Isaías 42:6-7
En el principio…
Desde la caída del hombre en el Edén, todos los seres humanos hemos quedado sujetos a la esclavitud o prisión del pecado. Desde entonces, en el corazón de Dios ha estado el libertar a los hombres de la esclavitud, esto es, de redimirnos. Por eso es que prometió al Redentor, al nacido de mujer y nacido bajo la ley, a fin de que redimiese a los que estaban bajo la ley, a los que estábamos bajo maldición, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
El ministerio de Jesucristo
Y todo esto tenía que ver con el ministerio de Jesucristo, el cual Dios mismo, por boca del profeta Isaías, lo definió indicando que:
· su llamado era en justicia,
· lo sostendría con su mano,
· lo guardaría,
· lo pondría por pacto al pueblo,
· sería luz de las naciones.
Pero ¿con qué propósito? ¿cuál era el objetivo de ese ministerio tan glorioso? Eso se describe en el versículo 7, y básicamente era de tres cosas:
1. abrir los ojos de los ciegos,
2. sacar de la cárcel a los presos,
3. sacar de casas de prisión a los que moran en tinieblas.
Es necesario tomar la Escritura literal y espiritualmente. Jesús abrió los ojos de los ciegos físicos (Mateo 20:29-33), pero también abrió los ojos de los ciegos espirituales (Juan 9:39). Entonces, El vino a abrir los ojos de los ciegos físicos y también a abrirnos los ojos para poder verle y creer. Por lo tanto, El no sólo vino a sacar a los presos de las cárceles espirituales, como podrían ser los vicios, la amargura, el odio, el rencor, etc., sino también vino a sacar a los presos de cárceles físicas. Esto podemos constatarlo con el hecho de que El mismo, literalmente, murió en lugar de un prisionero llamado Barrabás, que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio (Lucas 23:25). Jesús, pues, sacó de la cárcel física a un preso. Esto también se confirma claramente en el momento de la manifestación pública de Jesús, cuando en el día de reposo entró a la sinagoga y, conforme a su costumbre, se levantó y leyó delante de todos el siguiente pasaje:
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.
Lucas 4:18-19
Jesús leyó la Escritura de Isaías y se la atribuyó a él mismo, identificándose como el Mesías:
El Espíritu de Dios el Señor está sobre mí, porque me ungió Dios; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Dios.
Isaías 61:1-2
2ª Razón: Porque Jesucristo mismo se identifica plenamente con el preso
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo y me cubristeis; enfermo y en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo y me cubristeis; enfermo y en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Mateo 25:31-46
Las necesidades de Jesús
¿Puede el Señor Jesucristo padecer necesidades? ¿Puede Él tener hambre o sed? Seguramente que sí, porque el mismo dijo: Tuve hambre, y no dijo: «mis hermanos tuvieron hambre». Este pasaje de la Escritura es impresionante. Jesucristo mismo en su trono de gloria y todas las naciones reunidas delante de él, apartados los unos de los otros: las ovejas a la derecha y los cabritos a la izquierda. ¿La razón? Jesucristo mismo lo dijo: porque lo habían atendido a él en los más necesitados. Jesús se identifica tanto con el necesitado que cuando nosotros hacemos algo a favor de una persona con hambre, sed o desnudez, es hacérselo directamente a él. Jesús dice que tuvo hambre y le dieron de comer, tuvo sed y le dieron de beber, estuvo desnudo y lo cubrieron, fue forastero y lo recogieron, estuvo enfermo y lo cubrieron, en la cárcel y vinieron a él. Jesucristo, el pan de vida, ¿tuvo hambre? Jesucristo, la fuente de agua viva, ¿tuvo sed? Jesucristo, el que suple todas nuestras necesidades, ¿estuvo desnudo? Jesucristo, el que hace habitar el familia al desamparado, ¿fue forastero? Jesucristo, el sanador y por cuya llaga fuimos nosotros curados, ¿estuvo enfermo? Jesucristo, el que vino a dar libertad a los cautivos y a proclamar a los presos apertura de la cárcel, ¿estuvo preso? Así es, Jesús estuvo preso. Jesús padece necesidades hoy en día. Pero ¿cómo se suplieron esas necesidades?
NECESIDAD | RESPUESTA A LA NECESIDAD |
Hambre | Le dieron de comer |
Sed | Le dieron de beber |
Forastero | Lo recogieron |
Desnudez | Lo vistieron |
Enfermedad | Lo visitaron |
En la cárcel | Vinieron a él |
Fijémonos que en cada situación menciona una necesidad: hambre, sed, forastero, desnudez, enfermedad. Pero cuando menciona la cárcel no menciona ninguna necesidad, sino solo que estuvo en la cárcel. ¿Por qué? porque en la cárcel podemos encontrar todas las necesidades mencionadas:
· Un preso tiene hambre. La comida generalmente no es muy abundante. Tiene hambre física y hambre espiritual también.
· Un preso tiene sed. Es increíble ver lo que muchos de ellos hacen por conseguir un refresco o una bebida fresca. Tienen sed de justicia también.
· Un preso es forastero. Vive en una cultura diferente, separado de su hogar y de sus seres queridos, de sus amigos, privado de su libertad.
· Un preso padece desnudez. No hay persona más necesitada que un preso. A veces usan la misma ropa por semanas o meses. La ropa a veces no es de él, es del Estado.
· Un preso padece de muchas enfermedades físicas, emocionales y espirituales muy frecuentemente, además de que las condiciones de vida dentro de una prisión se prestan para contagios y contaminación de cuerpo, alma y espíritu.
Supliendo las necesidades de Jesús en el preso
Al tenderle las manos a un preso se las estamos tendiendo a Jesús mismo.
Al visitar a un preso podemos darle de comer al hambriento, darle de beber al sediento, darle un hogar al forastero, vestir al desnudo y estar con el enfermo.
Al visitar un preso estamos visitando a Jesucristo.
Que Dios nos libre ser cristianos mediocres, egoístas, legalistas y complacientes, que nos olvidemos de servir y de amar al prójimo.
Jesucristo mandó amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Al amar al necesitado estamos amando a Dios.
El apóstol Juan lo dijo muy claramente:
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
1a. Juan 4:19-21; 3:17-18
Que Dios nos libre de que a nosotros se nos pueda aplicar el siguiente pensamiento:
Tuve hambre…
Y tú formaste un grupo humanitario
para discutir mi hambre
Estuve encarcelado…
Y tú, silenciosamente,
te fuiste a la capilla para orar por mi libertad.
Estuve desnudo….
Y en tu mente se debatió la moralidad de mi apariencia.
Estuve enfermo…
Y tú te arrodillaste para agradecer a Dios por mi salud.
Estuve sin hogar…
Y tú predicaste del refugio espiritual del amor de Dios.
Estuve solo…
Y tú me dejaste, para orar por mí.
Tú …
que pareces tan santo,
tan cerca de Dios.
Pero yo…
todavía tengo hambre…
me siento muy solo…
tengo mucho frío…
Autor desconocido
3ª Razón: Porque Jesucristo mismo fue puesto en prisión
Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron delante de él a toda la compañía;
Mateo 27:27
Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen…Y Pilato les respondió diciendo: ¿Quieren que les suelte al Rey de los judíos?
Marcos 15:6,9
Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron…
Juan 18:12
Nuestro Señor Jesucristo estuvo preso.
Jesús mismo sufrió el horror de un encarcelamiento.
El pasó por las siete etapas que atraviesa todo aquel que llega a una prisión:
1. Complot para prenderlo (Mateo 26:3-4)
2. Traición (Mateo 26:14-16)
3. Arresto violento (Mateo 26:47-50,55-56)
4. Maltrato, interrogatorio y vejación (Mateo 26:57-68; 27:27-30)
5. Encarcelamiento (Marcos 15:1,6,9)
6. Abandono y rechazo de su familia y amigos (Lucas 23:18,20-21; Mateo 26:69-74)
7. Sentencia (Mateo 26:65-66; 27:22)
4ª Razón: Porque a los presos también los incluye la gran comisión de Jesucristo
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado.
Marcos 16:15-16
Jesús dijo claramente que fuéramos por todo el mundo y predicáramos el evangelio a toda criatura, a todo ser humano. Los hombres y mujeres que están privados de su libertad son seres humanos como nosotros. Algunos de ellos han cometido delitos; otros son inocentes, pero no dejan de ser criaturas. Hay periodistas que han llamado «hiena humana» a una persona que cometió un crimen, y usan otros apelativos de animales y dan la idea de que no son humanos. Pero sí lo son, y no son más pecadores ni más malos que ninguno de nosotros. Alguien dijo una vez que «si todos los que deberían estar en la cárcel lo estuvieran, entonces ¿quién cerraría la puerta?». Estamos convencidos de que la única diferencia entre un preso y una persona libre es que al primero lo descubrieron en su delito y al segundo no. A la luz de la palabra de Dios todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios y además, el que cumple toda la ley pero desobedece un solo mandamiento, se hace transgresor de toda la ley y es como si hubiera desobedecido todos. Entonces, a los ojos de Dios, una «mentirita piadosa» es tan pecaminosa como un asesinato. Es más, la Escritura es muy clara en cuanto a que el que se enoja contra su hermano o lo aborrece es un homicida, un criminal. Entonces ¿quién está libre de culpa? ¿quién, que esté limpio de pecado, se atreverá a tirar la primera piedra? Los presos también están incluidos en la Gran Comisión que nos dejó nuestro Señor Jesucristo.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:19-20
Todas las naciones del mundo tienen cárceles, todas. El servicio en cárceles es parte integral e inseparable de la Gran Comisión que nos ordenó realizar el Señor Jesucristo. Además, una prisión, por definición, es una nación, pues tiene sus propias leyes, fronteras, gobierno, policía, costumbres, lenguaje, comida, tipo de cambio, ropa y tradiciones. Entonces, como Jesucristo mandó ir a todas las naciones, las prisiones están incluidas.
5ª Razón: Porque no hay un verdadero “ministerio” hacia ellos
porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo pues invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?
Romanos 10:14-15
Las palabras, con el tiempo, se desvirtúan. No utilizaremos la palabra «ministerio» porque a través de los años ha perdido su verdadero significado. En vez de ministerio, usaremos la palabra servicio, porque es la que mejor define lo que es. Algunos otros sinónimos de ministerio son: administración, empleo, tarea, oficio.
La palabra de Dios dice que para que la gente sea salva, es necesario que invoque el nombre de Cristo. Pero para que lo invoque, necesita creer; y para creer necesita oír; y para oír necesita que alguien le predique; y para que alguien lo haga, necesita ser enviado. Los enviados son a los que se les encarga un servicio específico. Para que los presos puedan llegar a ser salvos, es necesario ir a ellos y servirles. Pero es muy triste ver en todo el país, y en muchos otros lugares del mundo, que las cárceles han sido relegadas y desplazadas por el cuerpo de Cristo. En muchos grupos cristianos, las cárceles no son más que un evento anual por unos cuantos días. Tienen contemplado el ir a la cárcel pero como si fuera un sacrificio o una «obra de caridad» porque «pobrecitos presos, nos dan lástima».
Ese es el sentir de muchos cristianos. Esto produce, obviamente, que no exista un verdadero ministerio hacia ellos y que los que visitan se conviertan en:
· Profetas del juicio venidero, predicando a fuego e infierno;
· Almas caritativas, haciéndoles sentir cuánta lástima sienten por ellos;
· Grandes siervos de Dios, que sólo van porque buscan el aprecio y el reconocimiento de su congregación;
· Sabelotodos, que sólo quieren ir a compartir la «última revelación» que recibieron del Señor;
· Jueces, que sólo regañan a los pecadores y les recuerdan el castigo de Dios; o
· Experimentadores, que sólo usan a los internos como conejillos de indias.
La realidad es que no hay un servicio integral a los presos, que no sólo se preocupe por sus necesidades espirituales sino que también atienda sus necesidades emocionales, físicas, materiales, familiares, laborales, legales y sociales.
El propósito de este manual es el de proporcionar una herramienta práctica a hombres y mujeres que deseen iniciar o fortalecer un servicio integral a las personas privadas de su libertad. Más adelante veremos a detalle cada una de estas áreas y cómo pueden ser suplidas eficazmente.
6ª Razón: Porque ellos nos necesitan, ya que están desamparados y dispersos
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
Mateo 9:36
La verdadera situación de un preso
No hay persona más desamparada ni más necesitada que un preso. El hombre o la mujer privados de su libertad son personas tremendamente necesitadas. Las raíces de rechazo, amargura, rencor, odio, resentimiento y venganza están arraigadas en sus almas. Están heridos, maltratados, abandonados, separados, aislados. También están dispersos, ya que han sido alejados de su trabajo, de su familia, de sus amigos, de sus actividades, de todo. La televisión y los medios de comunicación han pintado una imagen distorsionada de las prisiones. No es cierto que sea una especie de jungla, en donde todos los visitantes son acosados y corren grave peligro, no. No hay nada que más aliente a un prisionero que alguien de afuera lo visite. La necesidad de afecto es tan tremenda que podemos a veces ganarnos su respeto con sólo invitarles un refresco.
Nuestra actitud hacia ellos y la de Jesús
¿Cómo vemos al preso? ¿Qué reacción experimenta usted cuando ve a u oye hablar de un «criminal», o de un alcohólico, o drogadicto, u homosexual, o enfermo de SIDA, o asesino o violador? ¿Será acaso su reacción de juicio, condenación o rechazo? ¿Tal vez piense: «está así porque se lo buscó»? o ¿tal vez siente temor de ser «contaminado»? Si esa es su reacción, usted es un religioso, pero usted no es cristiano. ¿Cómo estará su conciencia para que reaccione así? En el amor no hay temor, pues el perfecto amor echa fuera el temor. Desconocemos el trasfondo de las personas. Si conociéramos los motivos por lo que ellos son así, concluiríamos que nosotros también haríamos lo mismo.
La realidad es que al «criminal», al asesino, al violador y al homosexual y a la prostituta, los hombres lo han hecho así. Todos ellos son personas tremendamente lastimadas y desamparadas y nos necesitan urgentemente.
Jesús nunca condicionó sus milagros ni su ayuda. El sanó al leproso, al paralítico y al sordo y no les puso condiciones. Dio la vista al ciego de nacimiento y liberó al endemoniado de Gadara sin que ellos lo pidieran y ni siquiera investigó ni cuestionó su trasfondo; tampoco les exigió que debían tener fe. Del mismo modo salvó al preso crucificado junto a él y no le reprochó nada.
Jesús ve más allá, y ve en todo hombre o mujer «peligrosos» a personas tremendamente necesitadas de ayuda, de afecto, amor y comprensión.
Jesús siente compasión por ellos. Nosotros debemos también sentir compasión, no lástima, por los presos, e ir a ellos tal y como somos.
Los presos no necesitan de predicadores, ni de teólogos, ni de almas caritativas, ni de psicólogos, o psiquiatras, o sociólogos, o educadores, o criminólogos. No. Ellos necesitan alguien en quien confiar, en quien depositar sus cargas, a quien contarle sus penas y sus alegrías. En pocas palabras, un amigo íntimo en quien confiar. Por eso es que es fascinante ir a las prisiones, porque no se necesita más que ser uno mismo, con todo y defectos, con todo y problemas, con todo y fallas, tal y como somos, para poder identificarnos con ellos y ganarlos para el Señor Jesucristo.
7ª Razón: Porque el testimonio de vidas cambiadas es de gran impacto para la sociedad
Solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí.
Gálatas 1:23-24
Es impactante para la sociedad en que vivimos el que «un criminal peligroso» cambie su forma de vida y se vuelva a Dios. Los encabezados de muchos periódicos han sido llenados con noticias de éstas. Asimismo la radio, y aún la televisión. En Julio de 1967 salió un encabezado en los principales periódicos de México: Asaltabancos cambia la ametralladora por una Biblia.
Eso fue cuando de Lecumberri se escaparon por los juzgados una banda de suramericanos asaltabancos. Pero este hombre, que pertenecía a esta banda, no se fue con ellos. Al ser entrevistado por los medios de comunicación, les explicó que fue porque había conocido a Cristo y ahora servía a Dios. Hace poco salió otro encabezado en un periódico de la ciudad: «En la cárcel se acercó a Dios», en donde se narra el testimonio de un ex-narcotraficante que ahora sirve a Dios en la Penitenciaría del D.F. Actualmente incluso, los pastores de las iglesias dentro del Reclusorio Norte, Sur, Oriente y la Penitenciaría de Santa Martha en México D.F. están sentenciados a 40 y más años de prisión, y el cambio en su vida ha sido tal que tiene perplejos a las autoridades y sus compañeros.
Cuando la gente ve en la calle a una persona que estuvo en la cárcel y que trabaja, vive una vida honesta, mantiene a su familia y muestra signos de superación, se sorprende, se asombra y se maravilla. «¿Cómo es posible?» dicen todos, ya que el hombre con toda su ciencia y medicina no ha podido, hasta la fecha, cambiar la conducta maligna de un hombre y hacerlo un hombre de provecho. Solamente Jesucristo es capaz de cambiar una vida, porque «el que está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas«.
8ª Razón: Porque Dios nos ordena que nos acordemos de ellos
Acordaos de los presos como si estuvierais presos juntamente con ellos, y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.
Hebreos 13:3
Es muy interesante notar que el capítulo 13 de los Hebreos habla acerca de los deberes cristianos. Aquí hay 10 mandamientos: acerca del amor fraternal, de la hospitalidad, de los presos y los maltratados, del matrimonio, de las costumbres, de la obediencia y sujeción a los pastores, de la sana doctrina, de los sacrificios que agradan a Dios, del hacer bien y de la ayuda mutua y de la oración. ¡Qué interesante es que el tercero de estos mandamientos es que nos acordemos de los presos como si estuviéramos presos juntamente con ellos! El acordarnos de los presos no es una sugerencia o una opción para nuestro cristianismo, es un deber. Y un deber es una tarea, una obligación, un cometido, una carga, una labor, una necesidad. Claro, los que estamos en Cristo cumplimos nuestros deberes cristianos no por obligación ni por necesidad sino por amor, por gratitud a Aquel que nos lavó de nuestros pecados con su sangre. El deber es para cada uno de nosotros, para cada cristiano. Fíjese que, a la luz de las sagradas Escrituras, tan importante es amar al prójimo y acordarnos de nuestros pastores como el de acordarnos de los presos. Es un imperativo y es una orden directa de Dios.
9ª Razón: Porque el amor de Cristo nos constriñe
Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
2a. Corintios 5:14-15
El sólo hecho de que Cristo ha muerto por nosotros y que nos amó aún cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados debería bastar para que de rodillas viviéramos agradecidos con él. Cristo murió por todos, Cristo murió también por los presos, por los criminales, por las prostitutas, por los transgresores y desobedientes, por los impíos y pecadores, por los irreverentes y profanos, por los parricidas y matricidas, por los homicidas, por los fornicarios, por los sodomitas, por los secuestradores, por los mentirosos y perjuros y aún por los que se oponen a la sana doctrina. El amor de Cristo en nosotros nos hace lamentar, sentir la necesidad tremenda de ellos, apiadarnos, conmovernos, condolernos, dolernos en el corazón, compungirnos y compadecernos de los que tanto daño han hecho y se han hecho a sí mismos. Es el amor de Cristo el que nos mueve a misericordia y debe ser el amor de Cristo el que nos impulse a servir a los presos, ya que en la gracia lo único que vale es la fe que obra por el amor, y se nos exhorta a servirnos por amor los unos a los otros (Gálatas 5:6,13). Además, la palabra es muy clara en cuanto a que, si no tenemos amor, de nada nos sirve hablar lenguas humanas o angélicas, o tener profecía y entender todos los misterios y toda ciencia, o tener toda la fe, o repartir todos nuestros bienes para dar de comer a los pobres o entregar nuestro cuerpo para ser quemado. El amor es lo más importante y debe ser el motor que nos impulsa para servir a las personas privadas de su libertad y a sus familiares.
10ª Razón: Porque se puede alcanzar a muchas personas libres que rodean al preso
Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. Pero el Señor estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía…Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.
Génesis 39:20-22; 41:14
El caso de José es impresionante. A través de él como prisionero y como ex prisionero, tuvo influencia sobre 7 grupos de personas:
· El jefe de la cárcel Génesis 39:21
· Todos los presos de la cárcel Génesis 39:22
· Oficiales del rey Génesis 40:2-5
· El rey de Egipto, Faraón Génesis 41:14-15
· Todos los siervos del rey Génesis 41:37-42
· Todo el pueblo de Egipto Génesis 41:43-47
· Todos los pueblos de la tierra conocida de ese tiempo Génesis 41:57
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