Para discernir, no podemos juzgar.
El comienzo o raíz de un verdadero discernimiento no será establecida hasta que no crucifiquemos nuestros instintos de juzgar. Esto nos toma muchos meses, usualmente años de desenraizar todo el sistema de pensamiento que no ha sido plantado en el suelo fértil y divino de la Fe y el Amor por el prójimo. Para apropiarnos del discernimiento que esta en la “mente de Cristo”, 1 Corintios 2:16. “16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”, nosotros debemos primero encontrar el corazón de Cristo. Podemos ver que el corazón y amor del Señor Jesús esta resumido en sus propias palabras en Juan 12:47. “47Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.”
El discernimiento espiritual es ver donde no se puede ver. Este es un don del Espíritu para percibir lo que esta en el espíritu. Su propósito es mirar dentro de la naturaleza de lo que es velado o tiene velo. Pero tengamos en cuenta que para que podamos discernir, el primer velo que hay que remover es el de nuestros corazones. Primero, debemos mirarnos a nosotros y medir nuestras necesidades de develar o quitar el velo. La capacidad que tenemos de ver lo que es externo viene de la revelación que Cristo nos da de ver lo que esta al interior. El Señor Jesús necesita que entendamos nuestras propias necesidades de su misericordia, para que de la gracia que hemos recibido, nosotros compasivamente podamos ministrar a otros. En este proceso nos daremos cuenta del egoísmo y depravación de nuestra naturaleza carnal. Además, nos daremos cuenta que el don de discernimiento no es una facultad de nuestras mentes.
Debemos ser concientes que la meta del Señor es salvar, no juzgar. Estamos llamados a navegar, si me lo permiten decir así, la delgada y bien escondida senda dentro de la verdadera naturaleza de necesidad del hombre. Si usted verdaderamente va ayudar a los hombres, debemos recordar, nosotros estamos siguiendo es a un Cordero. Este fundamento debe quedar muy claro, dado que si usted quiere discernir, usted no puede reaccionar.
Para percibir, debemos segarnos a lo que parece aparente. Las personas probablemente reaccionaran contra nosotros, pero no podremos reaccionar contra ellos. Debemos siempre permanecer en una naturaleza de perdón, por que los demonios que saldrán en el nombre de Jesús nos hablaran con voz de hombre escondiéndose en los hombres, por eso el Señor nos dijo, en Lucas 12:10. “10A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado;………….”El Señor Jesús estaba preparado para perdonar aún antes que las personas pecaran contra El. El Señor sabía que su misión era morir por los hombres, no condenarlos.
Nosotros no hemos sido llamados para vivir la vida de Cristo sino también su misión. El Señor Jesús dijo, Juan 17:18. ” 18Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.” Hemos sido llamados también a morir para que otros vivan, espero que entiendan el sentido de la afirmación anterior, no morir físicamente sino a deseos de juzgar y ser como el mundo dice que seamos. Por lo tanto debemos darnos cuenta que antes que nuestra percepción se desarrolle, nuestro amor se debe desarrollar hasta que nuestra actitud normal sea la de perdonar y perdonar. Si Dios nos muestra el corazón de los hombres y nos usa para sacarlos del cautiverio, nosotros no podemos reaccionar a lo que ellos dicen. A medida que nuestra percepción se vuelve más como la de Cristo y lo que hay en los corazones de los hombres se empieza a revelar a nosotros, no podremos reaccionar inclusive a lo que ellos piensan.
Debemos andar con el poder del perdón que solo Dios nos da, si no tendremos mucha decepción y presumiremos que tenemos discernimiento, cuando en verdad estamos viendo por medio de un “espíritu de crítica”. Debemos conocer nuestras debilidades, por que si estamos ciegos a nuestros pecados, para cuando asumamos que hemos discernido algo de alguien no sea el reflejo de nosotros mismos. Además, claramente si no nos manejamos en amor seremos una amenaza para el cuerpo de Cristo, miremos lo que El Señor nos enseñó, Mateo 7:1-5. “1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”
Arrepentimiento es la remoción de la viga de nuestra visión y cuando se hace la remoción esta acción es el verdadero comienzo de poder ver claramente. Hay muchos que creen que están recibiendo el discernimiento del Señor concerniente a algunos temas y probablemente lo están recibiendo, solo Dios lo sabe, pero también algunos simplemente solo están juzgando a otros y le llaman a esto discernimiento. El Señor Jesús nos ordeno, no juzgar. La mano eterna que esculpió La Ley en rocas en el antiguo pacto es la misma que esta escribiendo la Ley de Su Reino en rocas de carne y hueso en el día de hoy. La palabra “No Juzgar” es tan inmutable como los Diez Mandamientos, por que el que sigue hablando es Dios.
La meta es ver claramente.
La mente juzgadora carnal siempre mira su propia imagen en otros, sin darse cuenta que se esta mirando a sí misma y presume que esta percibiendo a otra mente. El Señor se refiere a las personas que juzgan como “hipócritas”. El Señor no nos esta diciendo que dejemos totalmente de pensar en las personas, el espera que nos ayudemos unos a otros. El énfasis que El Señor hace en “No juzgar” esta resumido en su comentario final, Mateo 7:5. “5¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y ENTONCES verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (mayúsculas nuestras). De la manera en que ayudamos no es juzgando sino viendo claramente y no podremos ver claramente hasta que no hayamos estado en un profundo arrepentimiento y hasta que el instinto de juzgar de la carne, alma y pensamiento sean desenraizados. Este proceso se debe hacer con cada uno de estos personajes o acontecimientos con los cuales hemos tenido procesos o hemos sido marcados durante nuestra vida.
Hemos podido leer como El Señor Jesús paralelamente cuando hablaba con las personas sobre sus pecados les quitaba la paja de sus ojos. Los ojos son la parte más suave y sensitiva del cuerpo humano, pregunta: ¿Cómo quitaremos la paja de los ojos de alguien? Respuesta ¡CON MUCHO CUIDADO! Primero debemos ganar su confianza. Esto quiere decir demostrando una actitud que no juzga y que no condenara instintivamente. Para ayudar a las personas debemos ver claramente. Debemos ver caramente cuando la visión de una persona esta siendo obstruida, para desarrollar confianza y luego sacarle la paja del ojo con cuidado, sin juzgar o condonarla.
Si estamos buscando un corazón que no condena y si verdaderamente crucificamos el instinto a juzgar, hemos puesto un verdadero cimiento para el don del discernimiento y así hemos preparado el corazón para recibir sueños, visiones y las revelaciones de Dios. Además, empezaremos a caminar sin mancha de las mañas del mundo y sin corrupción.