La expresión más común es «redimir», «abandonar» (una transgresión), en comparación coon la remisión de una deuda (Salmo 32:1; Mateo 9:2; Lucas 7:48). Existen las expresiones «no imputar» (Números 12:11; Salmo 32:2; Rom. 4:8), «cubrir», cómo algo que no se quiere más ver (Sal. 85:3; Rom. 4:7), «olvidar», cómo algo cuyo recuerdo se quiere evitar (Ez. 33:16); «borrar», «purificar», cómo se hace con cualquier mancha (Is. 6:7; 43:25; Sal. 51:4). Aún se podía citar: «echar´para trás» (Is. 38:17), «pisar a los pies»; «echar a los pies», «echar en lo profundo del mar» (Miq. 7:19).
Algunas veces el verbo «perdonar» es empleado en sentido absoluto (Mc. 4:12; Mt. 6:15; 12:32). Cuándo él es seguido por un complemento, se trata esencialmente del pecado y de los pecados (Sal. 32:1; 51:4; Mc. 2:5; Lc. 17:4), de la transgresión, de la iniquidad (Sal. 32:1ss; Rom. 4:7), de las ofensas (Mt. 6:14), de las blasfemias (Mc. 3:28).
Así, el perdón aparece como el acto de Dios poniendo fin a la situación desastrosa creada por el pecado del hombre, situación esa ofensiva a Dios y opresora para el hombre. Es el acto que restablece al hombre en su verdadera relación con Dios, quitando el elemento perturbador de esta relación, a saber, el pecado, la transgresión del hombre.
Sin embargo, es preciso observar que según todas estas definiciones, este acto del perdón no consiste en negar pura y simplemente la falta del hombre, en hacer cómo si ella no existiera. Él pone fin deliberadamente a una situación perfectamente conocida. Dios, el autor del perdón, actúa en pleno conocimiento de causa y en plena soberanía. En su misericordia y paciencia él se rehúsa a ejecutar un juzgamiento merecido y concede una postergación de la sentencia al hombre.
Para poder conocer el poder ilimitado del perdón, de la necesidad nuestra de vivir en perdón, necesitamos saber las condiciones del perdón.
El AT describe cierto número de actitudes humanas, que hacen posible la remisión de pecados. Los profetas afirman, con vigor, que los sacrificios y los rituales exteriores son vanos (Miq. 6:6ss; Jer. 6:20). Lo importante es el reconocimiento de la falta y la confesión de culpa (Jer. 14:20), es el hecho de sufrir con este estado de cosas, de conocer la importancia del pecado y el dolor de haber ofendido a Dios, es el corazón contrito (Sal. 51:19; Is. 57:15; Sal. 6). Finalmente, es la conversión a Cristo, el hecho de cambiar de camino y volver al Señor (Jer. 3:14; Ez. 18:30ss; 33:11, 14ss). Esta es la condición capital para el ejercicio del perdón.
Juan, el Bautista retoma este tema del arrepentimiento en su predicación, arrepentimiento ese necesario para la remisión de los pecados (Mc. 1:4). Finalmente, la predicación mesiánica de Jesús subraya la necesidad del arrepentimiento, relacionándolo estrechamente con la venida del reino de Dios (Mc. 1:15).
Para entender el poder ilimitado del perdón, es preciso entender:
1. EL PODER DEL PERDON EN JESUCRISTO
En el NT el perdón es colocado en doble perspectiva:
Por un lado el énfasis es colocado en el carácter inmerecido del perdón. Verdaderamente, las condiciones indispensables para el perdón, de que ya habla el AT, son exigencias irrealizables por el hombre entregado a si mismo. El hombre es un pecador insolvente (Mt. 18:23-35). El pecador es incapaz de rehabilitarse por si sólo delante de Dios y *****plir su Palabra. Él no puede salvarse a sí mismo (Mc. 10:26ss). Del punto de vista humano, el perdón aparece como una imposibilidad.
Por otro lado, a pesar de esta impotencia humana para la obtención del perdón, este es anunciado y proclamado (Mc. 2:5; Lc. 7:47ss; 1:77). Esta es la buena nueva del libre don divino para el hombre pecador. Es es el significado de la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15:11-32). Por pura compasión del padre por el hijo indigno, éste vuelve a su situación primera, tiene nuevo acceso a la casa paterna y a la vida.
Pero los evangelios no proclaman solamente el perdón: ellos lo conectan estrechamente a aquel que lo trae, a Jesucristo, que otorga el perdón. Jesús aparece cómo aquel que tiene el poder de perdonar pecados, poder similar al de Dios (Mc. 2:5,7, 10). Por otro lado, su muerte es presentada cómo el acto redentor que hace posible la remisión de pecados (Mc. 10:45; Mt. 26:28).
Así, todo lo que se refiere al perdón converge en Jesucristo. Por Jesucristo el perdón se torna un acto vivo para el hombre, esencial para el establecimiento de la nueva alianza (cf. Heb. 9:15, 22). Gracias a Jesús, la certeza es dada de que todo pecado humano será perdonado. Sólo el pecado contra el Espíritu Santo no podrá ser perdonado, ni en este mundo ni el mundo venidero. Aquel que blasfema contra el Espíritu Santo no conocerá la salvación (Mt. 12:31).
Pero, ¿qué del perdón en la comunidad cristiana?
2. EL PODER DEL PERDON EN LA COMUNIDAD CRISTIANA
Por lo tanto, para la Iglesia, el perdón es inseparable de Jesucristo. La Iglesia predica el perdón por causa de Jesucristo, ella lo concede en su nombre (Hechos 13:38; 10:43; Lc. 24:47; Col. 1:14; Ef. 1:7).
Por otro lado, siguiendo la enseñanza de Jesús, la Iglesia considera cómo exigencia y consecuencia del perdón de Dios la práctica del perdón entre los hermanos (Mt. 6:12ss; 18:21, 35; Mc. 11:25; Lc. 6:37; 7:47,49; Ef. 4:32; Col. 3:13). Es inconcebible vivir del perdón de Dios sin perdonar el prójimo.
¿Estamos ejercitando ese perdón en nuestras vidas? ¿He aprendido a perdonar? Del punto de vista humano es dificil perdonar. Pero, Dios nos ha dado su Espíritu Santo, esa ayuda que necesitamos para perdonar a quiénes nos han herido o dañado.
La Iglesia de Jesucristo, cómo comunidad terapéutica debe ejercitar el perdón. Relaciones personales quebrantadas no hacen crecer el cristiano. Necesitamos tener relaciones personales sanas para que Dios pueda obrar en nuestras vidas, en mi vida, en nuestra iglesia, en mi iglesia.
Para conocer el poder ilimitado del perdón y poder ejercerlo hay que conocer algunas de sus características.
3. CARACTERISTICAS DEL PERDON
¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano? Para contestar a esa pregunta, tomemos el texto básico. La expresión SETENTA VECES SIETE es un contraste completo a la situación antes de la ley que establecía una venganza equivalente (Éx. 21:24; cf. Mt. 5:38). SI SIETE VECES SERÁ VENGADO CAIN, LAMEC EN VERDAD SETENTA VECES SIETE LO SERÁ (Gén. 4:24). Ahora, en Jesucristo, en su iglesia, el perdón debe ser igualmente ilimitado.
La parábola de los dos deudores (Mt. 18:23-35) ilustra vívidamente el asunto de la extensión (más bien que de la frecuencia) del perdón. También explica la petición en el Padrenuestro en cuanto al perdón (6:12, 14ss).
a) El perdón tiene que ser de todo corazón, Mt. 18:35, Lc. 7:47;
b) El perdón nos debe conducir a amar, Lucas 7:47;
c) El perdón nos debe conducir a temer, Sal. 130:4;
d) El perdón nos debe conducira a alabar, Sal. 103: 2, 3;
e) Los incentivos para ejercer el perdón son:
I – La misericordia de Dios, Lc. 6:36;
II – La necesidad que nosotros mismos tenemos del perdón, Ef. 4:32;
III – El perdón que Cristo nos ha concedido, Col. 3:13.
CONCLUSION:
Yo que he conocido del perdón de Dios para mi vida, ¿estoy perdonando a aquellos que me ofenden?
Si tengo a Jesús cómo mi modelo y Maestro, y Él ha sido un ejemplo en el tema del perdón, ¿estoy dispuesto a perdonar hoy a quién me ha ofendido?
La Iglesia cómo comunidad terapéutica, ¿está practicando el perdón?
Si hay alguna persona que es reincidente en ofenderme, ¿estoy dispuesto a perdonarla
siempre, porque he aprendido que el perdón es ilimitado?
¡Qué Dios nos bendiga!
Autores: José Arlindo Dos Santos