d. Ayuda a proteger a la comunidad.
Prepara a tu gente para ser buenos ciudadanos.
Busca las oportunidades para que tu gente ayude a los más necesitados.
Dirige a tu gente en oración por los líderes nacionales y municipales (1 Timoteo 2:1-3), por las escuelas y las universidades, por la nación y sus necesidades, por los asuntos nacionales, por las necesidades locales y por el testimonio y actividades locales de los miembros de la congregación.
Impulsa a tu gente a ser sal y luz en sus comunidades.
Dirige a tu gente para que satisfagan las necesidades locales. Serás responsable de rendir cuenta por tus horas en vela en todos estos aspectos, por ser atalaya.
DARAS CUENTA POR AVISAR
Darás cuenta por avisar a tiempo los peligros
Dios dijo claramente a Ezequiel que su papel de profeta lo hacía responsable del destino eterno de aquellos que él trataba
Eres responsable de ver cómo ve Dios. Dios dio una visión a Jeremías al comenzar su ministerio y, luego, inquirió que veía (Jeremías 1: 1 l ). Cuando éste le respondió correctamente, Dios lo elogió diciendo que había visto correctamente. La traducción «Berkeley» de la Biblia dice,
«Eres un observador acucioso»
El líder debe tener ojos que vean. Tus ojos deben estar siempre abiertos. Sé un observador minucioso y preciso. La habilidad de Dios para usarte depende, antes de todo, de la observación correcta, minuciosas y constante de parte tuya.
Muchos líderes han perdido oportunidades para ayudar en un momento de necesidad porque no tuvieron la sensibilidad espiritual requerida dado que no tenían ojos para ver. Hay momentos en que una persona está abrumada por un problema y, si en ese momento, tú le muestras amor y preocupación cristiana, tienes la mejor oportunidad para influir en ella o ganarla para Cristo.
Hay momentos en que una persona está siendo tentada en una manera especial ¿-Tienes ojos para ver ese momento de necesidad? ¿Cómo puedes orar efectivamente y advertir si no tienes ojos para ver?
Todo líder debe orar repetidamente algo así «Señor, dame ojos para ver lo que Tú ves; dame ojos para ver correctamente hoy».
Cristo y la iglesia han perdido a algunos porque el líder no estuvo espiritual y personalmente preparado para ver la hora de necesidad.
Eres responsable de oír lo que Dios dice. Todo líder debe oír lo que Dios dice a esa persona o grupo. Dios siempre tiene una palabra para cada necesidad. Ten un oído que escuche para captar rápidamente Su guía o Su voz.
El rey Sedequías preguntó al profeta Jeremías si había alguna palabra del Señor, a lo que éste respondió que sí la había, procediendo a dar al rey todo un mensaje de advertencia. En otra ocasión fue el pueblo el que acudió a Jeremías a pedirle que orara pidiendo la guía de Dios para ellos. El profeta les contestó: «Para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer.
Y el profeta Jeremías les dijo: He oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho, Y todo lo que Jehová os respondiera, os enseñaré; no os reservaré palabra. Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hiciérenios conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a nosotros. Aconteció que al cabo de diez días vino palabra de Jehová a Jeremías» Jeremías 42:3-5, 7.
Y el profeta tuvo palabra de Dios para ellos. Puede que en ciertas ocasiones tú también tengas que orar durante cierto tiempo por alguna situación antes que recibas la guía de Dios respecto a cuándo y cómo decir algo.
No eres llamado a ser profeta y dar respuestas infalibles e inspiradas a la gente pero sí eres responsable de tener ojos para ver y oídos para oír la palabra del Señor para tu rebaño.
La secuencia de Dios para ti es: Ve, oye, ora y, luego, habla. «Yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte» Ezequiel 3:17; 33:7. Así habló Dios a Ezequiel y, más aun, le recordó su tremenda responsabilidad con estas palabras: «Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestaras ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío muera por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.
Pero si tú amonestaras al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.
Pero si al justo amonestaras para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma» Ezequiel 3:18-21.
En toda la Biblia no hay palabras más solemnes para el líder cristiano. Cuando yo era niño me impresioné tremendamente con ese pasaje, sin poder olvidar las palabras «su sangre demandaré de tu mano» y cada vez que venía un ministro de visita a casa (papá era pastor), a los pocos minutos, yo le preguntaba el significado de esas palabras.
Cuando empecé la escuela secundaria se me permitió asistir a varias sesiones de una conferencia de ministros y, cuando anunciaron que en la próxima sesión habría un momento para preguntas y respuestas, me acerqué a uno y le pedí que, al iniciarse ese período, él preguntara qué significaba el pasaje de Ezequiel 3:18, sin nombrarme, pero hasta ahora no he oído una respuesta que me satisfaga plenamente. Te pregunto qué significará para ti si Dios te hace responsable por alguien a quien no amonestaste.
Cuando ves a un joven negligente, un marido o esposa que se descarría, un pecador que no se arrepiente, y no le amonestas con amor en forma muy clara, ¿qué influencia tendrá esto en tu vida en el cielo si Dios te hace responsable por tu pecado de omisión, porque fallaste en dejar que Dios te usara en esa ocasión?