El monte se elevaba majestuoso dominando sobre un extenso desierto. Densos nubarrones cubrían la cumbre y relámpagos amenazadores iluminaban fugazmente la oscuridad reinante kilómetros arriba. Moisés y su asistente llevaban cuarenta días fuera del campamento. Dios manifestaba su gloria y santidad en aquel lugar. Los israelitas miraban con asombro y guardaban silencio. Algo muy importante estaba ocurriendo allá...
Lo trascendente del acontecimiento fue roto por la advertencia de Dios al profeta: “Levántate, desciende pronto de aquí, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido. Bien pronto se han apartado del camino que yo les mandé y se han hecho una imagen de fundición”(Deuteronomio 9:12).