¿Quién fue el responsable de abrirle las manos y unir sus pies y después descargar los golpes sobre los clavos con el pesado martillo? ¿Quiénes fueron aquellos hombres que jugaban a los dados mientras arriba de ellos hay un hombre inocente sumido en el más terrible dolor físico, síquico y emocional? ¿A quién le tocó la túnica del Señor después del sorteo que hicieron entre ellos? ¿Qué hizo ese soldado con esa pertenencia una vez que supo que aquel hombre era inocente? ¿Cuál fue el soldado que abrió su costado? ¿Quién fue el soldado que dio el más grande veredicto, y que es el corazón de nuestra fe, cuando dijo: «Verdaderamente este hombre es el Hijo de Dios»? La verdad es que no lo sabemos. No tenemos la más mínima información de ellos como la tenemos de un Simón de Cirene, de un José de Arimatea, de una María Magdalena o de un Pilato quien sentenció a Jesús. Pero si sabemos que ellos fueron los responsables directos de *****plir las órdenes del cruel y perverso gobernador. Pero total, ellos estaban acostumbrados a esa rutina. Sus memorias serían archivos de innumerables rostros de aquellas víctimas que tenían bajo sus manos, como si se tratara de la ejecución de cualquier animal para el sacrificio. Cada uno de ellos conocía muy bien el tipo de clavos que eran necesarios para que la víctima no se cayera del madero. Ellos sabían de los gritos desgarradores a si como las maldiciones e insolencias que salían de aquellos hombres al momento de morir. Fueron ellos los testigos más cercanos de la muerte de Jesús. Con seguridad ellos vieron que aquel hombre no maldijo, no dijo una palabra grosera, no pidió que le bajara de allí. Más bien oyeron que aquel hombre oró al Padre pidiéndole que perdonara a sus ejecutores porque no sabían lo que estaban haciendo. Pero con todo eso la vida de Jesús no produjo en algunos de ellos ningún impacto, pero hubo uno que si fue impactado por Jesús, hasta decir: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Hay dos maneras de mirar a Jesús y ambas despertarán o mi rechazo o mi amor por él. Este será nuestra tema para hoy.
ORACION DE TRANSICIÓN: Consideremos estas dos posiciones contrastadas
I. CUANDO JESUS NO IMPACTA LA VIDA
1. Jesús no impacta la vida cuando solo es entregado a las personas en lugar de las personas entregarle la vida a él v.16. La Biblia nos dice que Jesús vino para poner su vida (Jn. 10:17), y fueron los soldados los que se encargaron de recibirla y hacer con ella según su propia parecer. A ellos Pilato les encargó la tarea de *****plir la sentencia de la crucifixión. Ellos tuvieron muchos hombres a quienes ejecutaban cotidianamente. Pero creo que de ninguno se burlaron más que de aquel a quienes otros consideraron su rey y de quien oyeron decir que era el Hijo de Dios. Una vez que Jesús fue entregado en sus manos, lo primero que hicieron fue azotarle ¡Cómo disfrutarían descargando aquella lonja de cuero, compuesta con pedazos de plomo y astillas de huesos, sobre aquellas espaldas inocentes! Después le pusieron una corona de espinas v.2ª. ¡Cómo se mofarían al ver su rostro ensangrentado, sentado con un “cetro” en sus manos y diciéndole: “¡Salve rey de los judíos”! v.3ª. Luego se nos dice que le quitaron su túnica y le colocaron un “manto de color púrpura”, ordenado por Herodes como su reconocimiento irónico a alguien vestido de realeza (Luc.23:11). ¡Cuántas carcajadas, chiflidos, risas sarcásticas, palabras obscenas y todo tipo de burlas saldrían del palacio de Herodes! Pero también se nos dice que ellos le abofetearon v.3b ¡Con cuánta fuerza aquel rostro puro e inocente fue golpeado por la brutalidad de aquellos insensibles soldados! Y todo esto sucedió porque a ellos se les entregó a Jesús como si fuera otro de los tantos para ejecutar en una cruz. Hay aquí un asunto que debe ser considerado detenidamente. Mucha gente quiere recibir a un “Jesús” que les produzca una satisfacción egoísta. Que les llene sus necesidades. Que lo puedan manejar según su antojo y tener un «Cristo» para cada ocasión. Pero no están dispuestos a entregarle la vida al Jesús que vino para darla en abundancia y con propósito. Para ellos, Jesús no impacta su vida. La razón es que algunos han recibido «información» de Jesús pero no le han entregado la vida a él.
2. Jesús no impacta la vida cuando es colocado en el mismo plano que los demás hombres. Los soldados no hicieron ninguna diferencia en la ejecución de Jesucristo. Me imagino que la rutina era la misma. Colocar el cuerpo semidesnudo sobre los dos trozos de madera cruzados. Abrirle los brazos y las manos para enterrar los clavos y hacer lo mismo con pies. Una vez allí clavado proceder a levantarlo y dejarlo caer sobre un hueco profundo diseñado para soportar el peso del cuerpo allí guindado. Para los soldados, la ejecución de aquel hombre que se dijo llamar “Hijo de Dios”, no revestía ninguna importancia. Cualquier cambio de opinión vendría posterior a su muerte. Y es que cuando Jesús es visto bajo la misma óptica que se miran a los demás hombre, su vida no producirá ningún impacto. Sencillamente para muchos, Jesús fue un gran líder pero nadamás. Para la filosofía el fue uno de los grandes filósofos comparados con un Platón o un Aristóteles. Para los sanadores del cuerpo él es uno de los mejores médicos que dado la humanidad. Para los maestros, él es uno de los mejores ejemplos que ha modelado muchas vidas. Para los sensibles y misericordiosos, él es el mejor bien que la llegado a la humanidad. Para la Nueva Era, él fue alguien en quien se reencarnó el espíritu de los grandes sabios. Y así podemos seguir comparando. Para muchos personas Jesús fue “ un buena gente”, pero no el Hijo de Dios ni el salvador de sus almas. Sencillamente no cabe en sus mentes esta idea, por lo tanto su vida no les impacta de ninguna manera.
3. Jesús no impacta la vida cuando ella está gobernada por la indiferencia y la insensibilidad. Ninguna escena pudo ser tan indigna que la que pasó en el calvario. Allí no solo se dieron cita todas las fuerzas del mal, el odio y el rencor, la soberbia y la injusticia sino la indiferencia e insensibilidad en la persona de los soldados. ¿Cómo pudieron ser tan sin compasión, pues mientras arriba de ellos estaba un hombre agonizando bajo el más cruel de los dolores, ellos estaban jugando a los dados disputándose su ropa? (Mt. 27:35) Los soldados representa a ese número de personas que siguen “jugando a los dados”, con un corazón insensible e impenetrable, mientras saben que hay una invitación constante de un salvador eterno que se acerca amorosamente con el deseo de salvar sus vidas. Cuántos en el día de hoy, como los soldados que estaban al pie de la cruz, no se conmueven frente al mensaje que ella ofrece. En muchos corazones Jesús no produce ningún impacto porque lo han cerrado y lo han endurecido como el Faraón egipcio, aun sabiendo de su gran sacrificio. ¿Cómo puede alguien permanecer con su corazón tan insensible teniendo a Jesucristo tan cerca? Es tan doloroso ver que aquellos hombres de encallecido corazón puedan permanecer al pie de la cruz, disputándose la ropa, mientras un hombre suspendido por los clavos está entregando su propio cuerpo para salvarlos. Pero la humanidad no ha cambiado. Es tal la condición de frialdad espiritual de muchos que prefieren disputarse la “ropa” que representa lo temporal y pasajero, que aceptar todo lo que Jesús ofrece que es permanente y eterno cuando entregó su cuerpo para ser sacrificado.
II. EL IMPACTO DE JESUS
1. El impacto de Jesús se da cuando se descubre en él la rareza del perdón. Entre los insensibles y crueles soldados hubo uno que hizo una confesión poco usual entre ellos: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mt. 27:54). ¿Qué vio aquel centurión acostumbrado a ver a tantos hombres morir bajo los suplicios de aquella vergonzosa muerte? ¿Qué le impactó de aquel hombre que fue a la cruz donde otros iban a pagar sus más viles condenas? Por seguro que aquel soldado vio y escuchó lo que nunca había oído ni visto en los demás que había ejecutado. Por un lado escuchó de sus labios la rareza del perdón. Aquel extraño hombre desde la misma cruz pidió perdón por todos los que le habían llevado allí, sencillamente “porque no saben lo que hacen”. Nunca había oído semejante oración. Sus oídos se habían acostumbrado a escuchar todas las maldiciones, groserías, blasfemias e insultos que eran propios de aquellos que desataban su odio y rabia por el dolor que les producía los clavos sobre su cuerpo. Nunca había oído a un hombre, menos a un “malhechor”, perdonar a quienes le están matando. Y es que sólo Jesús tiene el poder y la autoridad para perdonar todos los pecados de quien se acerca a él pidiéndolo. Es cuando dejamos que Jesús toque nuestra vida y perdone todos nuestros pecados que sentiremos el impacto de su vida y de su obra en nosotros. Nadie más sino él puede hacerlo porque esa fue la razón que le llevó a la cruz. Cuando los soldados clavaron sus manos y sus pies, también “clavaron” nuestros pecados, de modo que pueden ser perdonados. Ahora tú puedes tener perdón de tus pecados. Para esto murió Jesús de esta manera. Dios lo entregó como propiciación por nuestros pecados.
2. El impacto de Jesús se da cuando se descubre la grandeza del amor.
Aquel centurión también descubrió en el hombre que está muriendo en medio de los otros dos, la belleza del amor. A la madre que llora desconsolada, desde la misma cruz hace provisión para su futuro y sus necesidades. A uno de los ladrones que le acompaña le promete tenerle ahora mismo con él en el cielo. Es posible que aquel soldado haya pensando que Jesús era un loco o lunático, porque aun en medio de tan espantosa muerte está asegurando el cuidado de su madre y le está prometiendo el Paraíso a un ladrón arrepentido. Pero el no dijo que Jesús estaba loco. El dijo: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios”. Muchas cosas pudieran calificar a Jesús como el Hijo de Dios, pero sin duda que la grandeza de su amor llega a ser la cúspide para el más grande veredicto. El representa al Dios de amor, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Aquel soldado descubrió que Jesús está muriendo no porque haya hecho algo, pues había comprobado su inocencia, sino porque amando a todos los hombres se ha entregado como si fuera el peor de los malhechores. Solo cuando usted descubre la grandeza de este amor, querrá amar y ser amado por Jesús.
3. El impacto de Jesús se da cuando presenciamos su poder
Aquel soldado nunca había presenciado un eclipse de sol que durara tres horas. En las anteriores ejecuciones todo había sido normal. Ninguna anormalidad sobrenatural había ocurrido. Total, ¿qué podían producir aquellos infelices que estaban allí pagando por lo que hicieron? Pero aquella tarde algo jamás visto ocurrió. El sol dejó de brillar como si estuviera protestando o que si no pudiera ver semejante espectáculo (Luc 23:44, 45). Un gran terremoto vino como si de igual manera la tierra estuviera reclamando la sangre inocente que ella está absorbiendo (Mt. 27:51). Aquel soldado se dio cuenta que tales cosas vinieron por el hombre llamado Jesús. Aquella majestuosidad que vio en él a pesar de su aspecto sin atractivo le indujo a exclamar”: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. El poder que vino del cielo produciendo tales fenómenos naturales le hizo pensar que sólo por alguien que haya venido también del cielo, tales cosas habían ocurrido. Cada día se cuentan por miles las vidas que están siendo impactadas por el poder de Jesucristo. El se levantó de los muertos con todo poder y le ha sido dada toda autoridad en “los cielos y la tierra” para cambiar las vidas y producir en ellas un impacto que nadie más lo podrá hacer.
CONCLUSIÓN: La vida de Jesús sigue siendo el tema de mayor impacto para la humanidad. Pueda que ella no tenga la significancia para producir tal cosa en vidas, como la de algunos soldados de la crucifixión, pero para otros como el centurión que llegó a exclamar: «Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios», Jesús sigue impactando las vidas. Quiera o no, la humanidad no podrá liberarse del sacrificio del calvario. Tarde o temprano tendrán que dar su veredicto. Llegará el día cuando toda rodilla confesará que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. Es importante hacerlo ahora para la salvación o correr el riesgo de llegar al juicio final y tener que confesarlo para perdición. ¿Con cuál de los soldados nos identificamos hoy?