que mete la mano a la tinaja de la harina y ya casi no queda nada. el aceite también se le está terminando. Si Dios no interviene, ella y su hijo morirán.
Esas eran las circunstancias por la que atravesaba esta viuda, cuando llega Elías pidiendo un vaso de agua. ¡Pero después pidió comida! “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano”.
La respuesta de la viuda no se hace esperar: “Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos y nos dejemos morir.”
Elías parecía no entender la situación, pues dice: “No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mi primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo, porque Jehová, Dios de Israel ha dicho así: la harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra”
La viuda obedeció y se fue a preparar la torta cocida. Yo creo que si su hijo la vio, debió decirle “¿Le vas a dar la torta a ese hombre? Yo también tengo hambre, dámela a mí y no a ese que a lo mejor ni profeta es.”
Yo me imagino que sirvieron la mesa, pusieron la torta y el muchachito estaba con la boca abierta viendo cómo Elías se iba a comer la torta. Paréceme escuchar el grito de angustia del niño cuando el profeta le dio el primer mordisco a la torta.
Alguien ha dicho que si hubiera habido periodistas de los que hay ahora, le hubieran tomado una foto a Elías y habría aparecido en los diarios de todo el mundo el siguiente encabezado: “Profeta desalmado se come la torta de un pobre huérfano y una viuda”.
La Biblia parece indicar que Elías se comió muy tranquilamente lo que se le ofreció, porque sabía que esta pequeña torta en su estomago, era la mejor inversión de ese pobre hogar. Esa torta comida por Elías representaba la provisión de Dios por dos años y medio. Así es como Dios actúa.
Nunca faltó harina y aceite a esta viuda. Dios es fiel.
Los discípulos que se preocuparon por dar primero a los demás, al final con alegría vieron que “Al que parte y comparte, le toca la mayor parte”, porque se saciaron ellos y ¡sobraron doce canastas llenas de comida!
4.- DEBEMOS TENER CUIDADO DE NO DESPERDICIAR LA BENDICIÓN.
Esto quiere decir: Tener cuidado de aprender la lección.
¿Qué hacemos después que el problema está resuelto?
-El pueblo se dispuso a proclamar rey a Jesús. (15)
-algunos se quedan comiendo o disfrutando de la bendición sin siquiera dar gracias a Dios. Les parece muy natural, que ya no se les hace milagro.
En este sentido se desperdicia la bendición, porque no tenemos presente las veces que Dios nos ha respondido, por lo que cuando viene un problema similar no sabemos que hacer.
Eso les pasó a los discípulos. (Marcos 8:14-21) Leer.
En esta escritura dice que Jesús hizo dos milagros parecidos. Una vez alimentó a cinco mil y sobraron doce canastas llenas. La otra ocasión fue cuando alimentó a cuatro mil y sobraron siete canastas. Pero los discípulos no aprendieron nada acerca de la provisión de Dios.
En estos versículos de Marcos, vemos que los discípulos que viajaban con Jesús en una barca, se olvidaron de llevar pan. El Señor les hablaba sobre la contaminación de los fariseos (Levadura) y ellos pensaron que los estaba regañando por no haber llevado pan. Jesús les dijo: ¿Se acuerdan de los milagros…? ¿Cuántas canastas sobraron? ¿Ni así entienden?.
Nosotros hemos tenido experiencias, hemos visto las maravillas de Dios, pero cuando topamos con un problema, lo primero que hacemos es olvidarnos de lo que hace Dios y buscamos soluciones humanas.
Las bendiciones de Dios no se deben olvidar o desperdiciar. Debemos tenerlas presentes en nuestra vida. Son las que nos hacen crecer.
Concl.- La vida cristiana involucra el enfrentar y resolver conflictos, pero cuando la tempestad arrecie, y nuestros recursos sean pocos o nulos, lo primero que tenemos que hacer es recordar que su poder permanece.
(Jer. 32:27) “¿…habrá algo que sea difícil para mí?
No hay nada difícil para el Señor. Él tiene todo el poder. En Él confiemos y resolvamos los problemas a la manera de Dios.
Manuel Cabezud González
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