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Tecnica Vocal

Muchos de ustedes no habrán imaginado nunca la íntima relación entre el trabajo de impostación de la voz con este desarrollo general de la personalidad, sin embargo, siendo la disciplina y la concentración los pilares de este trabajo, no resulta tan descabellado afirmarlo. El avance día tras día en la técnica ayuda fuertemente a ir creando una «conciencia de ser cantante». Está claro que el pasaje de un estado al otro no es inmediato, ni remotamente fácil: basta con ver la lista de nombres que pasan fugazmente por los medios de difusión y luego se eclipsan (con más todos aquellos proyectos que ni siquiera llegaron a debutar).

En el hilado fino del diario trabajo vocal (si la técnica y quien la enseña tienen el suficiente nivel) se realiza una observación muy minuciosa del funcionamiento interior. El esfuerzo necesario para el control y modificación de las funciones básicas musculares y orgánicas que hacen a la emisión de la voz se asemeja a la tarea de un escultor trabajando los detalles sutiles de una obra; esta introspección se hará extensiva finalmente al resto de la personalidad. El resultado último será al mismo tiempo una nueva y más profunda relación del cantante con su voz y simultáneamente una conciencia mayor de todos los procesos corporales y emocionales que provoca el hecho artístico sobre el escenario.

Evidentemente, la evolución de la voz no será circunscripta a la voz cantada, sino que paulatinamente se irá extendiendo al habla hasta lograr una emisión homogénea en ambos casos. Durante el proceso, mi experiencia dicta que es inevitable la aparición de periódicas crisis tanto del sonido en sí como en la propia aplicación al trabajo. Son momentos en que el alumno se siente torpe, se siente enfrentado a cosas que no puede superar; ésta es la prueba más difícil, tanto para la solidez del maestro y su técnica vocal como para la misma relación entre el alumno y él. El ir superando una a una estas crisis de su propio crecimiento es lo único que puede lograr templar al cantante en la mente y en la sensibilidad hasta llegar a instalarlo como un verdadero artista.

Para quienes poseen una voz fuera de lo común, o están concentrados en su trabajo vocal, lo difícil es no caer en la tentación de asociar el cantar a mostrar la voz. En la realidad, tanto desde el punto de vista de la comunicación con el público como desde el enriquecimiento interior del cantante (fenómenos que están muy relacionados entre sí), la voz debe lograr convertirse en el «canal transmisor de la emoción». Esto se ve más claro en géneros que se apoyan fundamentalmente en lo emocional (como el rock o el blues), pero es extensivo a todos los géneros, en mayor o menor medida. Por otro lado, no conviene mezclar el trabajo técnico con la expresión, sino mantenerlo en un plano de asepsia y solidez hasta lograr el dominio del instrumento en por lo menos dos octavas de registro. Hasta que la voz no se sienta como «manejada a control remoto» (como dice Lucía Maranca), y la emisión se realice sin absolutamente ningún esfuerzo, no es conveniente trabajar la expresión a través de los matices y efectos.

Es común ver a quienes se inician en el canto empezar por el final: construir un trabajo vocal desde los yeites y efectos representa un riesgo terrible para la salud de las cuerdas vocales, ya que puede dañarlas irremediablemente. Al mismo tiempo, si esos efectos no responden a impulsos verdaderos del interior del cantante, no serán percibidos más que como lo que son: una mera copia de la cáscara de un hecho artístico.

En cuanto al registro (un aspecto inseparable entre la voz y la personalidad del cantante), debe ser tomado muy en serio. Independientemente de las condiciones naturales y del alcance que la voz tenga hacia los graves y los agudos, existe una zona de esa extensión dentro de la cual la voz permitirá realmente transmitir todos los matices que la sensibilidad del cantante mande. Esta zona, el registro natural del cantante, será la que se deberá transitar la mayor parte del tiempo por ser la más segura desde la salud, la que menos canse y donde la voz se moverá con mayor solidez. En cuanto al cansancio, no es frecuente que un cantante se plantee la verdadera exigencia que representa el cantar profesionalmente. Un tema colocado en una tonalidad ligeramente superior a la conveniente, o por debajo de ella, puede no tener trascendencia en un trabajo esporádico amateur, pero… ¿qué pasa cuando se entra de lleno en el profesionalismo y esa anomalía se repite varias veces por semana, con la suma de los ensayos? La respuesta es que el esfuerzo se multiplica y se potencia por el lógico desgaste que sufre el cuerpo cuando el trabajo se incrementa (ojo: esto les pasa en general a quienes tienen éxito). No es raro que cuando se descubre la falla ya es tarde para remediarla y quedan lesiones asociadas a las cuerdas vocales.

Como el tema de las cuerdas es uno de los que más preguntas y dudas genera entre quienes están interesados por el canto, a partir del próximo artículo iremos sumando aportes de fonoaudiólogos para tratar de aclarar temas específicos.


Publicado en el nº 53 de la revista El Musiquero


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