Números
El libro de los Números es el libro que viene después de Génesis, Éxodo, y Levítico del Antiguo Testamento. Este es el libro dónde la cantidad de personas en el pueblo se tomó a manera de censo, tal como lo indica su nombre. Los israelitas habían entrado en tierra de Canaán tras haber vivido cuarenta años en el desierto. El censo de todas las tribus de israel nos aparece al principio del libro de los Números. El número de la tribu de Rubén, el número de la tribu de Simeón, el número de la tribu de Judá, etc., etc., de manera que el número total de varones de edad de veinte años hacia arriba, entre las 12 tribus, a excepción de Leví, sumó a 603,550. Luego, tras haber vivido cuarenta años en el desierto, fueron censados nuevamente justamente antes de entrar en tierra de Canaán. Escrito está en Números 26:51, que el número total de ellos era de 601,730. Esto nos indica que el número de los israelitas fue reducido significantemente tras los cuarenta años.
Quizás nosotros no le demos mayor importancia a ese asunto. Pero, fue algo bastante anormal al considerar el crecimiento de los israelitas mientras estuvieron en Egipto. El número total de la familia de Jacob al llegar a tierras egipcias por medio de José era de setenta. Sin embargo, el número total de la familia de Jacob fue de 600,000 en cuestión de cuatro generaciones. Faraón, el rey de Egipto, ordenó matar a todos los niños hebreos nacidos tirándolos al río Nilo porque tuvo temor de la acelerada multiplicación de ellos. Los israelitas fructificaban y crecían muy abundantemente. Por eso, era muy extraño que el número de los israelitas decayera en vez de aumentar tras haber vivido cuarenta años en el desierto.
En el libro de los Números hay muchas historias que nos explican por qué razón el número de los israelitas fue reducido de 603,550 a 601,730. Si leemos el libro de los Números atentamente, encontraremos que los israelitas murmuraron contra Dios, cayeron en lascivias, etc., y por ello, fueron destruídos en el desierto al hallarse bajo la maldición de Dios. Cuando Dios les ordenó entrar en tierra de Canaán ellos temieron y delataron en entrar diciendo, “Vimos gigantes allí, a los hijos de Anac. Si entramos moriremos.” Dios los reprendió por causa de ello y les mandó no entrar en la tierra. Ellos, sin embargo, entraron en ella y fueron matados por los cananeos. Un hombre de entre los israelitas hasta fue muerto por haber recogido leña en un Día de Reposo. Aquéllos que estaban del lado de Coré también fueron matados por fuego que descendió de Dios por levantarse contra Moisés y Aarón. Algunos de ellos fueron matados con plagas por murmurar contra Dios. Murmuraron contra Dios al desanimarse por causa del camino. Dios les envió serpientes ardientes que los mordieran de manera que muchos de ellos murieron. Y 24,000 israelitas murieron en un sólo día por cometer fornicación.
Los israelitas murieron por vejez también, por supuesto, pero la vida del pueblo en el desierto fue de un progreso de muerte. En otras palabras anduvieron por senda de muerte.
¡TODO LO HAREMOS!
Al leer el libro de los Números por qué razón los israelitas fueron matados, siendo que habían escapado de Egipto y se dirigían hacia la tierra de Canaán por medio de la guía del Señor. Hay algunos aspectos un poco complicados que explicar para poder comprender la razón por la que Dios mataba o los destruía enviando serpientes ardientes o plagas. Por ejemplo, en Números capítulo 21, hay un versículo que dice, “…y se desanimó el pueblo por el camino.” Pensemos acerca de la vida de los israelitas en aquel entonces. Aunque eran guiados por medio de la columna de fuego y por la nube en desierto, el pueblo estaba muy desanimado porque anduvieron por caminos donde no había ni siquera un solo árbol ni un parche de zacate. No tenían dormitorios ni una tina de agua en el baño para descansar mientras hacían esa larga jornada con tanta carga al hombro. Además, su rumbo era impedido muchas veces por los reyes y las gentes de otras tierras. Así es que era bastante normal que estuvieran desanimados.
Estando en ese desanimo el pueblo murmuró contra Dios y contra Moisés diciendo, “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.”
Cualquiera que se hubiera encontrado en la misma situación de ellos se hubiera quejado igual que ellos. Lo único que miraban era desierto, y el maná era la única comida que tenían. Era natural que se quejaran o murmuraran en tal situación. Sin embargo, Dios inmediatamente envió serpientes ardientes tan pronto como hubieron murmurado contra Él, y muchos de ellos murieron al ser mordidos. Al leer una historia tal, podríamos preguntarnos por qué Dios fue tan cruel, o por qué es que Dios, siendo rico en misericordia y gracia, mató a tantas personas por causa de una pequeña queja. Fácilmente podríamos pensar que el Dios cruel, sin sentimientos, y temeroso mató a 24,000 personas solamente por causa de haber fornicado.
Hoy en día muchas personas murmuran contra Dios y no están contentas con Él. También hay multitud de personas que quebrantan el día de Reposo y que cometen adulterio. Sin embargo, podemos ver que la manera de tratar Dios con los israelitas en el libro de los Números es bastante diferente a Su manera de tratar con nosotros hoy en día. ¿Por qué es que el Dios que continuamente enviaba muerte y maldición en aquel entonces no hace de la misma manera con nosotros hoy en día? Yo quería conocer la razón y puede comprender algunas cosas.
De la misma manera en que lo dice el versículo 8 del capítulo 6 de Génesis,“Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.”, hay muchos relatos en la Biblia que nos indican que personas tales como Noé, Abraham, y Jacob recibieron la gracia de Dios. ¿Por qué es que Dios le dio misericordia a Noé, Abraham, y a Jacob pero le dio maldición y destrucción a los israelitas quienes eran hijos de ellos, empezando así desde la parte final del libro de Éxodo? La razón por ello aparece en Éxodo capítulo 19. Como ya conocemos bien, Moisés recibió los Diez Mandamientos en el monte Sinaí en Éxodo capítulo 20. Lo que Dios les dijo antes de darles la ley aparece escrito en el capítulo 19: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros sereis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me sereis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.”(Éxodo 19:5,6) Tras decir esto, todos los israelitas respondieron a una, “Todo lo que Jehová ha dicho haremos.”(Éxodo 19:8).
La gente se puede clasificar en dos grupos. Por ejemplo, aquellos que confían en poder *****plir la palabra de Dios, y aquellos que, al reconocer la maldad adentro de sí mismos, desde un principio saben que no pueden *****plir la ley de Dios. En otras palabras, hay algunas personas que se esfuerzan esmeradamente por *****plir la ley de Dios, y otros que entienden que nunca podrían guardar la ley, y que no tienen otra alternativa más que recibir maldición.
En la Biblia podemos encontrar que Dios no dirigió a quienes fueron como Noé, Abraham, y Jacob por medio de la ley. Sin embargo, mientras los israelitas vivieron en el desierto ellos trataron de presentarse ante Dios por medio de guardar la ley. Cuando Dios les dijo, “Les daré la ley, ¿la van a *****plir? Si lo hacen bien los bendeciré,” todos respondieron, “¡Sí, Señor! Haremos todo lo que nos has dicho.” Como hicieron este juramento, Dios les dio la ley, y como no *****plieron con sus promesas, es decir, no *****plieron con la ley, Dios tuvo que maldecirlos de acuerdo con lo que decía la ley, la cual prometieron que *****plirían.
DOS CAMINOS
Dios nos da dos opciones. La primera es que Dios nos da Su gracia, perdona todos nuestros pecados y se lleva todas nuestras debilidades y enfermedades. Por medio de Su Hijo Jesucristo, Dios nos quiere hacer a nosotros, que somos malvados e inmundos, perfectos, para que podamos presentarnos confiadamente ante Él. Sin embargo, tal gracia no se le otorga a todas las personas.
“Aunque soy un malvado pecador, yo sé que no hay nada que yo pueda hacer por resolver mi pecado. Ya no creo poder mejorarme a mí mismo ni presentarme limpio constantemente ante Dios. No tengo otra esperanza más que recibir la condenación y la destrucción de Dios. No podría ni dejar de pecar ni limpiar mi pecado aunque me tuviera que ir al infierno ahora mismo.”
Dios le da Su gracia a quienes, teniendo un corazón contrito y humillado, reconocen no poder hacer nada. Por supuesto que toda la gente lucha y sufre por causa del pecado. Sin embargo, hay una cosa más que ellos tienen que entender más profundamente. Esto es, que ellos no tienen otra alternativa mas que recibir maldición por causa de su pecado y no hay qué puedan hacer. Dios le da Su gracia a aquellos que reconocen esta realidad.
Por el contrario, aquellos que piensan poder lavar sus pecados poniendo de sus esfuerzos, no pueden recibir Su gracia. Dios nunca le da Su gracia a las personas que piensan que si se esfuerzan más pueden dejar de fumar y de tomar, guardar la ley a cierto punto y presentar una buena imágen de sí mismos ante Dios. La manera que Dios prepara para quienes piensan así es que recibirán bendición si *****plen la ley y recibirán maldición si in*****plen con la ley.
La Biblia nos explica cómo fue que empezaron los términos de la ley, para que nosotros pudiéramos saber que hay dos caminos ante nosotros. Los términos de la ley se dieron porque los israelitas estaban dispuestos a *****plir con la ley fe Dios. La Biblia claramente nos enseña cómo fueron maldecidos ellos al in*****plir con la ley de Dios., y nos enseña a comprender cómo es la vida de aquellos que se encuentran bajo la ley.
Jesucristo descendió a esta tierra y salvó a personas tales como a la mujer sorprendida en adulterio, a un publicano, y al ladrón en la cruz. Las personas como ellos tenían que enfrentar la situación de muerte por causa del pecado cometido. A la vez también comprendieron que ellos no podían hacer nada por sí mismos ante tal situacón. Jesucristo le dio de Su misericordia a aquello que habían perdido la esperanza de sí mismo y que vinieron ante Él con nada más que con la fe. De hecho, no hay nada que podamos hacer por el pecado que cometemos. Si pudiéramos hacer algo por nosotros mismos Dios no hubiera enviado a Su Hijo Jesucristo a este mundo. Definitivamente nosotros no podemos hacer nada por nuestro pecado. Más específicamente, nosotros no podemos *****plir ninguna ley de Dios. Sin embargo, Satanás nos evita de recibir la gracia de la salvación. Por ello es que nos engaña metiéndonos un pensamiento en la cabeza de que podríamos *****plir con la ley y ser personas limpias si nos proponemos y nos esforzamos. Aquellos que son engañados por Satanás no llegan a confiar plenamente en Él a pesar de creer en Él. Ellos ponen más peso sobre su propia obra y esfuerzo. Mal-entienden creyendo poder vivir una mejor vida si se esfuerzan más. Ellos no esperan enteramente recibir de la gracia y la misericordia de Dios, sino que quieren presentar su propia obra y esfuerzo hasta cierto grado ante Dios.
No hay más que maldiciones para quienes son así. Cuando las personas que procuran presentarse ante Dios por medio de hacer buenas obras fracasan en bien hacer, y cuando las personas que intentan presentarse ante Dios *****pliendo la ley in*****plen, tienen que recibir castigo y maldición de acuerdo con la ley.
AUNQUE DIOS PERMITE TÉRMINOS DE GRACIA
En el libro de los Números podemos ver que los israelitas eran matados y maldecidos continuamente a través de sus 40 años de vida en el desierto. Esto fue porque todos los israelitas prometieron diciendo que podían *****plir todos los mandamientos del Señor. Por ende., Dios les dio la ley y tuvo que maldecir y destruirlos de acuerdo con su promesa, cuando ellos in*****plían.
Eso no significa que la intención de Dios fuera darles maldición y destrucción. Dios tenía que hacer eso porque ellos escogieron la ley y prometieron *****plirla. Por medio de su difícil de tarea y esfuerzos, Dios quería que ellos comprendieran así, “¡Ah! No puedo *****plir la ley. No hay algo que you pueda hacer por causa del pecado. Jamás podría llegar a ser bueno por mí esfuerzo. Aunque pareciera bueno, no trae buenos resultados al final. Es decir, Dios quiere que nosotros habitemos bajo Su gracia, que tengamos una actitúd de corazón así, “¡Señor, no puedo hacer nada! Por favor, tén misericordia de mí y sálvame.” Pensemos acerca de la mujer sorprendida en adulterio que sale en San Juan 8. Los fariseos y los escribas la trajeron ante Jesús y le preguntaron diciendo, “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio, y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú pues, ¿qué dices?”
Ellos usaron la ley para traer a esa mujer ante Jesús. Ellos juzgaron a esa mujer y sentenciaron que merecía recibir la maldición de la ley y la muerte. Sin embargo, esa mujer no era la única que debía ser juzgada con la ley, todos tenían que ser juzgados de igual manera por la ley. Todos vinieron ante la presencia de Jesús, pero ellos no tenían relación alguna con la gracia de Jesucristo. Jesús quería derramar su gracia redentora sobre ellos y limpiar así todos los pecados de ellos también. Pero, ellos no tenían nada que ver con la gracia del Señor Jesús porque se hallaban bajo la ley. Los escribas y fariseos y aquella mujer sorprendida en adulterio estaban de pie ante la ley y la gracia de Jesús. Los escribas y fariseos fueron acusados por su misma conciencia y dejaron a Jesús porque permanecieron bajo la ley. Sin embargo, la mujer adúltera abandonó la ley, llegó ante Jesús, y recibió el perdón del pecado por la gracia del Señor porque ella ya había quebrantado la ley, es decir, ella fracasó en *****plir la ley.
Yo estuve meditando acerca de la mujer adúltera y de la historia en los Números donde 24,000 personas murieron como consecuencia del adulterio. Me pregunté, “¿Y qué si todos nosotros ahora estuviéramos bajo los términos de la ley? ¿Habría alguno que pudiera sobrevivir?” Si esa mujer adúltera hubiera tenido que estar bajo los términos de la ley, no tendría otra opción más que ser apedreada hasta morir. La gente era matada continuamente desde que se le entregó a Moisés la Ley sobre el monte Sinaí. Dios nos quería dar Su misericordia, nada más. Sin embargo, aún hoy en día, hay muchas personas que no aceptan Su gracia a pesar de presentarse ante Él. ¿Quienes? Son aquellos que se esfuerzan por dejar de fumar y tomar y que intentan presentarse ante Dios *****pliendo la Ley. Dios no puede dar de Su misericordia a quienes son así.
Los que pueden recibir de la gracia de Dios son aquellos que confiesan, “¡Señor! No hay bien en mí. Merezco ser condenado.” Aquellos que llegan a reconocer esto desde un principio, y que reconocen que su propio esfuerzo por llegar a ser una persona más decente es nada ante Dios, son los que pueden llegar a tener una fe plena. Si hubiera alguno que todavia tiene alguna esperanza en su buena obra o en su esfuerzo por poder *****plir la ley, jamás podrá recibir la gracia. Aunque somos inútiles pecadores, incapaces de hacer algo, Satanás nos engaña y nos hace pensar que podemos ir y presentarnos ante Dios si nos esforzáramos un poquito más. ¡No! Nosotros podemos ir al cielo solamente por medio de la gracia de Jesucristo.
Pero, Satán siempre trabaja para colocarnos, no bajo la gracia, sino bajo la ley al meternos en el pensamiento, “Sí, claro que Jesús murió en la cruz y derramó su sangre, pero yo todavía tengo que esforzarme. Haciendo esto, Satanás quiere llevarnos a la maldición y destrucción. Hoy en día hay muchos que dicen creer en Cristo Jesús y que le sirven al Señor, pero regresan a las condiciones de los Números, y aún tratan de esforzarse por cuanto no comprenden esta verdad. Los tales no tienen ninguna otra opción más que ser destruídos igual que los israelitas.
La mujer soprendida en adulterio o el malhechor clavado en la cruz, no podían hacer nada a su favor al estar ante la muerte y la maldición. ¿Qué podía la mujer para evitar el ser apedreada? Cuando ella comprendió que no había cosa que ella pudiera hacer y se rindió, la gracia de Jesucristo se hizo cargo de todos sus problemas. Nosotros también tenemos que entender que no hay cosa alguna que podamos hacer a nuestro favor, y dejar nuestro esfuerzo ante el problema aunque tuviéramos que perecer igual que la mujer adúltera. Entonces Jesús vendrá a nosotros y resolverá todos nuestros problemas. Él limpiará todos nuestros pecados y nos perfeccionará para poder ir y presentarnos ante Él.
El libro del antiguo testamento llamado Números está lleno de relatos de muertes y maldiciones. ¿Por qué así? Por cuanto los israelitas intentaron lograr algo por sí mismos. Fueron maldecidos bajo los términos de la ley. Ahora nuestro Señor ya removió las condiciones de la ley y nos regaló condiciones de gracia. Es por esto que las serpientes ardientes no nos salen al encuentro aunque adulteremos, ni nos caen plagas encima aunque murmuremos contra Dios. Sin embargo, si todavía hay alguno que intenta presentarse ante Dios por medio de su propia obra, tal alma aún no se halla bajo los términos de gracia sino que todavía está bajo los términos de la ley. La Biblia claramente nos dice que, “los que dependen de las obras de la ley están sujetos a maldición.”