Los americanos sembraban jardines, cosíann colchas, presentaban conciertos y obras teatrales, enterraban cápsulas de tiempo, y componían cantos y poemas, y creaban esculturas y pinturas. Las calles se llenaban de desfiles y los parques de las ciudades parecían ser invadidos por las representaciones teatrales de la Revolución. Toda posible superficie estaba decorada de rojo, blanco, y azul. El cuatro de julio, los americanos tuvieron comidas campestres al estilo antiguo, completas con concursos de comer pasteles y carreras de carretillas. Esa noche magníficas demostraciones de fuegos artificiales inundaron los cielos mientras los americanos se detenían para reflexionar y regocijarse en su patrimonio. Fue una fiesta increíble.
Ese verano los americanos dejaron atrás las tragedias de Vietnam y Watergate y se concentraron en la gloria de sus comienzos, en los logros de su pasado, y pusieron los ojos con esperanza en un nuevo y brillante porvenir.
UN RELATO DE DOS IGLESIAS
Ese mismo año dos congregaciones en la misma área metropolitana contemplaban con esperanza el futuro. Ambas recibieron a un nuevo pastor con gran entusiasmo y grandes expectaciones. Estos hombres asumieron su cargo con un mes de diferencia entre ellos. Y, en una extraña coincidencia, 13 años después y con solo unos pocos meses de diferencia, ambos habían renunciado a su congregación.
En algunos aspectos estas iglesias y estos hombres se parecían. Ambas eran iglesias de las Asambleas de Dios. Ambas congregaciones experimentaron tremendo crecimiento durante la tenencia de estos pastores. Ambas lanzaron escuelas cristianas. Ambas ocuparon un nuevo local. Ambas se rodearon de un sobresaliente personal de pastores y líderes laicos. Ambos líderes y ambas congregaciones estaban dedicados a las misiones tanto dentro del país como por todo el mundo. Ambos pastores dejaron un buen legado a sus sucesores.
En otros aspectos las iglesias y los hombres eran muy diferentes. Ambos hombres eran grandes líderes, pero tenían diferentes estilos personales y para dirigir. Ambas eran grandes iglesias, pero tenían una historia muy distinta. La congregación «A» era una de las grandes iglesias históricas de la Confraternidad con un largo y honroso pasado. Aunque más del doble del tamaño de su hermana menor, la congregación «A» estaba en un lento y continuo declive. La congregación «B» no tenía el mismo patrimonio ni la misma historia, pero era una iglesia que iba para arriba. Estas iglesias servían a diferentes clases de gente. La congregación «A», mayormente compuesta de trabajadores de oficina y profesionales, era muy diferente a la otra, compuesta de obreros, duros trabajadores, la sal de la tierra.
Ambas iglesias crecieron dramáticamente durante la tenencia de estos dos pastores. Pero crecieron de forma diferente. Al final de 5 años, la asistencia a los cultos de adoración por la mañana en la congregación «B» había crecido a más del doble, de 439 en 1976 a 949 en 1980. El crecimiento durante ese mismo tiempo en la congregación «A» no fue tan dramático (de 1.100 en 1976 a 1.300 en 1980). Al final de la tenencia de cada pastor en 1989, la asistencia a los cultos por la mañana en la congregación «B» había explotado y tenía un promedio de 2.659 asistentes, mientras que la congregación «A» había crecido continuamente hasta llegar a 1.802.
A medida que estas congregaciones hacían la transición a nuevos líderes en 1989, ambas se encontraron con increíbles luchas. Cuando se llegó el momento, ambas congregaciones con mucha emoción dieron la bienvenida a nuevos pastores. En menos de 2 años, ambos pastores se vieron obligados a partir bajo una nube de controversia. De nuevo, cada iglesia buscó y encontró otro pastor. Estos también partieron en menos de 15 meses. Ambas iglesias luego tuvieron un tiempo largo sin ninguna dirección pastoral. Muchos valiosos y experimentados miembros del personal pastoral, líderes laicos clave, y familias de influencia partieron de ambas. Con el tiempo, ambas necesitaron, buscaron, y recibieron ayuda de la oficina distrital de su Confraternidad.
Durante la corta tenencia de estos últimos dos pastores había surgido en ambas congregaciones el conflicto, la controversia, y las amargas batallas acerca del estilo y substancia del ministerio de cada pastor. La visión y el liderazgo de cada pastor parecía haber ido en contra del pasado de la iglesia y de los sueños y deseos de los líderes laicos. Ambas congregaciones se fracturaron bajo la presión de la lucha por el control de la iglesia y su futuro. Cientos de miembros se convirtieron en refugiados religiosos, buscando y encontrando un seguro refugio en otras congregaciones.
Por fin, ambas congregaciones encontraron nuevos líderes de largo tiempo. Creían que estos hombres les ayudarían a vencer sus dificultades, a volver a lograr su pasada prominencia, y dirigirlos hacia un nuevo y brillante futuro.
SOPORTANDO LA TEMPESTAD
Las iglesias hicieron frente y soportaron estas tempestades de maneras muy diferentes.
Entre 1989 y 1991 la asistencia a los cultos del domingo por la mañana en la congregación «B» bajó más del 50 por ciento, y en 5 años había bajado a 757, desde su culminación de 2.659. El colapso de la escuela dominical fue todavía más dramático. En su culminación, la congregación «B» informó de 2.570 asistentes a la escuela dominical. En cuatro años, la asistencia bajó a un promedio de sólo 53. En 1993 la escuela dominical se recuperó levemente, pero la asistencia los domingos por la mañana siguió declinando.
La congregación «A» también sufrió pérdidas. Pero sus pérdidas, tanto en el promedio de asistencia a la escuela dominical como a los cultos del domingo por la mañana, fueron en los cientos, no en los miles. Desde la culminación de su asistencia promedio a los cultos de alabanza de 1.802 en 1989, tres años más tarde la congregación «A» bajó a 1.410. En ese mismo tiempo la asistencia a la escuela dominical bajó de un promedio de 1.447 a 1.277.
LA ESCUELA DOMINICAL EN EL OJO DE LA TEMPESTAD
Las circunstancias que ocasionaron la subida y la caída de estas dos iglesias son una compleja red de muchos factores. Ningún factor por sí solo puede ser la causa de todo lo que sucedió. Pero no se puede pasar por alto el importante lugar de la escuela dominical en este relato.
La congregación «A» tenía una larga tradición de una escuela dominical de alta calidad, muy bien categorizada, orientada a los grupos pequeños y completa con una eficaz estrategia para atraer y preparar. No así la congregación «B». En medio de la transición, la asistencia a la escuela dominical en la congregación «A» en realidad aumentó un poco (de 1.228 en 1990 a 1.277 en 1991). Cuando azotaron las tempestades, la escuela dominical, con su red de relaciones, su líderes laicos de madurez, y su fuerte sentido de comunidad y misión se mantuvo firme.
La congregación «B» informó de una asistencia a la escuela dominical mucho mayor durante su subida, pero también bajó mucho más rápido y más. Una observación de lo que estaba detrás de los números revela que la congregación «B» nunca desarrolló el mismo tipo de fuerte ministerio de discipulado que caracterizaba a la escuela dominical de la congregación «A». El crecimiento explosivo, los múltiples cultos, y un local inadecuado no lo hicieron imposible. Se probaron alternativas con varios grados de éxito. Pero la congregación «B» estaba basada en la habilidad para predicar de su pastor y en una emocionante experiencia de domingo por la mañana ya existente. No tenía la fortaleza interna necesaria para soportar las tempestades y evitar su derrumbe.
EL RESTO DEL RELATO
Ha sido una experiencia de subidas y bajas para la congregación «B» desde que su cuarto pastor en 5 años llegara en 1993. El explosivo crecimiento basado en las considerables habilidades para predicar del pastor y la dinámica adoración del domingo por la mañana marcaron sus primeros 5 años. Este tiempo de crecimiento fue seguido por un tiempo de dolorosa contracción. En ese tiempo los líderes determinaron que era necesario tratar con la inestabilidad e inmadurez de la congregación.
¿Su estrategia? Establecer una escuela dominical.
En 1991 la congregación «A» dio la bienvenida a su tercer pastor desde 1989. Él llegó creyendo que la escuela dominical y otros ministerios eran anticuados, y llegó dispuesto a introducir un nuevo paradigma de ministerio. La escuela dominical, no valorada lo suficiente y descuidada, inmediatamente comenzó a declinar. En sus primeros 5 años, la asistencia a la escuela dominical bajó más del 50 por ciento y la asistencia a los cultos de adoración declinó ese año. Después de 9 años la escuela dominical declinó a casi 300 y luego llegó a ser desbandada. La asistencia a los cultos de adoración siguió declinando, perdiendo casi el 50 por ciento desde su culminación y el 33 por ciento desde la llegada de su nuevo pastor.
Ambas iglesias han dejado de dar informes sobre su asistencia a la escuela dominical y a los cultos de adoración.
LECCIONES PARA APRENDER
Se pueden aprender ciertas lecciones de estas dos iglesias.
1.Las congregaciones que se forman sin la fortaleza y las estructuras internas que fomenta una buena escuela dominical son más vulnerables y tienen menos posibilidad de salir con vida de las tempestades. Ser grande no es lo mismo que ser fuerte.
2.No todas las escuelas dominicales son iguales. Decir que una iglesia tiene una escuela dominical no es lo mismo que establecer un ministerio de escuela dominical verdaderamente eficaz.
3.Para desarrollar y mantener una escuela dominical eficaz es necesario hacer una consistente inversión de tiempo, esfuerzo, recursos, y líderes.
4.Las buenas escuelas dominicales ayudan a la iglesia a alcanzar y mantener a los nuevos.
5.Las escuelas dominicales son frágiles. Lo que se toma décadas para establecer, puede destruirse rápidamente con el descuido y la falta de visión.
6.La escuela dominical es eficaz para asimilar a los nuevos y para retener el crecimiento.
7.Es peligroso confiar demasiado en los puntos fuertes del pastor. Las iglesias que desarrollan una red de líderes laicos de madurez por medio de la escuela dominical son más fuertes.
8.Por medio del discipulado consistente la escuela dominical ayuda a los creyentes a madurar en su fe. Sin la madurez individual, la madurez congregacional es imposible.
9.Las escuelas dominicales conectan a la gente y fomentan amor, lealtad, y unión de maneras que no puede hacerlo una experiencia de alabanza del domingo por la mañana.
10.Una escuela dominical verdaderamente eficaz no puede existir sin la visión, dirección, y apoyo del pastor.
EL POTENCIAL Y LA PROMESA DE LA ESCUELA DOMINICAL
Las iglesias descritas en este artículo ilustran los patrones que se observan por toda la nación.
Muchas iglesias, como la congregación «A», están abandonando la escuela dominical. Creen que la escuela dominical no tiene ningún efecto y que está fuera de moda y que una nueva era exige nuevos paradigmas de ministerio. En muchos casos la diagnosis es correcta. Pero la cura es peor que la enfermedad. Muchas veces, al abandonar la escuela dominical se sacrifica la infraestructura para el ministerio que es esencial para tener una iglesia saludable, que crece. En su búsqueda de algo nuevo, reemplazan el ministerio total, que abarca a toda la iglesia, de la escuela dominical con un parche de ministerios de nicho. Con demasiada frecuencia la iglesia se hace débil, no más fuerte.
Muchas otras iglesias, como la congregación «B», crecen rápidamente pero no bien. Las iglesias que fallan en formar una infraestructura para el ministerio a favor de apoyar la asistencia a los cultos de alabanza del domingo por la mañana, arriesgan el colapso. Lo mejor que puede suceder es que emprenden un sube y baja de asistencia. La asistencia sube y baja, sólo para subir y bajar una y otra vez. Nunca desarrollan la madurez necesaria para consolidar sus ganancias y desarrollar un patrón de crecimiento saludable, consistente.
Las trayectorias de ministerio de ambos patrones llegan a cruzarse. Ambas terminan sin un sistema de ministerio cohesivo. La asistencia los domingos por la mañana se convierte más y más en una reunión de extraños, y menos y menos en una reunión de hermanos. Se perjudica la unidad. Se perjudica el crecimiento espiritual. Se perjudica el evangelismo. La iglesia tiene menos habilidad para cuidar y asimilar a los nuevos, impactar su comunidad, y desarrollar líderes.
La escuela dominical es el gigante dormido de la iglesia. La escuela dominical no es una mala idea; al contrario, es una gran idea que con frecuencia se practica muy mal. Las escuelas dominicales de calidad ofrecen a la iglesia y a sus líderes una manera eficaz, total, y cohesiva de crecer para llegar a ser una gran iglesia. Una buena escuela dominical permite, apoya, y aumenta todas las cualidades de una iglesia y un ministerio saludable, creciente. He aquí lo que una escuela dominical eficaz puede hacer por su iglesia.
Instrucción
La escuela dominical, como una experiencia en grupo pequeño, dividida según edades, es un lugar ideal para enseñar la Biblia. En la escuela dominical los creyentes pueden aprender de la forma más correcta según su edad y su desarrollo emocional, social, y espiritual. Cuando a los maestros debidamente preparados se les dan los debidos recursos y currículos, un buen lugar y todo lo demás necesario, cuando se observan las debidas proporciones de alumnos por maestro, y cuando se emplean métodos que fomentan el aprender prácticamente, la escuela dominical se convierte en un lugar eficaz para que los creyentes aprendan y crezcan espiritualmente.
Evangelismo
La escuela dominical puede ser la plataforma para lanzar una estrategia de evangelismo y asimilación altamente eficaz e integrada. Es el lugar ideal para comunicar una pasión por los perdidos y dar a los creyentes lo necesario para compartir bien el evangelio. La escuela dominical ofrece un ambiente menos intimidante y un lugar para presentar ante los que no son salvos la vida y el ministerio de la iglesia.
Asimilación, cuidado, comunidad, y unidad
La escuela dominical es un buen medio para asimilar a los nuevos, subsanar necesidades, ofrecer ministerio, y fomentar un sentido de unidad y comunidad. En la escuela dominical se reúnen personas de similar edad e interés para estudiar la Palabra de Dios. Pueden desarrollar amistades, recibir a los nuevos, y cuidar el uno del otro.
Vida y vitalidad espiritual
La escuela dominical es un ambiente ideal para desarrollar y mantener la vitalidad espiritual. Es un lugar donde los creyentes pueden descubrir más de Dios y experimentar su poder y presencia por sí mismos. Puede ser un laboratorio del Espíritu Santo donde los creyentes pueden orar juntos y compartir sus pruebas y triunfos espirituales con amigos de confianza en un ambiente de amor y de apoyo.
Acción cristiana
La escuela dominical es el lugar ideal para informar, motivar, organizar, y cumplir con el ministerio. La poderosa combinación de un mandato bíblico, una necesidad presionante, una eficaz estrategia para el ministerio, y el trabajo en cooperación para subsanar esa necesidad, debe ser parte integral del ministerio de la escuela dominical. A medida que los creyentes son desafiados a aplicar su fe de formas reales y prácticas, crecen espiritualmente y desarrollan una relación más profunda y más fuerte con Dios y con los hermanos.
Preparación para el liderazgo y el ministerio
La escuela dominical ofrece un lugar ideal para la preparación en el ministerio y el desarrollo de líderes. Se pueden ofrecer clases sobre diferentes habilidades para ministrar, o se pueden incorporar en las clases ya existentes. La escuela dominical ofrece una tremenda oportunidad para el tutelaje y para la preparación práctica.
Los líderes de la iglesia han reconocido desde hace mucho tiempo el valor de estos ocho bloques. Lo que falta en demasiadas iglesias es una manera de unirlos para formar un sistema cohesivo, y organizarlos para obtener el máximo impacto. La escuela dominical puede hacer eso mismo. Tristemente, esa habilidad ha sido mayormente pasada por alto e ignorada.
Dentro de muchas iglesias este gigante está dormido. La escuela dominical puede tener una parte vital en las iglesias saludables, fuertes, de crecimiento. Puede y debe hacer algo más de lo que es. Pero los líderes de la iglesia no han esperado que la escuela dominical haga frente a estos desafíos, y por lo tanto no la han organizado ni equipado para hacerlo. Las grandes escuelas dominicales y las grandes iglesias no sólo suceden. Se establecen por medio de la visión, pasión, diligencia, y sabiduría.
CÓMO DESPERTAR AL GIGANTE DORMIDO EN SIETE PASOS NO TAN FÁCILES
Devolver la escuela dominical a la vida y ministerio de la iglesia no es fácil, pero es esencial.
Paso 1: Una nueva visión de lo que es la escuela dominical
Mientras el énfasis esté en la «escuela» de la escuela dominical, esta jamás logrará todo su potencial. Desafortunadamente, el concepto que tienen muchos líderes de las iglesias de lo que es la escuela dominical es de una sola dimensión. La escuela dominical es el ministerio didáctico de la iglesia. El primer paso es redefinir la escuela dominical como una estrategia comprensiva y de ministerio por medio de la cual la iglesia no sólo enseña sino también asimila a los nuevos, cuida de sus miembros, prepara a los creyentes para el ministerio, y se extiende en evangelismo.
En la vida y en el ministerio, la gente encuentra lo que busca y recibe lo que espera. Si los líderes no esperan que la escuela dominical haga más, jamás lo hará.
Paso 2: Establecer los pasos
Los líderes de la escuela dominical deben desarrollar y mantener varios sistemas cruciales. No es suficiente saber qué se debe hacer. Tiene que haber una manera de hacerlo.
Primero, reúna y mantenga buena información. Sin una buena manera de reunir información de contacto sobre los miembros y los nuevos, es imposible cuidar de los miembros ausentes y tender una mano a los nuevos.
Segundo, fomente la organización. Los líderes deben crear una organización que ofrezca apoyo y supervisión a los maestros. Los secretarios, superintendentes, y otro personal son tan importantes como los maestros.
Tercero, deles los medios. Mire que el currículo, las provisiones, y el equipo necesarios para ofrecer una emocionante experiencia en la clase estén disponibles y en su lugar.
Cuarto, establezca un sistema para enlistar/preparar que ofrezca una sucesión de nuevos trabajadores y provisiones, y un número adecuado de maestros suplentes y de obreros de reemplazo.
Finalmente, establezca e implemente un debido sistema de contabilidad para los maestros y otros obreros. Establezca altas normas, y espere que los maestros y obreros las logren. Hágalos responsables cuando fracasen, y prémielos cuando triunfen.
Paso 3: Establecer al grupo
La escuela dominical no puede ni debe tratar de hacerlo todo por sí sola. Desafortunadamente, varios de los ministerios en la iglesia local no están bien conectados. La escuela dominical, otros ministerios, y ciertamente la iglesia, son más eficaces cuando combinan sus esfuerzos que cuando funcionan por sí solos. He aquí algunas sugerencias.
Las salas cuna deben estar abiertas y con su personal presente antes y durante la escuela dominical. Los maestros y otros obreros necesitan un lugar para cada miembro de su familia para poder estar ellos en su lugar cuando lleguen los alumnos.
Los ujieres y los recibidores necesitan estar en su lugar, listos para recibir a los que llegan para la escuela dominical, y ayudar a las visitas y a otros a encontrar sus clases.
La información de contacto sobre los nuevos que se obtenga debe entregarse a los maestros de la escuela dominical para que ellos puedan ponerse en contacto con los miembros de la familia e invitarlos a la escuela dominical.
Los programas de la semana y la escuela dominical deben compartir información de contacto. Cada uno puede apoyar los esfuerzos del otro para ponerse en contacto con los nuevos y cuidar de los miembros ausentes.
Cuando se fomenta la comunicación clara, el respeto, el aprecio, y cuando se fomenta un sentido de cooperación entre los variados ministerios, estos mejoran.
Paso 4: Fijar el ejemplo
Las altas expectaciones no son una barrera para enlistar personas; son una ventaja. Muchos creen que es más probable que las personas hagan algo si se les pide que hagan menos. De hecho, lo opuesto es cierto. Las personas desean sentir que lo que hacen es importante. Mientras los líderes no den suficiente importancia a la escuela dominical, su escuela dominical no será importante. Pero las altas expectaciones llevan a la excelencia en la vida y en el ministerio, y hacen más fácil conseguir obreros.
Primero, concéntrese en el propósito mayor. La escuela dominical tiene que ver con impactar la vida, el futuro, y el eterno destino de los estudiantes, su familia, y su comunidad. Nada puede ser más importante o digno de valor.
Articule claramente la importancia de cada trabajo. Explique cómo cabe en la visión y el éxito de la iglesia y de la escuela dominical y por qué es esencial para éstos.
Exija que las personas se preparen antes de prestar servicio, y mientras lo prestan deben seguir preparándose como parte de una inversión continua en su ministerio. Las personas funcionan al nivel de su preparación. Prepare para la excelencia y garantizará el éxito. Fracase en preparar y garantizará el fracaso.
Exija un mínimo de un año de servicio con un limitado número de ausencias «sin excusa», y mantenga apuntes. Espere que los maestros y los obreros sean fieles en su ministerio, en asistir a los cultos, y que participen de lleno en la vida de la iglesia.
Mire que los maestros y los obreros cumplan con la mayor norma de integridad personal y de vida espiritual posible. No tolere ninguna conducta que avergüence a Dios ni a la iglesia.
Explique lo que se espera de sus maestros y sus obreros. Hágalos responsables de esas normas. Los que no cumplen con ellas deben ser aconsejados y enseñados, y se les debe dar toda oportunidad para que crezcan en sus responsabilidades. A los que no lo hacen se les debe animar a que busquen otros lugares de ministerio que se presten mejor a sus dones, habilidades, y dedicación, y se les debe desafiar para que sigan creciendo.
Paso 5: Enlistar y preparar
Ningún ministerio, especialmente el de la escuela dominical, puede triunfar sin una buena estrategia para enlistar y preparar a los nuevos obreros. Las vacantes son inevitables. Los nuevos obreros son esenciales para el crecimiento. Pero la mayoría de los ministerios no enlistan ni preparan bien. Con frecuencia los líderes aceptan al primero que está dispuesto a prestar servicio, considerando muy poco cuáles son sus cualificaciones, dones espirituales, habilidades, o preparación. No es de asombrarse de que son tantos los que fracasan.
El buen enlistar no puede basarse en la necesidad de la iglesia. Debe basarse en la necesidad que tiene el creyente de prestar servicio. Todos los creyentes tienen dones y son llamados al ministerio y serán responsables ante Dios como mayordomos de sus dones.
Segundo, enlistar a base de crisis y necesidad comunica fracaso. Quejarse en público por la falta de obreros dedicados no motiva a nadie. Desanima. Nadie quiere ser parte de una organización que va hacia el fracaso, ni prestar servicio sólo porque los líderes no pueden conseguir a nadie más. Ese no es el mensaje que los líderes quieren comunicar, pero es lo que oyen muchos de los que están sentados en los bancos.
Enlistar debe ser un proceso continuo, no un evento de crisis. Los líderes deben continuamente orar y desafiar a los creyentes para que inviertan su vida en la causa de Cristo. Fomente un ambiente positivo para enlistar al concentrarse en las cosas grandes que están sucediendo en la escuela dominical y en el gozo del ministerio.
No enliste para el puesto. Enliste para la preparación. Ofrezca y espere que antes de ministrar los nuevos obreros cumplan con un curso de preparación de no más de tres meses de duración. Debe animar a las personas a que descubran sus dones espirituales, examinen las oportunidades, repasen las expectaciones, y exploren los requisitos espirituales y para la vida que han de llevar.
Siga esta experiencia en la sala de clase con la preparación práctica. Permita que sus mejores maestros y obreros sean sus mentores.
Finalmente, coloque a los nuevos obreros teniendo en mente su llamado y sus intereses. Busque clavos redondos para los hoyos redondos. El no colocar a los obreros pronta y eficazmente desvía el proceso de enlistar/preparar.
Paso 6: Motivar y desafiar
Continuamente anime, desafíe, y motive al personal de la escuela dominical. Esto puede tomar muchas formas.
Se debe esperar que los maestros y los obreros participen en la preparación continua mensual para ayudarles a crecer y hacerse más eficaces.
Los líderes deben reconocer públicamente los logros de los maestros, los obreros, y la escuela dominical.
Establezca una red de oración, y pida a la congregación que oren por los maestros y los obreros. Esto no sólo anima a los maestros y a los obreros, sino también mantiene la escuela dominical en su corazón y su mente.
Prepare un culto anual para celebrar las victorias y reconocer los logros de la escuela dominical y sus maestros y obreros.
Haga responsable a las personas por su ministerio, agradezca sus logros, y ayúdeles a triunfar.
La falta de motivar, apreciar, y desafiar a los obreros dice que su ministerio en realidad no es importante.
Paso 7: Hacer planes para el crecimiento
Una escuela dominical saludable crece. Pero el crecimiento no es automático. Unos cuantos pasos sencillos pueden ayudar a mantener la escuela dominical en crecimiento.
Primero, adhiérase a los porcentajes entre maestro y alumnos y al espacio por estudiante necesario. Tanto el personal como el espacio son factores críticos que pueden limitar el crecimiento.
Segundo, implemente una estrategia para comunicarse con los ausentes y los nuevos, y espere que los obreros cumplan con ella.
Una escuela dominical en crecimiento debe añadir obreros y clases cada año basándose en claras metas de crecimiento. Mire que las clases y los maestros nuevos tengan el apoyo, el equipo, las provisiones, y los lugares necesarios.
Haga que el crecimiento y el alcance evangelístico sea una prioridad para los maestros y los obreros.
Prepare a los maestros para que lleven a sus alumnos a Cristo y desafíelos para que presenten personalmente el evangelio a cada estudiante.
Finalmente, mire que los maestros y los obreros sepan que el alcance y la asimilación son partes esenciales de su ministerio, y que ellos son una parte importante de la estrategia para el evangelismo que la iglesia practica.
LA ÚLTIMA PALABRA
Lo que he descrito anteriormente no es lo que la mayoría de las personas se imaginan cuando piensan en la escuela dominical. Y no es lo que la mayoría de las personas que asisten a la escuela dominical experimentan el domingo por la mañana. No es fácil establecer esta clase de escuela dominical.
Pero he aquí la realidad: Para cumplir con los propósitos de Dios en el mundo, la iglesia debe alcanzar a los perdidos y ayudarles a convertirse en dedicados discípulos. La iglesia debe ayudar a los creyentes a crecer hasta alcanzar la madurez espiritual y a dar expresión a su amor a Dios tanto en la adoración como en su vida diaria. Debe ayudar a forjar lazos de amor y lealtad dentro de la iglesia, y en amor dar testimonio de la verdad de Dios, tanto con palabras como con hechos. El fracaso no es una opción. Pero muchos están fracasando.
De todos los ministerios que la iglesia tiene a su disposición, la escuela dominical tiene el mayor potencial para lograr estos fines. Es el medio ideal. Ya está disponible una sobresaliente infraestructura de currículo y preparación. Es demostrable que la iglesia puede mejor cumplir con los propósitos de Dios con una escuela dominical que sin ella.
Finalmente, hoy más que nunca la iglesia necesita escuelas dominicales de calidad. Son demasiadas las congregaciones que divagan sin visión y sin estrategia. Es una fórmula para el desastre. Dios dará la visión, y la escuela dominical ofrece la estrategia.
Es hora de despertar al gigante dormido.
Rob Burkhart, Ph.D., es director de educación cristiana para el Distrito de Michigan de las Asambleas de Dios, Farmington Hills, Michigan. |