Vimos que la misión de la Iglesia de nuestros días es continuar contrabandeando el cielo en la tierra . La vida y misión de la Iglesia, según la oración que nos enseñó el Señor, es procurar que en la tierra se haga la voluntad de Dios, así como se hace en el Cielo. Luego cada vez que le hablemos a alguien del misterio de la encarnación, de la obra redentora de Jesucristo, de su gloriosa resurrección y de su presencia entre nosotros cada vez que dos o más nos reunamos en su nombre para adorarle, estamos introduciendo el cielo en la tierra de contrabando.
Ayer fue el día en que recordamos esa gloriosa irrupción de Dios en la historia humana. El Hijo de Dios ha nacido. Una nueva familia se ha formado: Estamos en presencia del Padre, la Madre y el Hijo. Pero, ¿quien es el Padre?
Zacarías y José: Dos tipos de padres
Juan el Bautista y Jesús están íntimamente relacionados, igual lo están sus respectivos padres: Zacarías y José.
San Lucas coloca el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista antes del de Jesús. ¿Cual es la razón? Realmente no lo sabemos. El anuncio del nacimiento de Juan se hace a su padre mientras ejercía como sacerdote en el templo. El de Jesús se hace a una laica, a su madre María. Creo que sería bueno y sobre todo muy edificante para la vida espiritual de cada uno, que leamos cuidadosamente, y meditemos versículo a versículo, los dos primeros capítulos del Evangelio de nuestro Señor según San Lucas.
San Lucas se refiere muy poco a José. San Mateo se ocupa de él. Nos dice : «Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.» (Mateo 1:16).
En la genealogía de San Mateo José aparece como un descendiente del rey David. El Evangelio comienza con estas palabras: «Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» . (San Mateo 1:1) José era laico, Zacarías era sacerdote. La revelación le viene al sacerdote cuando estaba *****pliendo sus funciones en el templo, el laico, la recibe mientras dormía. Dice el Santo Evangelio: «José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueño y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de sus pecados» . (Mateo 1:19-21).
José, el laico, actuó con la misma sencillez, humildad y fe que vimos el domingo pasado en María. La duda no entró en el corazón de este hombre de Dios, que no era sacerdote, responde a Dios con fe a pesar de que sólo había tenido un sueño. Dice el Evangelio: «Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» . (Mateo 1:24).
Otra es la historia del sacerdote, padre de Juan el Bautista. San Lucas nos introduce a Zacarías y a Isabel (O Elizabeth) de la siguiente manera: «Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor». (1:6). Mientras el sacerdote *****plía su función de ofrecer el incienso el pueblo de Dios estaba orando y en ese momento apareció el ángel del Señor, a la derecha del altar. Llama la atención que este sacerdote que tantas veces había orado a Dios, se turbó y se llenó de miedo ante la presencia de un enviado del Cielo. Un hombre de ayer se asusta porque sus oraciones fueron escuchadas y respondidas por Dios. !Cuántas veces oramos como Zacarías, sólo con palabras! El mensaje del ángel es tranquilizador, le dice: «Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan». (1:13).
Zacarías no sólo se asustó de la presencia del enviado de Dios, también quedó atrapado por la duda, le faltó la fe. Como un mensaje para los creyentes de todas las generaciones un hombre que durante muchos años predicó la Palabra de Dios, sin estar convencido de lo que hacía, fue dejado mudo. El enviado de Dios es contundente: «Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y a darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se *****plirán a su tiempo». (Lucas 1:61-64). El sacerdote fue rehabilitado por Dios y pudo continuar su ministerio. Por lo menos la Biblia no nos dice nada al respecto.
He querido hacer una comparación entre estos dos hombres por causa del hecho, raro, de que San Lucas no diga casi nada acerca del laico José y ocupe tanto espacio para referirse al sacerdote Zacarías, siento José y no Zacarías el héroe de la fe en estos relatos navideños. Es San Mateo quien coloca a José en el lugar que le corresponde, el lugar del hombre sencillo, pero con una sólida fe en Dios. Es esta fe inquebrantable la que le permite ser el PADRE SIMBOLICO del niño Jesús.
La Biblia no lo dice, explícitamente, pero es evidente que no sólo la Virgen María fue elegida para traer a la tierra como contrabandista del Cielo, a Jesucristo nuestro redentor. Creo que de todos los hombres que poblaban la tierra, Dios escogió a uno para encargarle la responsabilidad de alimentar, cuidar y educar al niño Jesús. Este hombre, elegido por Dios, este nuestro hermano en la fe, también merece ser recordado con admiración y respeto en esta Navidad. José, un hombre sencillo del pueblo de Dios, un hombre de fe. Porque fue un verdadero hombre de Dios la duda ni el temor pudieron doblegarlo, como ocurrió con Zacarías. !Cuántos como él necesita la Iglesia de hoy.
Los padres de Jesús
Es necesario distinguir al padre del genitor. En tres segundos un hombre puede ser genitor, o progenitor si les gusta más esta palabra. Ser Padre es algo muy diferente, lleva toda una vida. Ser padre significa :
a) Darle al hijo su nombre.
b) Pagar con su propio trabajo la subsistencia del niño.
c) Instruirlo, educarlo, incitarle a vivir y a desear las mejores cosas para sí y para el prójimo.
A lo largo de todo el Evangelio Jesús reconoce a Dios como su PADRE REAL.. Estamos ante el misterio del nacimiento virginal al que hicimos alusión el domingo pasado.
Un padre siempre debe adoptar a su hijo. Como dice la doctora Françoise Dolto: «Unos lo adoptan al nacer, otros algunos días o semanas después, otros cuando empiezan a hablar, etc. Solo hay padres adoptivos».
Realmente todos los seres humanos tenemos tres padres, uno REAL, el que engendra, otro SIMBOLICO, aquél que con su palabra establece las normas morales y espirituales que deben normar la vida del hijo durante toda su vida y finalmente, un padre IMAGINARIO. Este último tiene una existencia psíquica. Es la idea que cada hijo tiene acerca de su Padre. Si le pedimos a cinco o seis personas engendradas por un hombre que nos diga algo sobre su padre encontraremos tal diversidad de opiniones que uno lógicamente se preguntaría si se están refiriendo a la misma persona.
ILUSTRACION: Tuve ocasión de hablar con dos hermanos acerca de su padre, un joven y una mujer. Para la hija el padre era un hombre dulce y comprensivo. El hijo lo comparó con el turco torturador de la película EL EXPRESO DE MEDIANOCHE. El joven se identificó con el torturado. Y los que vieron la película saben que el torturado termina matando al turco torturador.
La familia sagrada y la nuestra
Todavía nos falta un sermón, en esta serie, que veremos el próximo domingo donde nos ocuparemos del Hijo. Pero me parece que ya podemos tomar, como padres y madres, algunas lecciones que nos ofrece la familia armada por Dios como modelo, la integrado por María y José.
En primer lugar vemos en ambos un elemento común: Una fe inquebrantable, una disponibilidad absoluta a hacer con sus vidas la voluntad de Dios. ¿Nos sometemos humildemente a la voluntad de Dios o pretendemos hacer siempre la nuestra? ¿Somos conscientes de que EL HIJO DE DIOS puede ser el huésped invisible en nuestro hogar? ¿Acaso no nos prometió estar dondequiera que DOS o más se reúnan en su nombre?
Navidad significa nacimiento y bien sabemos de que se trata, de la encarnación de Cristo. ¿Está Cristo encarnado en nuestro hogar? ¿Acaso no recordamos su parábola donde nos dice que un poco de levadura leuda toda la masa?
Conclusiones
La Navidad, como la Semana Santa son ocasiones propicias para la profunda meditación sobre nuestra fe y el significado de la ENCARNACION y la REDENCION realizadas por Dios a través de Jesucristo para hacer posible nuestra salvación.
La Navidad es ocasión propicia para alegrarnos. Pero ¿alegrarnos de qué y por qué? Si no creemos de toda corazón la veracidad del mensaje angelical: «No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (San Lucas 2:10-11). ¿Creemos realmente que eso es verdad? Si no lo creemos ningún sentido tiene celebrar fiesta alguna ni llenarnos de alegría. La alegría viene de la certeza de nuestra salvación, o no hay nada que festejar. La fe hace la diferencia.
Uno de los grandes problemas de nuestros tiempos es el peligro de la disolución de la familia. La Iglesia es la única reserva moral y espiritual que le queda a la humanidad. Todos los cristianos debemos esforzarnos por mejorar nuestras relaciones familiares a la luz del Evangelio, tomando como modelo el de la FAMILIA SAGRADA.
Rogamos la bendición de Dios sobre todos nosotros para que podamos tener la piadosa y humilde actitud de José y María en el diálogo con nuestros hijos en este mundo cambiado y cambiante en que nos ha tocado vivir. Continuaremos con estas reflexiones el próximo domingo.