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Poseer el Gozo de Dios

pero frente a esta realidad el mundo, esto es, el pueblo que no conoce a Cristo percibe claramente señales internas que revelan nuestra naturaleza espiritual más allá de lo que decimos que somos, hablamos o actuamos, y una de ellas es el gozo.

En mi lugar de trabajo, un colegio, a menudo aparecen papeleras quemadas, cristales rotos, pintadas en las paredes, puertas. Hace pocos días un tractor que realizaba unas obras con una grúa estuvo a punto de ser incendiado, pero no se libró de que le rompiesen todos los instrumentos que se antojaban fácil para desarmar. Así cada fin de semana…


¿Por qué? No es porque se busque algún tipo de venganza, o por rabia ante determinada situación, o por enfrentarse a alguien o a la escuela misma; si no porque tales acciones producen gozo a quienes la realizan, es la sensación, sin duda agradable de hacer algo que está prohibido, que exige cierta valentía o coraje, que demuestra cierto dominio y desprecio a lo que es corriente o normal, así mientras acarrean trozos de madera y papeles para poner debajo del tractor y tratan de incendiarlo, disfrutan de nuevas sensaciones, sin duda es una manera de gozo, el riesgo a que los somete la circunstancia.

Todos buscamos el gozo, es un bien deseable. Una canción ya antigua exponía que la salud el dinero y el amor era lo fundamental, con salud dinero y amor, lo tendremos todo: entendemos, trabajo, casa, coche, los bienes de consumo aparentemente necesarios, cierta calidad de vida; sin embargo la realidad nos demuestra que esto no es suficiente, aun falta algo, se puede tener todo esto y más y no ser una persona con gozo.

Y es que el gozo va más allá de lo monótono, es algo que realmente imprime carácter podríamos definirlo tal vez como «ser manifiestamente felices» aun a pesar de las circunstancias,

En el texto de Nehemías nos encontramos en un momento en que el pueblo de Israel experimenta un nuevo encuentro con el Señor; el Libro de la Ley había sido olvidado, pero ahora el sacerdote Esdras lo leía delante de toda la congregación de los hijos e hijas de Israel, ellos escuchaban, y al hacerlo sin duda discernían su condición de pecadores; y dice el texto que todos lloraban oyendo las palabras de la ley.


Posiblemente pudiésemos pensar pues si lloraban, si demostraban de este modo su arrepentimiento no está del todo mal entonces; pero aquel pueblo arrepentido es exhortado a no entristecerse; porque ante ellos se presentaban una nueva vida, un nuevo caminar con Dios, era más día de fiesta que de tristeza, porque el pueblo nuevamente había encontrado a su Dios.


Pero fijémonos en el énfasis de la exhortación. No os entristezcáis porque el gozo de Dios es vuestra fortaleza.


Y la clave es que no es un gozo cualquiera, no es el gozo particular de cada uno, es el gozo de Dios.

Mirémonos por unos momentos a nosotros mismos, tenemos tanto; y sin embargo no tenemos gozo, y si lo tenemos examinémonos qué clase de gozo es el que creemos que estamos teniendo.

A menudo podemos decir, defendiéndonos a nosotros mismos, que tenemos el gozo de la salvación, pero es ya un tópico, ¿porque acaso se hace real este gozo en cada momento de nuestra vida? ¿Cuál es la realidad de la transcendencia que esto produce en nosotros?


Hace tiempo, el sentido de la fragilidad de la vida estaba más presente en la sociedad, cualquier día una enfermedad suponía el fin, o un ataque invasor, o un robo, era tanta la vulnerabilidad que el sentido y la necesidad de la confianza futura, en la vida eterna era en realidad una necesidad que sin duda en un mundo lleno de miedo y desconfianza otorgaba paz, e infundía gozo; pero ahora nosotros, nuestra sociedad nos engaña, nos encubre este sentido de fragilidad nos hace creer que somos prepotentes, poderosos, hacemos planes, y más planes, nos enfrentamos a una cierta comodidad,… , así que el sentido de la eternidad pareciera que quedase un tanto lejano para que nos afecte como debiera; evidentemente esto no debiera ser así, pero no tenemos más que examinarnos a cada uno y verificar en que situación nos encontramos.


¿Qué tenemos que ofrecer al mundo? Que puedan ver a través de nuestra realidad; no como otrora hicieran que tantos, en el transcurso de la historia del cristianismo, predicaban lo que no practicaban, ni vivían, y hasta tal vez ni tan siquiera anhelaban, todo era una farsa…

El gozo del Señor es nuestra fortaleza.

La Palabra de Dios nos exhorta en diferentes ocasiones a estar siempre gozosos, pero debemos de confesar que estar siempre gozosos parece ciertamente algo complicado, ¡qué cosas raras y difíciles nos pide nuestro Dios!

¿Cómo voy a tener gozo si he suspendido los exámenes? Sí he fracasado en el estudio, en una relación, si he estropeado una amistad, si sigo sin trabajo, si no tengo dinero, si me parece que nadie me quiere, si todo me sale mal, si…

Si no disfruto de la oración, si me aburro en la iglesia, si no me gusta leer la Palabra de Dios, si me siento harto, de si…,

¿ Cómo puedo entonces tener gozo?

Pero sin duda la pregunta debiera ser ¿Cuál es el gozo del Señor? ¿Cuál fue el gozo que tuvo Jesús?

Porque todo el mundo tiene su motivo de gozo particular:

Quemar papeleras, hacer gamberradas, disfrutar de una buena comida, tener posesiones y pasearse placenteramente por ellas contemplando su hermosura, los amigos, el dinero, el cine, la televisión, la informática, la los, el , …

¿Pero qué gozo es el que nuestro Señor nos ofrece?, y que ha de transformar nuestra vida, porque es nuestra fortaleza.

Fíjate puede fortalecernos para orar, evangelizar, estudiar la Palabra de Dios, vivir con una paz maravillosa que sorprenderá a todos, sea la circunstancia que sea, hacer real que podemos tenerlo todo por basura para ganar a Cristo…, qué difícil, pero qué hermoso.

Leíamos en el evangelio de Juan, como oro Jesús, por nosotros:

«Permaneced en Mí, y Yo en vosotros»; «Si permanecéis en Mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho» «Como el Padre me ha amado, así también Yo os he amado; permaneced en Mí amor» «Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en Mí amor…» «Estas cosas os he hablado para que Mí gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea *****plido»

En verdad es casi un insulto emplear la palabra felicidad en relación con Jesucristo, en el significado que mencionamos de: calidad de vida, disfrute de la vida tal y como cada uno de nosotros pudiésemos plantearnos.

El gozo de Jesucristo no ha sido el de satisfacción propia de sus necesidades humanas; el pasó hambre, frío, persecuciones, dolor, angustia, martirio…

Por eso nuestros valores del gozo no habrán de ser los mismos que los que el mundo persigue o anhela, Jesús no ha dado su vida para ofrecernos únicamente satisfacción personal, aunque a la postre nos la ofrece, para ofrecernos calidad de vida, aunque también se nos ofrece, para ofrecernos bienes materiales, aunque nos lo da, para ofrecer sanidad a nuestras dolencias aunque nos la da; …, pero nunca la prioridad está en el trabajo, el coche, los amigos, ni siquiera la familia, la prioridad habrá de estar únicamente en su persona…

El gozo de Dios es el que tenían todos y cada uno de los mártires que ofrecieron su vida, su dolor, sus familias, sus posesiones, sus trabajos, sus anhelos, sus emociones, sus gustos, …, todo, en sacrificio a Cristo.

El Gozo del señor es la obediencia a Él.

¿¡Qué extraño!?

Pero la plenitud de la vida de los cristianos, de los hijos de Dios no consiste en la salud física, ni en acontecimientos exteriores, ni tan siquiera en ver el buen éxito de la obra de Dios; sino en la perfecta comprensión de Dios y en la comunión con Él, que el mismo Jesucristo tuvo con el Padre…

En una ocasión los discípulos se regocijaban de que los demonios se les sujetasen; ¿quién no lo haría? Qué gozo de ver que los enfermos se sanan fruto de la oración, que se producen milagros, que los dones de poder son ejercidos en la iglesia, que la autoridad del Señor es manifiesta, que la iglesia prospera y crece…, pero aun en todo ello tan bueno no habrá de cimentarse el gozo de Dios. Dijo Jesús ante bien regocijaos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.

Jesús dijo que aquellas señales seguirían a los que creyesen; nos seguirán, no iremos nosotros detrás de ellas, ellas nos seguirán a nosotros, del mismo modo que nuestras necesidades cubiertas, la calidad de vida, y todas nuestras circunstancias … nos seguirán, pero nosotros habremos de batallar por el reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás nos será añadido.


.- Conclusión.

Frente al supuesto gozo que ofrece la sociedad sin Dios, Jesucristo nos ofrece su gozo.

.- Tener el gozo de Dios es vivir la realidad de la compañía genuina con nuestro Padre. Vivir con él, disfrutando de la realidad de tener un amigo continuo a nuestro lado con el que podemos hablar siempre, no sólo en nuestros momentos más íntimos de oración, sino en cada momento de nuestra vida, onscientes de que nos somos únicamente nosotros solos sino que somos dos. Con Él podemos compartir nuestras emociones más íntimas, nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, nuestras ansias y anhelos, ; podemos compartir, y además recibir, su paz, su ternura, su comprensión, su ánimo, allí en lo más recóndito de nuestros corazones aquella palabra de esfuérzate y sé valiente…, la exhortación de que su poder se perfecciona en la debilidad , y entonces resulta que nuestra vida se va transformado y nuestra realidad de gozo y de paz transciende hacia fuera, y sin saberlo impactamos al mundo a nuestro alrededor que se maravilla de que nuestros valores no son los lógicos, sino que son aun más reales, porque son divinos…

Tener gozo es demostrar activamente la seguridad que tenemos en Dios. Y si vivimos en compañía íntima con Cristo, entonces le amaremos cada vez más, y le conoceremos más, y guardaremos su Palabra, y caminaremos en santidad y … y ya no tendremos miedo a las circunstancias y avatares de la vida, porque podremos ser de verdad conscientes que nuestro Dios está al control de todo, y todo es todo; entonces el sacrificio de Cristo tendrá un sentido más cercano a nosotros y a la postre, esta seguridad real, que nadie posee aunque la finge, transformará igualmente nuestra realidad…


Pero tener gozo es además, vivir en la tierra con la mente puesta en el cielo. Y ¿Cuánto nos esforzamos por vivir en la tierra con la mente de la tierra? Por eso anhelamos tantas veces lo que el mundo anhela, y pedimos lo que el mundo pide; y oramos a Dios por su protección, por nuestra salud, por el logro de nuestros deseos, más o menos materiales, o más o menos egoístas, o … humanos…, o, pero Jesucristo nos está llamando a metas más altas por eso su obra en nosotros ha transformado nuestra mente; en la mente de Cristo y nos ha capacitado para que podamos llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo; de modo que nuestros deseos más humanos sean precisamente los deseos del cielo, los deseos de buscar el Reino de Dios, vivir para Él para conocerle, ( no es acaso maravilloso relacionarse con el Creador de los cielos, de las galaxias, de los universos, del infinito, de lo tan insignificante, de lo pequeño de lo …,)

Todo lo que Dios ha hecho por nosotros es meramente el comienzo. Él quiere hacernos llegar al lugar donde seamos testigos y proclamemos quién es realmente Jesús

Relaciónate bien con Dios, hallemos nuestro gozo allí; en Él, y entonces ríos de agua viva correrán de nosotros. Dejemos de ser unos pedantes santificados y vivamos la vida escondida con Cristo. Porque la vida que está bien relacionada con Dios es tan natural como respirar, dondequiera que vayamos su realidad vienen con nosotros.

Este es el reto que Jesús nos ofrece todo lo demás será una consecuencia lógica, no según la lógica humana pero si según la lógica del cielo, que nos será por añadidura; nuestro testimonio, nuestra santidad, nuestra oración por el prójimo, el evangelismo, la realidad del amor en la iglesia entre nosotros, nuestra felicidad, el gozo del Señor

Por eso Dios nos dice hoy también, pero no os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fortaleza.

Oremos como Jesús nos enseñó a que nuestro deseo primario sea el hacer su voluntad, y hallaremos gozo en ello…