Un propietario es aquel que tiene derecho exclusivo sobre un bien. Adquirimos un bien por herencia, por compra, por canje o por donación. Dios no es propietario por ninguna de estas cosas, es propietario por creación. Propiedad de Dios quiere decir que: “Todo es de Dios, nada es nuestro”. ¿Qué trae el hombre cuando nace, y que se lleva cuando muere? ¡Nada!. Todo es de Dios.
Hay 4 cosas en el Salmo 24 que son propiedad de Dios: La tierra, su plenitud, el mundo, y sus habitantes. Estas cuatro cosas son los bienes de Dios. En Malaquías 3:8 hay una pregunta que dice ¿Robará el hombre a Dios? Ningún hombre puede robarle a Dios lo que es suyo o le pertenece.
Dios es el propietario del macrocosmos y del microcosmos. Por ejemplo: El macrocosmos de Dios es el universo y el microcosmos de Dios es el hombre. El universo y el hombre son propiedad de Dios por creación, por preservación, por disponibilidad, y por redención.
Cuando Dios creó al hombre, le delegó la administración de su tierra, cuando le dijo en Génesis 1:28 “…llenad la tierra, sojuzgadla, y señoread en ella”. Observa que Dios aquí delegó sin renunciar a su exclusivo derecho de propiedad. ¿Qué somos nosotros? Somos los administradores de los bienes de Dios y no los propietarios.
La palabra es del griego eikonomo que significa “mayordomo, administrador, economista y superintendente del cuidado de una casa o empresa”. Tú eres el mayordomo de Dios. Eres el economista de los bienes de Dios. ¿Qué se le exige a un administrador? Se le exige responsabilidad. La responsabilidad no admite excusas o pretextos. ¿Qué es una responsabilidad? Es una obligación, es un compromiso de fidelidad.
La responsabilidad no viene sola, la acompaña la recompensa. La siembra no viene sola, la acompaña la cosecha. La recompensa es proporcional a la responsabilidad. ¿En qué campo de los bienes de Dios entra nuestra obligación, nuestra responsabilidad o compromiso de fidelidad? Entra en el campo de la Iglesia. La obligación con la Iglesia es un asunto de mentalidad y de actitud. ¿Cuál debe ser? Que todo es de Dios, y nada es nuestro.
Si partes de esta mentalidad y actitud, entonces, Dios te prosperará. Prosperidad es tener necesidades suplidas. El campo de administración y la primera obligación de mayordomía de un cristiano es la Iglesia. Mayordomía implica cuidar. ¿Cómo cuidas tú a la Iglesia? La cuidas por medio de tu sembrar, de tu ofrendar.
¿Qué es una ofrenda? Es el fruto de tu trabajo. La ofrenda de Caín fue el fruto de su agricultura, y la ofrenda de Abel fue el fruto de su ganadería. Tú ofrenda a la Iglesia es el fruto de tu trabajo. Todo es de Dios, nada es nuestro.
Nuestra ofrenda es una obligación con la Iglesia. Nosotros somos los sustentadores de la Iglesia. El enemigo en tú corazón de la ofrenda es la avaricia, que es idolatría. La avaricia es la inclinación a guardar. La avaricia es el endiosamiento del dinero. Jesús dijo que hay que darle “A Dios lo que es de Dios”. El dinero de tu ofrenda es de Dios para la Iglesia.
2 Corintios 8:1,2 dice “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las Iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado, han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas”. Observa que la ofrenda es una riqueza de tú generosidad. Pablo dio testimonio de que los santos en la Iglesia de Macedonia daban con agrado.
¿Cómo debes ofrendar? Debes hacerlo en una actitud de agradecimiento. ¿Qué ama Dios? Dios ama tú actitud, ama ofrendas dadas con agrado, con gusto. La Iglesia recoge tú agradecimiento. Pablo dijo de los Macedonios, “Doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas.” . Fíjate que los santos en Macedonia daban sus ofrendas con “agrado” y “más allá de sus fuerzas”. Este dar tiene que ver con la palabra “fidelidad”. Te pregunto: ¿Estas siendo fiel en la siembra? ¿Te has estado gastando lo que no es tuyo? ¿Das con agrado? ¿Das más allá de tus fuerzas económicas?.
Bajo la ley, el que no daba sus diezmos, el cielo le cerraba sus ventanas, pero bajo la gracia, el que no ofrenda, la tierra le cierra las oportunidades de la prosperidad, ¿Por qué? Porque tu prosperidad viene como resultado de la siembra.
Una cosa es dar conforme a mis fuerzas y otra es dar más allá de mis fuerzas. Una ofrenda conforme a tus fuerzas es escasa y una ofenda más allá de tus fuerzas es generosa. 2 Corintios 9:6 dice “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”.
Cada vez que ofrendes, da más allá de tus fuerzas, sé generoso con la Iglesia que te alimenta en la palabra de gracia. Ofrenda como una obligación y no como una opción.
Dios ha prometido dar semilla al que siembra y enriquecer toda liberalidad. El que tiene liberalidad abastece, suple necesidades, no considera suyo lo que tiene, siembra más allá de sus fuerzas. Todo es de Dios, nada es nuestro. Gracia y Paz.