La visión es una parte vital para mí. No estoy seguro cuándo descubrí la visión, pero sé que es un proceso que nunca termina. La visión es un don continuo del Espíritu de Dios. Tener vista es una cosa, tener visión es otra. La visión capacita para que uno mire a la distancia junto con Dios y vea lo que Él ve y discierna lo que está en su corazón. Para ser efectivo, el corazón de uno y la visión debe mantenerse sincronizados con Dios. ¿Qué es lo que Dios ve? Multitudes en el valle de la decisión e incontables personas sin Dios y sin esperanza.
Mi visión nació mayormente en la iglesia de mi padre; la atrapamos, no fue enseñada. El corazón de Herschel Barnett era grande, y sus planes para la expansión del Reino eran más largos que su vida. La oración sostuvo todo lo que hizo.
El Espíritu Santo es mi compañero de oración al buscar la visión para mi iglesia. El día en que el Espíritu Santo se transformó en mi pastor de cabecera, maestro y compañero de oración, experimenté una revolución espiritual. Convirtió a la oración en algo íntimamente personal. Comenzó el proceso de renovación completo de mi vida interior. Una cosa es saber sobre el Espíritu Santo cuando oramos, pero otra es conocerlo a Él. Cuando el Espíritu Santo se transformó en real, la oración fue una prioridad, y lo común se volvió extraordinario.
Al orar por una visión, el único límite son sus recursos, que son ilimitados. Estamos totalmente dependientes de Dios solamente como nuestra fuente. Durante tiempos de oración, sentiremos la urgencia del momento. Durante la oración también entendemos que sin ella, no tenemos poder para impactar a una sociedad perdida.
La oración es un evento agendado, diario, y también un fluir continuo. Dios lo ha dicho claramente: debemos estudiar para estar quietos, tomar tiempo para ser santos, y meditar en su Palabra día y noche.
Hoy existen una cantidad de fórmulas de éxito para la oración y el avivamiento. Pero en los más grandiosos avivamientos del pasado, la oración fue la avanzada, centro y periferia de las vidas santas y piadosas que lideraron esos despertares.
Puede ser que tengamos una visión para el avivamiento, pero ¿plantamos las semillas para el avivamiento que impactará a las generaciones futuras?
Primero de Crónicas 22:1-5 habla de otro concepto de oración por una visión. ¿Tenemos la visión y el corazón para trabajar para algo que quizás nunca experimentemos? David era hombre viejo, pero planeó para la casa de Dios en la cual nunca iba a entrar.
Entonces David dijo: «Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel. Después mandó David que se reuniese a los extranjeros que había en la tierra de Israel, y señaló de entre ellos canteros que labrasen piedras para edificar la casa de Dios. Asimismo preparó David mucho hierro para la clavazón de las puertas, y para las junturas; y mucho bronce sin peso, y madera de cedro sin cuenta. Porque los sidonios y tirios habían traído a David abundancia de madera de cedro. Y dijo David: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnifica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le preparé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia».
La grandeza de una persona se mide de varias maneras. Una es esta. Hay aquellos que plantan un árbol debajo del que nunca se sentarán. Es algo crítico el prepararnos para el futuro. Muchos grandes predicadores en el pasado fallaron en esto. Grandes iglesias como la Iglesia Metropolitana de Filadelfia y de Nueva York, alguna vez albergaron miles, hoy ninguna de las dos existe. Uno de los más grandiosos evangelistas de sanidad que tuvo incontables avivamientos vivía cuando yo estaba en la Escuela Bíblica. La gente venía de todas partes del mundo para ser testigos de su obra; hoy son apenas un puñado. Charles Spurgeon fue un maestro de predicadores. Llamaba al avivamiento y sus mensajes abarcaron la Tierra. Sus escritos continúan impactando incontables personas. En un tiempo miles venían a adorar a su iglesia; hoy en día unos pocos asisten los domingos por la mañana y las ganancias de una pequeña librería ayudan a mantener el edificio. ¿Por qué? Estas iglesias fallaron en su propagación. Aunque la mayoría levantó una cosecha de individuos que fueron fieles y espirituales en la búsqueda de la gloria de Dios, perdieron su visión para el futuro y consecuentemente su efectividad.
Los Estados Unidos se ha transformado en una nación secular. Nuestros fundamentos se están derrumbando. Si alguna vez el avivamiento se necesitó, es ahora. ¿Vendrá? ¿Dios se ha olvidado de nosotros? Habacuc escribió sobre la visión de Dios para Israel: «Aunque tarde, espérala» (Habacuc 2:3).
Dios todavía habla a través de su Palabra a aquellos que escucharán con sus corazones. Hay momentos en los cuales podemos sentirnos sobrepasados por la maldad y las influencias malas que nos rodean. Podemos preguntarnos: ¿Volverá el avivamiento? ¿Volverán a inundarse las iglesias y mantenerse fuertes por otra generación? ¿Aceptará nuestra gente la responsabilidad entregada por Dios de orar, testificar y adorar? ¿Tenemos mi iglesia y yo una visión por la que esperar, para plantar un árbol de avivamiento a través de la fidelidad y la oración que prevalece? ¿Estoy deseoso de aceptar el costo de la fórmula de Dios para un avivamiento que tal vez yo no vea?
De pronto, la visión regresa. No de orar por un avivamiento, sino una visión por «la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales» (Efesios 1:19-20). Tal grandeza revela nuestra insignificancia a la luz del poder de Dios.
Pablo enfocó sobre el poder del Dios todopoderoso, que levantó a Cristo de entre los muertos, y lo declaró victorioso sobre el pecado, la muerte, el infierno y Satanás. El mismo poder opera en nosotros. La obra de Cristo ha sido *****plida. Nuestra obra es continuar en oración y nutrir la iglesia mientras plantamos semillas de avivamiento que tal vez nunca veamos dar fruto. Si el avivamiento parece cada vez menos y menos posible, debemos trabajar mucho más diligentemente y, como David, preparar en abundancia. Debemos mantener el fuego vivo en nuestras iglesias y los fuegos de oración encendidos para un mundo que es destruido por las fuerzas de Satán.
Necesitamos dedicar el resto de nuestras vidas y hacer preparativos para la próxima generación mientras le damos a la actual todo lo que tenemos. Necesitamos edificar sobre los moldes de la Iglesia del Nuevo Testamento y plantar semillas de avivamiento para el futuro. Necesitamos terminar fuertes y mantener los fuegos del avivamiento vivos. La oración por una visión renovada debería ser para todos nosotros: «Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas» (Isaías 54:2).
Cuando ya estamos en el siglo XXI, debemos expandir nuestra visión y aumentar nuestras oraciones en preparación para iglesias fuertes y ganadoras de almas, y para los largamente esperados despertares que puede que sí o que no experimentemos durante nuestra vida. El escritor del himno «Sé tú mi visión» expresó un deseo similar en estas líneas escritas hace ya mucho tiempo: «Corazón de mi propio corazón, cualquier cosa que suceda. Aún sé mi visión, oh, tú que gobiernas todo».
Tommy Barnett es el pastor de la Primera Asamblea de Dios en Phoenix, Arizona, EE.UU.