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LOS OÌDOS DEL CORAZÓN

Jesús pareciera estar diciéndonos que la felicidad del hombre esta determinada por la forma como este “oye en el corazón” y la forma como retiene y da fruto de lo oído o sembrado.

Oración de Transición: La pregunta que responderemos hoy será, entonces, ¿que tipo de terreno tiene el corazón o cuales son los oídos del corazón?

I. HAY CORAZONES QUE OYEN PERO NO SE ABREN vv. 5, 12.

1. Es representado por un suelo endurecido. Es casi imposible que una semilla nazca en el camino. Las pisadas de los años han matado los nutrientes vegetales; la vitamina necesaria
ha sido hollada. Ahora solo una capa compacta e impenetrable se ha formado con el tiempo.
Hay corazones cerrados en quienes no hay la mas mínima intención de recibir nada. El “transito de la vida” les ha hecho endurecer de tal manera sus corazones que no hay señales de apertura ni intenciones de cambios.


2. Es representado por un suelo superficial. Jesús nos hablo de un corazón que “oye y luego viene el diablo y quita lo que se ha oído”. Las aves representan a ese enemigo que no se cansa de “volar” en busca de la semilla para satisfacer su hambre. Hoy día son muchos los que oyen la “ semilla del evangelio”. Ningún otro tiempo se había dispuesto de tantos recursos: la Biblia se ha traducido a casi todos los idiomas, la TV transmite con frecuencia el evangelio, la radio llega a todos los rincones del mundo con este mensaje, la literatura cristiana es cada día mas distribuida y con especiales diseños, el Internet tiene toda clase de información cristiana, hombres y mujeres se desplazan por todo el mundo como misioneros, evangelistas y pastores; algunos evangelistas de renombre están usando incluso el sistema de satélite; pero el diablo sigue quitando lo que se esta sembrando. Jamás lo superficial ha sido permanente. Muchos hombres oyen pero no aceptan.

3. Es representado por un suelo donde no hay vida. Puesto que la semilla no es sembrada, no tiene raíces y no tiene alimento, entonces no tendrá vida. La semilla no solo queda expuesta a lo de afuera, sino que el sol completara el trabajo de quitar la vida a la semilla. Este tipo de corazón que si oye pero que no recibe, esta bajo la condición de una pérdida eterna. La expresión, “..para que no crean y se salven” nos habla de una manera muy elocuente sobre lo que puede suceder a los corazones que oyen pero que no se abren. Estos corazones le facilitan el trabajo al diablo. Su labor será siempre apartar al hombre de la salvación eterna. Haríamos muy bien en entender que Satanás es cual “ave” que no descansa buscando la “semilla” que quedo afuera y que no tiene vida para comérsela.

II. HAY CORAZONES QUE OYEN Y DESPUES SE APARTAN vv. 6, 13.

1. Los que nacen sobre la piedra. La idea no es que el terreno estaba lleno de piedras, sino que el terreno mismo era como una piedra. Se presenta como un capa delgada de tierra sobre la roca. Es interesante que este que este tipo de corazón “oye y recibe” e incluso “recibe con gozo la palabra de Dios”. Se pueden contar por millares los hombres y mujeres que constantemente reciben la palabra con gozo. Muchas de nuestras iglesias son coparticipes de ese gozo al momento de hacer sus decisiones. Pero la verdad es que si tuviéramos a todas esas personas que “reciben con gozo la palabra” todos nuestros templos serian insuficientes. El que una persona reciba con gozo el mensaje no es garantía de permanencia. Nuestros sentimientos no determinan la salvación.

2. Los que nacen sin raíces. Conozco muy bien el campo y por experiencia se lo que es ver morir a una planta con pocos días de nacida. Las raíces son las que proporcionan la vida a la planta que esta viniendo. En el milagro del nacimiento ellas rompen la cáscara e inmediatamente buscan el agua y los nutrientes, si no se da esto vendrá una muerte segura.
Este tipo de corazón que oye y recibe, crece temporalmente; dan señales de vida por cierto tiempo. Son como las baterías, hasta donde “llegue la carga”. En algunos hay el gozo “de los primeros días”, una vez que ven que en la iglesia no hay gente perfecta el gozo se va perdiendo. La ausencia de la madurez cristiana produce la retirada.

3. Los que nacen sin defensas. Se ha conocido de muchos bebes que nacen con las defensas
bajas y llegan a ser el blanco de todo tipo de virus que pululan en los aires o de enfermedades contagiosas. Me temo que hay ciertos creyentes que nacieron también con “las defensas bajas” y frente al ataque intespectivo de las pruebas se apartan sin importarles lo que han recibido. Ciertamente las pruebas llegan a ser el crisol donde se verifica la calidad de nuestra fe. Esto no podía ser de otra manera debido a las demandas del evangelio. Jesús no dejo un evangelio barato y de oferta para el mejor postor; inclusive hasta desanimo a los que pretendían seguirle si no consideraban el costo del discipulado.


III. HAY CORAZONES QUE OYEN PERO SON AHOGADOS vv. 7, 14.

Nota: Esta semilla contraria a las otras nace, hecha raíces y crece pero en el proceso del crecimiento se enfrenta a ciertos enemigos que detienen su avance y su perspectiva de triunfo al descubrir que hay ciertos “espinos” que nacieron también con el.

1. Los “espinos” de los afanes. Este creyente pronto descubre que el llegar a ser cristiano no le libera de los afanes de la vida. Se da cuenta que son como un gran gigante a quien no puede vencer por si solo. Ellos con sus dardos y tentáculos comienzan a ahogar a aquella planta que comenzó a crecer con todo el entusiasmo y pasión que produce nuestra primera experiencia con el Señor. Este tipo de creyente no escucha la recomendación de Jesús que
sentencia: “No os afanéis por la vida, que habéis de comer o que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, que habéis de vestir. ¿No es la vida mas que el alimento, y el cuerpo mas que el vestido?” Mt.6:25. Los afanes de este mundo están ahogando las buenas intenciones de muchos creyentes. Están tan inmersos y ocupados en ellos que los asuntos de Dios no caben en su agenda cotidiana. Mucho trabajo, muchos amigos, muchos compromisos, muchas diversiones. El domingo esta completo no tengo tiempo para adorar a Dios.

2. Los “espinos” de las riquezas. Es interesante las tantas veces que Jesús hablo de las riquezas, ¿no seria que el percibía que el “amor al dinero era la raíz de todos los males”? Un antiguo proverbio romano dice: “El dinero es como el agua del mar: cuanto mas bebes de ella, mas sediento de sientes”. El espino de la riqueza ahoga de tal manera la vida de las personas, que lo hace arrodillarse ante el y espera que este le rinda culto y pleitesía las 24 horas del día. Recientemente supimos de la muerte del mas grande cantante americano de los últimos tiempos, llamado Frank Sinatra. Su fortuna a*****ulada esta cuantificada en millones de dólares. Pero con todo eso dinero ese hombre no pudo comprar la felicidad y en la hora de su muerte dijo unas pocas palabras que describe muy bien lo que no puede hacer la fama y las riquezas. Minutos antes de morir dijo: “Estoy perdiendo..”, ¿como es que un hombre que gano tanta fama y tanto dinero a la hora de morir diga que “esta perdiendo”?
La Biblia si nos dice donde debemos hacer nuestros tesoros para no perder. Mt. 6:19-21.

3. Los “espinos” de los placeres. La carne es el gran plato del placer donde a diario multitudes acuden para satisfacer su hambre. Ningún otro tiempo había estado tan cargado de colores y sonido que despiertan el apetito del placer como el que estamos viviendo ahora.
El creyente también descubre que el hecho de ser un cristiano no lo hace invulnerable ante los deseos pecaminosos. Esa naturaleza esta allí y va a arremeter contra el con toda la furia que esta tiene a*****ulada. Esta clase de “espino” tiene dardos que hieren y tienen ramas que esclavizan a quienes no pueden liberarse de ellos. Son el peor enemigo de la santidad y el que mas golpea las puertas del crecimiento espiritual. Hay creyentes que nacieron bajo una gran promesa para ser gigantes en el Señor, pero la falta de poder y dominio propio ha hecho de sus vidas esclavos del pecado y presentando sus miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad. Este es un espino que ahoga y aniquila.


IV. HAY CORAZONES QUE OYEN Y RETIENEN LA PALABRA vv. 8, 15.

1. Es el corazón con la buena tierra. Se habla de una tierra abonada y preparada para recibir la semilla. En tal corazón existen los nutrientes necesarios para que la semilla sembrada rompa la tierra y se levante para crecer y traer los frutos que de ella se espera.
La verdad que este es el corazón que el “Sembrador” que es Jesucristo busca para depositar la “semilla” de su evangelio. No es un corazón endurecido por los años o endurecido por la incredulidad. Jesús habla de un corazón bueno y recto. El profeta de antaño decía que el corazón es “perverso y engañoso mas que todas las cosas”. Aquí Jesús se refiere a una clase de corazón de carne y hueso pero muy sensible a su voz. Se refiere a aquellos a quienes dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y me sigue y yo les doy vida eterna..”.

2. Es el corazón que retiene la semilla. Contrario a los anteriores, este corazón ha permitido que la semilla se deposite en lo mas profundo de su ser para asegurar que nada ni nadie podrá arrebatarla de allí. Que el mismo tiene el “soldado de la paz”que custodia la palabra sembrada. Es el corazón que responsablemente oyó, recibió y se quebranto. Esta es la parte mas difícil en el ser humano; muchos están dispuestos a oír y hasta recibir pero no están dispuesto a que esa semilla les quebrante, que al comenzar a nacer y a traer vida rompa el terreno que dará lugar a una nueva vida. La verdad es que hay muchos corazones insensibles y endurecidos. El corazón que retiene la semilla debe prepararse para el quebrantamiento. Si esto no ocurre no saldrá la vida nueva.

3. Es el corazón que da fruto con perseverancia. Aquí esta el final de todo el asunto. La prueba para que el terreno del corazón sea bueno son los frutos que finalmente este produce. El primer fruto que produce esa planta es el arrepentimiento. El primer mensaje de Juan el Bautista demandaba “frutos de arrepentimientos”. Hay muchos que son cristianos pero no se han arrepentido. Note que este es un fruto con perseverancia lo que indica claramente que no es un asunto logrado por mis obras sino por mi entrega al Salvador. El próximo fruto que registra ese corazón es del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Todo esto nos indica que nadie puede llamarse cristiano sin que no sea delatado por sus frutos. Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis..”. La vida eterna es el fruto que persevera y esto es lo que obtiene un hombre y una mujer cuando deja que su corazón escuche, reciba, crezca y de fruto. ¿Que tipo de corazón es el suyo, que tipo de terreno hay en su corazón?

Conclusión: Martín Lutero el gran reformador se expreso así: “Tengo mas miedo de mi propio corazón que del Papa y todos sus cardenales”. Esto lo dijo en el momento cuando el sabia que lo que puede arruinar o traer felicidad en el hombre, no es el enemigo externo sino el que mora con nosotros. Dios pide el corazón “porque de el mana la vida” y “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón..”. Permitamos que nuestro corazón oiga, reciba, crezca y de fruto como resultado retener la palabra (semilla) en nosotros.