Salomón, cuyo nombre significa “Rey de paz” construiría el templo que reemplazaría la tienda. Aquella obra monumental fue construida de grandes piedras, de vigas y de tablas de cedro recubiertas de oro (I Re. 6:14-22; 7:9-12). Los cálculos que se han hecho de todo el oro, la plata y demás materiales usadas en su construcción varían desde 2 hasta 5 billones de dólares. Ninguna otra le igualaba en costo, belleza y fama mundial. Seguramente hubo algún propósito con tanto gasto, pero esto se constituyó, a lo mejor por su oro, en objeto de codicias por muchos reyes hasta el punto ser destruido en varias ocasiones, siendo la del año 70 la más completa de acuerdo a la profecía de Jesús, que “no quedaría piedra sobre piedra”. Josefo en sus libros de historia judía dice que los soldados de Tito derribaron las enormes piedras para buscar el oro que allí estaba incrustado. A la mujer samaritana Jesús le había dicho que el tiempo vendría cuando no era necesario ir a algún lugar específico para adorar a Dios, pues los auténticos adoradores lo harían “espíritu y en verdad”. Con la venida del Espíritu Santo se inauguró un nuevo lugar para la morada de Dios. El Señor ya no habita en templos tales como el majestuoso que construyera Salomón, sino que ha elegido vivir entre su propio pueblo. Todos los que han sido regenerados y redimidos por la sangre de Cristo ahora son morada del Dios altísimo. Nosotros somos ahora “el templo de Dios”. Somos la “casa espiritual” y contrario a la “casa física” que fue destruida para nunca más levantarse, la “casa espiritual” se edifica y crece porque su naturaleza y propósito son distintos a la casa donde Dios moró antes.
ORACION DE TRANSICION: Veamos la naturaleza de esta Casa Espiritual
I. ¿CUAL ES EL FUNDAMENTO DE ESA CASA ESPIRITUAL?
Pedro nos habla del fundamento de esta “casa espiritual” basado en la persona de Jesús. Lo define como “una piedra viva” y como “cabeza del ángulo”. Jesús se constituye en el fundamento que sostiene todo este nuevo edificio espiritual. ¿Por qué?
1) El es la piedra viva en la nueva casa de Dios
Aunque nos parezca extraño hablar de “una piedra viva” por la naturaleza misma de una piedra sin vida, la referencia es a un símil que usa Pedro para referirse a Jesús y su resurrección. Jesús como piedra viva, da vida. Quienes le crucificaron pensaron que le habían destruido, pero después de 2 milenios su mensaje sigue tan vivo y tan transformador que cada uno de sus seguidores comprueba al igual que los discípulos de Emaús (Luc. 24), que caminan con un Dios vivo y maravilloso. El como “piedra viva” ahora camina con nosotros para ayudarnos en la edificación personal.
2. El es la piedra viva que ha sido rechazada v. 4.
Cristo como piedra fundamental de este nuevo edificio ha sido rechazada. Así afirma Pedro: “ciertamente rechazada por los hombres” v. 4. El profeta Isaías había hecho una descripción que involucró parte de su sufrimiento, “Despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento” (Is. 53:3) Y Juan , su discípulo amado percibió su soledad y su rechazo al comentar, “ a los suyo vino, pero los suyos no le recibieron” (Jn. 1:12). Su mensaje de amor y esperanza no encontró cabida en el corazón endurecido de su pueblo. Jesús fue rechazado por su gente, por los religiosos de su tiempo y hasta por su propia familia.
3. El es la piedra viva señalada como preciosa por Dios v. 4b
La elección de Cristo fue competencia divina. Cuán precioso sería para ese Dios eterno e infinito que lo escogió para *****plir con su propósito glorioso. Las piedras preciosas varían de acuerdo a su calidad, en sus precios. Pero Jesús fue aquella piedra preciosa cuyo costo y permanencia serán por los siglos de siglos. Todo aquel que viene a él encuentra seguridad pues él es la “roca inconmovible de los siglos”.
4. El es piedra de tropiezo v. 8
Cristo como “piedra viva” se constituye en el salvador y fundamento para todos los que le reciben. Pero también él mismo llegar a ser una “piedra de tropiezo” porque rechazarlo es correr con las consecuencias del juicio eterno. Pedro dice que los tales tropiezan con la roca que finalmente les hace caer. Con Cristo no hay puntos intermedios. Hay una oferta de salvación para quienes lo aceptan, pero hay una advertencia de proporciones eternas para quienes lo rechazan. Quien rechaza y desobedece a Jesús no puede esperar el paraíso después que muere. O lo aceptamos para salvación o tropezamos para perdición.
II. ¿QUIÉNES SON LAS PIEDRAS VIVAS DE LA CASA ESPIRITUAL?
En la doble visión de Pedro, Jesús no solo es una “piedra viva”, sino que también sus seguidores están llegando a ser “piedras vivas” quienes son llamados para ir edificándose mutuamente. No hay en la mente de los escritores del Nuevo Testamento la idea de que la iglesia sea una estructura compuestas por piedras, ladrillos u otros materiales. La iglesia son todos los creyentes redimidos y reunidos. ¿Cómo actúan esas piedras vivas?
1. Como un sacerdocio santo v. 5b.
Hemos sido colocados en esa “casa espiritual” con nuestros privilegios y nuestras responsabilidades. En esta nueva posición nos interrelacionamos y a su vez somos inseparables; exactamente como las piedras en un edificio. Lo primero que Pedro señala es nuestra posición como “un sacerdocio santo”. Históricamente el sacerdocio era elegido por una casta especial. Dios había apartado la tribu de Leví para que se ocuparan de este oficio, de modo que nadie más que no proviniera de tal linaje podría ejercer el sacerdocio. Pero ahora todos nosotros podemos ejercer el sacerdocio santo. Esta es una de las doctrinas defendidas por el pueblo llamado bautista al rededor del mundo. Todos tenemos acceso al Padre sin necesidad de intermediarios y a su vez, todos podemos interceder los unos por los otros. Somos ministros de reconciliación entre la gente y nuestro Dios. !Que gran privilegio y que gran responsabilidad!
2. Como un sacrificio vivo v. 5c
Volviendo a la experiencia antigua, los sacerdotes eran los encargados de presentar continuamente los sacrificios delante de Dios. Solo que tales sacrificios eran de víctimas que deberían pasar por el proceso de la muerte. Los llamados sacrificios espirituales no son sacrificios muertos y son presentados por cada creyente. La idea es que cada uno de nosotros debe presentarse delante del Señor con su propio cuerpo como ese sacrificio vivo. Como bien lo expresó Pablo en su gran capítulo 12:1 de romanos: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. Puesto que Cristo fue el último y más grande “cordero” muerto por los pecados, ahora el sacrificio que agrada a Dios tiene que ver con la ofrenda de nuestra propia vida, rendida en santidad hacia él. No podía ser de otra manera. Dios es digno de los mejores sacrificios espirituales, los cuales son “aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. De esta forma las llamadas “piedras vivas” se van edificando mutuamente para ir creciendo en el Señor.
III. ¿COMO EDIFICAR LA CASA ESPIRITUAL?
He tenido la experiencia de ver edificaciones que no alcanzaron a ser revestidas ni techadas en el proceso de su construcción. Tales obras presentan un cuadro decepcionante, y se constituyen en un vivo ejemplo de desidia y de falta de planificación. En la vida espiritual no está planteada la idea de “dejar” la obra a media o de “detenerla” por falta de materiales. Sencillamente somos llamados para ser edificados. Nosotros tenemos la gran ventaja que tal obra no se detendrá en su proceso de edificación, pues “estando persuadidos de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). Nosotros contamos con el Constructor y Arquitecto de esta gran obra de salvación, nuestro propio Dios. Debemos edificar la “casa espiritual” bajo los siguientes elementos.
1. Edificaos en un contexto espiritual v. 5a
La iglesia del Señor no puede edificarse bajo una visión humana ni bajo los parámetros con que el mundo dirige sus negocios o sus empresas. Es verdad que en algún momento usamos instrumentos y herramientas que se aplican en el campo secular, sobre todo en materia de planificación y estrategia pero nunca debemos olvidar que ésta es una “empresa netamente espiritual”. Edificarnos como “casa espiritual” deja a un lado cualquier uso mundano para lograr nuestros fines. Por ejemplo, históricamente hemos rechazado cualquier aleación de la iglesia con el estado porque sabemos los resultados de este “matrimonio” mal concebido. La naturaleza de la iglesia tiene fines espirituales que ninguna otra institución podrá llenar. Es la iglesia la que ofrece a través del ministerio de la Palabra, en sus diferentes expresiones, la auténtica salud a los cansados y enfermos del espíritu.
2. Edificarnos sobre la Piedra Principal v. 6
Es posible que para nuestros tiempos la “piedra angular” no tenga la misma importancia que tuvo para los tiempos bíblicos. Aquella piedra fungía como sostén de las paredes del edificio. No había tal cosa como acero o concreto en su parte interna que pudiera hacer las veces de soporte. Por lo tanto las paredes externas no eran enchapadas y solo estas tenían que soportar todo el peso. Es aquí donde la piedra del ángulo cobraba su importancia. Si alguna de ellas no se colocaba, las paredes no soportarían los movimientos y el resultado seria el desplome de todo el edificio. Pedro toma este símil para decirnos que si esta “casa espiritual” no se edifica bajo esa “piedra angular” que es Cristo , de igual manera nuestra edificación se derrumba. En esta época cuando persisten los “vientos” de nuevos movimientos teológicos, del fuerte pensamiento de la Nueva Era y la fuerza que recobra el Humanismo, se hace tan urgente como perentorio asegurarnos que nuestra edificación espiritual está sostenida por esa Piedra Principal. Cristo seguirá siendo aquella “piedra escogía y preciosa” por Dios sobre el cual se levante el edificio de nuestra fe. No puede haber cabida para pensar de otra forma. Esto es nuestro fundamento.
CONCLUSION: Para Pedro, la palabra “vivo” y “viva” es una especie de nota de triunfo que pone de manifiesto en su impactante primera carta. Es muy obvio que el fue un hombre tocado por la resurrección de Jesucristo, lo cual explica su gran cambio evidenciado desde el día de Pentecostés. Es por eso que habla de una “esperanza viva”, de “una palabra viva” y ahora nos habla de “piedras vivas”. Se refiere a Cristo como “piedra viva” desechada, pero a su vez constituida como “cabeza del ángulo”. Pedro, cuyo nombre también significa “pequeña piedra” seguramente recordó las palabras de su Maestro cuando después de su confesión, “tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, le dijo: “y sobre esta roca edificaré mi iglesia”. Esa “roca” es Cristo mismo y nosotros ahora como “piedras vivas” somos llamados para edificarnos sobre esa base. Hay a una “casa espiritual”, conocida como la iglesia que requiere ser edificada. En ella somos exhortados a acercarnos alrededor de la Piedra Principal para ofrecer los sacrificios, que ahora son vivos y espirituales y que deben agradar a Dios. ¿Qué tipo de piedra soy en esta “casa espiritual”?